La Chica Del Bus

LA CHICA DEL BUS

Ese día Sali tarde del trabajo, mi jefe no quería dejarme ir porque estábamos atrasados con unos documentos. Me encontraba realmente estresado, todo el día me había tenido que aguantar regaños de todo el mundo como si yo fuera el culpable. Hasta mis compañeros se habían portado mal conmigo; Raúl es tu culpa por no enviar a tiempo, Raúl debiste comentarnos eso antes, será que yo tengo que decirles lo que tienen que hacer cuando muy claramente al firmar el puto contrato decía cada una de las funciones que ejercerían.

Salí furioso, me estaba llevando el demonio. Maribel una de mis compañeras, pero gran amiga del trabajo me llamaba a gritos.

—¡Espera Raúl! —Venia corriendo tras de mí, no le di mucha importancia.

Seguí caminando como si no escuchara los aullidos que pegaba.Sentia el sonido de los tacones más cerca de mí, así que me gire hacia ella suspirando fuerte para que lo notara.

—¿Qué quieres Maribel? —le pregunte—Me tengo que ir ya.

Lo dije muy enojado creo que lo noto porque la respuesta fue muy contundente.

—Tranquilo, solo quería acompañarte, pero si estas tan amargado; vete tú solo—resoplo con tres piedras en la mano dándome la espalda y marchándose.

La miré mientras se iba y no, no decidí seguirla como un buen caballero. Todo el día se había portado como una reverenda hija de puta, pues que se fuera sola. Y no, no soy un grosero, ella todo el día estuvo haciéndome mala cara por problemas que ella misma causo. Solamente quería irme a casa para descansar un poco.

El bus se detuvo, yo iba para la 73 con 90, tenia que cruzar media ciudad para poder llegar a mi destino. Estaba aburrido de siempre estar en lo mismo, levantándome a las cuatro de la mañana para poder llegar al trabajo, desayunar solo pan con jugo porque el cansancio con el que me levantaba no me dejaba hacer más.

Me subí, estaba vacío. Siempre pasaba eso, no había nadie, ¿Por qué?, porque eran casi las diez de la noche. Odiaba a mi trabajo, los odiaba a todos; quería renunciar y conseguir algo mejor pero no podía.

Decidí sentarme en uno de los asientos de atrás, total, no había nadie. De pronto sin querer vi que no era el único, una chica se encontraba sentada al lado mío, pero ¿Cómo? Juraba que al subir no estaba.

—¡Hola! —me saludo enérgica moviendo su mano.

Era realmente hermosa, tenía una cabellera rubia envidiable. Me puse un poco nervioso, pues era muy tarde para que alguien estuviera a esas horas en la calle.

—Hola—le dije pasando mis ojos por todo su cuerpo, no era por morbo ni nada por el estilo.

Ella solo se limitaba a sonreír y me miraba a los ojos directamente. ¿Por qué estaba preocupado? Les diré la verdad; tengo 25 años pero parezco de 35, no soy nada atractivo, la vida me ha golpeado un poco, así que la edad no me hace justicia. Así que imagínense una belleza de mujer a las 10 de la noche sonriéndote cuando eres más feo que volverlo a decir. Claramente no es normal.

—¿Estas asustado? —me pregunto mirándome las manos sudorosas.

—No, ¿Por qué? —dije un poco nervioso.

—Yo si lo estoy—dijo cabizbaja.

—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —pregunté un poco angustiado al ver su rostro.

—Tengo miedo—me decía mientras se abrazaba asimisma

—¿De qué? —pregunte confuso.

Vi como empezaban a salir moretones de sus brazos, no podía creer lo que mis ojos estaban mirando.

—¡Ellos! —señalaba hacia atrás como si alguien estuviera ahí.

Mi cuerpo empezó a temblar de forma extraña, quería levantarme de la silla pero no era capaz, parece que me hubiera quedado pegado.

Ella vio mi reacción, noto que mis ojos estaban clavados en esos hematomas que le estaban saliendo de la nada.

—Es una enfermedad, no te asustes. —dijo señalándose el brazo.

Me sentí un poco aliviado, pero no le creía mucho lo que me decía.

—Me pasa cuando me encuentro nerviosa—dijo un poco avergonzada—Al rato desaparecerán.

Me sentí tranquilo por un momento, creo que la había hecho sentir mal.

—Hablemos con el conductor para poder ayudarte. —le dije ofreciéndole mi mano para que se levantara.

Se negó, no quiso tomar mi mano.

—Verás—empezó diciendo—Unos chicos me estaban siguiendo, tenia el presentimiento de que me querían hacer algo, cuando quise tomar un taxi me fue imposible porque no lo alcancé, así que no dude ni un momento y me subí a este bus.

—Lo siento, ¿Estás lejos de casa?

—Tenia que coger el bus en sentido contrario a este.

Estaba totalmente lejos, este bus había avanzado mucho desde que yo me subí.

—¿Qué piensas hacer? —le dije torpemente.

—Necesito ayuda, no puedo volver sola ya es muy tarde—dijo angustiada.

—Sí, es muy tarde. Le voy a pedir ayuda al conductor—me dirigí hacia la cabina de este.

Desde que puse un pie en el bus me observaba muy extrañado, pero no me decía nada.

—No quiero molestarlo, pero la chica que esta sentada a mi lado necesita ayuda, se ha equivocado de bus.

—¿En serio? —dijo en tono burlón.

No entiendo que le causaba gracia, como si el nuca se hubiera equivocado.

—Nunca he hablado tan en serio ¿La piensa ayudar? —dije un poco furioso por esa actitud que tenía.

—Los jóvenes de hoy en día—dijo con desaprobación—vuelve a tu asiento.

Me hervía la sangre, cerro la ventana que nos separaba, podía escuchar la burla tras ella. Miré a la chica de nuevo estaba demasiado nerviosa.

Suspiré profundo y volví al asiento.

—Yo te ayudo, bajémonos acá.

No lo hice porque fuera hermosa, solo sentía la necesidad de protegerla hasta que llegara a casa sana y salva. Por lo menos ayudarle a que tomara el bus devuelta a ella.

Ella asintió, aun tenia los brazos cubiertos de hematomas y la cara la tenia mucho mas pálida que cuando la vi por primera vez.

Nos bajamos mirando hacia todos lados, se sentía demasiado insegura. Toque su mano con la punta de mi dedo, ella me sonrió tiernamente, parecía una bonita historia de amor.



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En el texto hay: miedo, amor, miedo misterio amor jovenes

Editado: 12.06.2021

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