Son las 6 de la tarde con 5 minutos, tal vez llegue de nuevo a pedir su americano. Sonrío. Justo ahora se dirige hacia mí manteniendo una sonrisa más hermosa que nunca.
El amor florece; florece dentro de ella, en su vientre, es cada vez más grande. Saludo con naturalidad, pues hemos entablado una pequeña amistad.
-Lo de siempre, ya sabes.
Me guiña el ojo.
-¿Café americano con crema de avellana y un jugo de naranja?
Sonrío con la seguridad de haber acertado. ¿Cuánto tiempo ha pasado?, ¿cómo cambiaste un latte por un americano y éste por un jugo de naranja? Aunque venga sola siempre pide el café, ya no lo toma, plática con él. Cualquiera diría que es un desperdicio, pero para ella significa mucho, además, cuando se va lo deja en la repisa de la entrada y yo lo bebo a escondidas. Milagrosamente, siempre lo encuentro tibio, sin importar el tiempo que tarde en irse.
Mañana le traeré su regalo, un cuento para niños; espero que se lo lea al bebé. Me siento en paz.
Viviré así siempre por ella, por ella sigo en el café y ella viene aquí por él.
Nunca tuve la más mínima oportunidad, no fueron más que ilusiones tontas mías, puesto que para ella siempre fui, soy y seré... LA CHICA DEL CAFÉ.