Pasaron un par de días luego de haber enviado la carta a una dirección ficticia quizá, entonces se llegó el día del viaje, mi mamá me acompañó al aeropuerto y fue una despedida muy triste, ella lloraba y yo no entendía bien cuál sería su sentimiento más pesado. Sabía que era difícil para ella verme viajar hacia algo que tal vez no encontraría, yo en ese momento imaginé muchas cosas buenas y malas, anhelaba las buenas pero no ignoraba las malas, de tal forma no me sorprenderían tanto.
– Pasajeros con destino a Paris, Francia a la sala 2 –ese era mi vuelo, mientras el altavoz repetía lo que la chica de información decía ante el micrófono me helaba la piel y a mi madre la entristeció al punto que casi ni pudo hablar.
Sólo un fuerte abrazo, un beso en la frente y un “Te amo mamá, pronto volveré” fue todo lo que escapó de mí y entonces pasé a la sala 2.
La parte más difícil tal vez, fue en la que yo caminaba al otro lado del cristal y mi madre con cara de angustia y destrozada interiormente me despedía sin parar de mover la mano y con una leve sonrisa forzada que por sí sola jamás habría salido en ese momento.
Luego de subir al avión sólo me esperaban 10 horas de vuelo, ahora menos me separaba de Nataly, claro si la encontrara allí.
Cuando aterrizamos en parís vi a mis ilusiones bajarse primero y salir corriendo a buscarla.
Yo encontrándome ya en el aeropuerto salí para tomar un taxi y dirigirme al hotel, quedaba a poco más de 45 minutos; mientras iba camino al hotel vi la increíble ciudad, hermosa, majestuosa, daba tanta tranquilidad y paz que no provocaba regresar a Colombia, sino más bien traerme a mi mamá. Pero no debía desviarme del plan, estaba allí por una única razón, encontrar a Nataly y seguir soñando no era la mejor manera para hacerlo.
Llegué al hotel, subí a mi cuarto y me tiré en la cama, estaba tan cansado de ese viaje tan largo, no me pareció en lo más mínimo de cómodo el avión, fue muy aburridor el viaje, además me tocó al lado del pasillo y realmente no podría entretenerme ahí, hubiera deseado estar en la ventana pero compré los tickets un poco tarde, sólo me acompañaron mis auriculares. En el cuarto del hotel me quedé dormido y descanse bastante, al despertarme necesitaba idear la forma de buscar a Nataly, sólo sabía su nombre y aparte ni siquiera estaba seguro de que estuviese allí. Decidí esperar que terminase ese día y dirigirme a un café internet.
Al día siguiente fui a un café internet que se hallaba relativamente cerca, entré a google y busqué traducciones para aprender qué preguntar, por cierto, fue complicado pedir una computadora, nadie me entendía y yo mucho menos a ellos. Traté de buscar lo más sencillo “Hola, lamento interrumpir pero necesito tu ayuda” sencillo y directo, pero el problema era el siguiente “Bonjour, je suis désolé de vous interrompre mais j'ai besoin de votre aide” Pero qué carajos, ni siquiera me imaginaba cómo podría escucharse eso de mí, estaba perdido. Sólo aprendí a decir “Salut – Hola / S’il vous plait – Por favor / Merci – Gracias” en ese día, traté de escuchar la pronunciación y practicarlo hasta hacerlo, mmmm, no tan mal; opté mejor por imprimir en una hoja en francés lo siguiente:
Hola, Me llamo Mat, no sé hablar en francés y por eso necesito que me ayudes. No estoy pidiendo dinero, sólo necesito que me ayudes a encontrar a alguien que perdí hace algunos meses, se llama Nataly es colombiana al igual que yo, tiene alrededor de 20 años, es alta, un poco delgada y su cabello es corto. Por desgracia no tengo más datos de ella, espero puedas ayudarme
Ya sabía que lo que pedía era un milagro en carne propia pues los datos que entregaba para poder dar con ella no servían, allí en parís habían muchas chicas altas, delgadas y con cabello corto, entonces no era la descripción más detallada sobre ella. Cada vez que me acercaba a un extraño y le decía “Salut, s’il vous plait” huían, nadie me ayudaba, nadie leía mi hoja, ni siquiera se interesaban, fueron largos los días, tratando siempre de no perderme mucho, siempre llevaba un papel en el bolsillo con la dirección del hotel; cuando regresaba a mi cuarto escribía en una libreta pequeña las direcciones o el nombre del sector por donde había pasado.
Así pasó un mes, y de 200 a 400 personas a las que les pedía que por favor leyeran mi hoja, sólo alrededor de unas 20 personas lo hacía, hasta que un día me pasó algo que cambiaría un poco mi suerte.
Iba pasando por debajo de la torre Eiffel y veía a tantos enamorados juntos que era un poco triste para mí, estaba sólo realmente en esta ciudad, no tenía a nadie conmigo, ni siquiera a alguien que me ayudara. Empecé a acercarme a las parejas para entregar la hoja, pero se repetía lo que ya había vivido en ese mes; me senté en una banca y descansé un poco, entonces un señor se acercó y se sentó a mi lado, me miró y extendió su mano en señal de que quería leer lo que decía, se lo entregué y lo leyó, soltó una leve carcajada y entonces me dijo: