No demuestres miedo.
No demuestres miedo.
—Señor Hyde.
Mi voz sale como un susurro, he tratado de que note el temor, pero estoy temblando desde la cabeza hasta la punta de los pies. Me pone nerviosa.
—Que Interesante, es un muy grato que me trates de una forma tan... Formal, ¿Podría ser? —le escucho reír. —Ahora que hemos entrado en confianza, podemos hablar de lo que nos interesa. Sabes que es, ¿Verdad?
—Por supuesto —respondo casi en automático. — ¿Qué es lo que quieres a cambio de dejarlos a ellos? —Clare hace un envión por levantarse, pero le coloco mi mano en la pierna. No va a ningún lado.
—A tí. — ¿Qué dice? Frunzo el entrecejo. —A tí, nada más. No quiero dinero, eso no me sirve. Yo busco otra clase de gratificación. ¿A qué estás dispuesta para poner a salvo al rubio? Que no me sirve de mucho, no aguanta nada.
— ¿Qué le hiciste? —pregunto con las lágrimas queriendo escapar.
—Nada, tranquila muñeca. No le hemos hecho nada... Aún. Tú tienes la llave de su libertad.
— ¿Y qué se supone que debo hacer para ello?
—Seguir mis órdenes, simple.
—Pide el dinero que quieras, podemos dártelo. Huye del país, vete lejos, la policía no sabrá nada, déjalos ir.
—No sabes nada, muchachita. No me digas estupideces, la policía está en su casa, ¿Me crees estúpido acaso? No sigamos perdiendo el tiempo y vamos a lo que lo que nos interesa. Vas a ir a donde yo te indique, sin protestar y sin decir nada a nadie. Tengo a una persona dentro de la casa que sabrá decirme si abres la boca, entonces, recibirán a los dos idiotas estos en pedazos.
—No, por favor, no. No les haga nada. —Suplico casi por llorar. —Estoy embarazada, Hyde, no puedo escabullirme por ahí sin llamar la atención.
—Uh, eso es lo de menos. Estoy seguro que la zorrita, la de tu hermano, podrá ayudarte sin ningún problema.
—No la metas en esto, ella no tiene nada que ver.
—Tiene, y mucho, desde el momento en el que decidió formar parte de su familia. No la he metido yo, lo hizo ella solita. Bien, no me hagas perder más tiempo y a lo que íbamos. Cooperas conmigo o recibes la primera pieza. ¿Te parecería bien el dedo donde le brilla el anillo de bodas?
—No. —Murmuro. Él solo imaginarlo me da náuseas. —Voy a hacer lo que tú digas, pero no le hagas nada.
—Bien, Grey, muy bien. —Dice burlesco. —Voy a deshacerme de este número. Recibirás mi llamada pronto, para mientras, dile a la chica que está contigo, que ella también va a cooperar con la causa. Hasta pronto.
—No, no, no. Ja... —la llamada se corta.
Dejo el móvil en la cama. No puede ser, maldito. Me cubro la boca con la mano para controlarme, no puedo llorar.
— ¿Quién era? ¿Eran ellos? Phoebe, debemos ir a decirles que han llamado a todos, no podemos perder el tiempo. —Mato su intento de ponerse en pié, sosteniéndole la mano.
—No le diremos nada a nadie, no deben saberlo. Ese hombre me ha dicho que tiene una persona aquí, y es cierto, alguien le ha dicho que estamos las dos en la habitación. Me amenazó con enviar en pedazos a Paul y Theodore, si hablo con alguien —me mira asustada. —Jack me ha dicho que me quiere a mí, a cambio de Paul, y que tú debes ayudarme.
—Ese hombre está loco. No podemos hacer esto solo las dos, ¿Cómo podría ayudar yo?
—Llamará, él llamará para decirme lo que debemos hacer.
—Phoebe, estás embarazada. Esto es una locura, es demasiado riesgo.
— ¿Crees que no lo sé? —le gruño amargamente. Llevo mi mano al vientre. —Sé que es un peligro, pero tampoco quiero que les haga daño a ellos. Es una decisión difícil, pero estoy dispuesta a ayudarles. Entiéndeme, estoy desesperada.
—Me mantengo en que es una maldita locura. Pero voy a ayudarles, con la condición de que donde vayas tú, voy yo también. Si él quiere plantar sus huevos, nosotras nuestros ovarios, y no hay vuelta atrás.
Su seguridad me sorprende. Mantenemos nuestras manos unidas, estoy hundida en los nervios y la desesperación, ¡Que llame de una buena vez! Miro el móvil, una, dos, tres... Veintitrés veces más, como si con eso pudiese hacer que se comunique. ¿Qué es lo correcto? ¿Qué debo hacer? ¿Pedir ayuda o seguir sola? Me mareo de tanto pensar, tomo aire por la boca y lo suelto con brusquedad. Me meto un hielo a la boca para disminuir mis náuseas, no puedo con esto. Decidida me voy en dirección a la puerta, al abrirla, me encuentro a uno de los tantos de la seguridad rondando, me basta una simple mirada para saber que es el cómplice, me regreso a la habitación con el estómago hecho puño del puro susto. Somos solo las dos, le explico lo ocurrido a Clare, entonces, me repite nuevamente lo que me dijo antes. El móvil se enciende, lo tomo con las manos temblorosas, deslizo el dedo por la pantalla, ahora llama de otro número. Me lo acerco al oído y digo:
— ¿Si?
—Vaya, creí que jamás responderías. Sólo quiero decirles que no se quieran pasar de listas, no me conocen, y por ello no saben que mis amenazas no son en vano. No pueden tener ningún contacto con nadie de esa casa, ¿Está claro?
—Si, si —respondo con la voz temblorosa.
—Perfecto. Ahora, escúchame bien, saldrán al jardín sin que nadie las vea, Alfred les ayudará con ello, sigue las órdenes que él les dé. Yo estaré esperándote.
—Entiendo, pero, Clare tiene que ir conmigo. Si la dejas, puede hablar y no quiero correr ningún riesgo, así que, viene también.
—Ahora estás pensando, pequeña zorrita. Muy bien, que venga, pero al primer movimiento extraño que hagan, mi pistola escogerá a cualquiera de los dos que están aquí, ¿Entendido?
—Si.
—Entrégale a él sus móviles, tienes cinco minutos para salir. El tiempo empieza a contar desde ahora.
Me sostengo la cabeza entre las manos. Deseo que esta pesadilla acabe pronto, que solo sea un mal recuerdo. Le digo a Clare lo que debemos hacer, una vez que estamos listas, ella se detiene, su idea es bastante buena.