Este día no ha llegado sola, viene con un joven que la toma del brazo con cierta firmeza. Él me recibe el cambio y no puedo evitar soltárselo con desprecio, supongo que también notó mi agria mirada. La veo feliz, sentada en la mesa de siempre, en la esquina, pero ahora él ocupa la silla de enfrente. Me siento como un juguete abandonado, como si yo fuera aquel libro que ella sostenía a solas en un rincón de la cafetería. Sé que no hemos tenido mucha interacción, pero no puedo evitar sentirme así. Le pregunto en mi imaginación: "¿Dónde está el libro?, ¿dónde está tu sencillo peinado? Tu cabello suelto luce bien, sí, pero no pareces la misma, ¿qué pasó con la soledad que te abrazaba?... Te ha invadido él".
El tipo tiene un rostro bien parecido; su mirada apasionada demuestra tenerla solo a ella en la mente, todo él inspira protección. Celos.
Siento una presión en el pecho y mis ojos ahora se han humedecido más de lo normal; debo ser fuerte, esta relación no puede durar mucho, ¿cierto?