Todo comenzó cuando iba a cumplir 20 años, para festejar mi cumpleaños, se invitó a los familiares más cercanos, pero al parecer todo el mundo que me conocía quería ir.
La fiesta comenzó a las cuatro de la tarde, todos mis amigos, familiares y conocidos estaban contentos en la fiesta, había algodones de azúcar, dulces de todos los tipos. En la decoración había globos de helio, con figuras de mis caricaturas favoritas.
Lo que más me gusto de la fiesta es que yo hice mi pastel de cumpleaños, de mi fruta favorita de mango con relleno de queso doble crema.
Un mes después de mi cumpleaños salían los resultados, para saber si me había quedado en la universidad, estaba realmente emocionada, toda mi vida había soñado con ir a la universidad.
Fui a mi inscripción, me encontré con un chico el cual se creía demasiado por ir a la universidad, aunque la verdad el aun no era universitario, pero él se creía la gran cosa. Pensé que mi estancia en la universidad sería aburrida, el solo ir a la uní y regresar a casa como siempre lo había hecho durante veinte años.
Tenía la esperanza de tener amigos, ya que no soy muy sociable, todas las personas piensan que soy enojona o sangrona pero la verdad es que no, una vez que me conoces te das cuenta de que soy una chica llena de sueños y aventurera. Nunca en mi vida me he subido a los carritos del supermercado y echarme carreritas con mis amigos, cuidando de que el guardia de seguridad no nos cache, tampoco nunca había ido a un bar, o a una fiesta de noche, siempre soñé con irme de la casa y vivir aventuras, como hora de aventura, indiana nones, pokemon y muchas más locuras que una chica común de mi edad aria, sentía que mi vida ya había acabado.
Era el primer día de clases, no estaba nerviosa, estaba emocionada, me fui a las cinco de la mañana para llegar temprano a los salones donde me tocaba tomar clases y no perderme.
Llegue al salón de Francés, en la esquina se encontraba un chico que parecía musulmán, era alto, guapo, tenía barba de candado, el volteo a verme, pero tenía que entrar al salón, llego el profesor y nos dio una lista de lo que íbamos a ver en el transcurso del semestre.
Saliendo del salón lo volví a ver el seguía parado en la esquina observando a las personas que pasaban y cuando se dio cuenta de mi presencia el volteo, pero decidí seguir mi camino y tome la decisión de no voltear...