Me hubiese gustado tener un despertar más agradable pero el hecho de que el sol me golpeara de lleno en la cara no colaboraba demasiado con mi buen humor.
A duras penas me pude levantar de mi cama, para enfrentar un nuevo día en el trabajo, era increíble que apenas hubiesen pasado 3 días. Parecía una eternindad.
Pero si esta era la única manera de juntar dinero para ayudar a pagar la deuda de mi papá con la mafia , tendría que hacerlo sin quejarme. Después de todo no quería que mi cuerpo terminara en una bolsa en el fondo del mar.
Me miré al espejo. Y si alguien que no hubiese conocido a mi madre tenía curiosidad de saber como era ella, tan solo tenía que mirarme a mí. Era su viva imagen, claro con alguna que otra diferencia.
Había heredado su cabello rizado, sus pecas y sus ojos verdes.Sin embargo no había heredado su cabello dorado, en cambio lo tenía de un rojo vivo, igual que mi padre. Algunas personas me decían que era parecida a Mérida, la princesa de la película de Disney.Pero yo no era tan valiente como ella.
Tomé una bandita e intenté meter mis rulos dentro de ella, pero me dí por vencida al ver que era una tarea casi imposible , así que decidí dejar unos cuantos cayendo alrededor de mi cara.Delineé mis ojos y bajé al comedor para preparar la comida.
Cuando llegué al piso de abajo , pensaba en las cantidades de veces que había deseado que mi vida fuese diferente. Como la de cualquier persona normal de mi edad.Una persona que llegaba a casa y la esperaban con la comida hecha y la recibían con los brazos abiertos. Padres que les preguntaran como había estado su día.
En cambio, tenía esto.Una miserable vida, donde uno de mis padres se fue y no volvería jamás y otro era un adicto que se encontraba durmiendo en un sofá con tres botellas vacías de cerveza debajo de él.
A veces sentía pena por mi padre, y me preguntaba como había sido su vida cuando no era esto.Cuando era una persona normal. La muerte de su esposa lo había convertido en un monstruo y casi no podía reconocer a la persona que de pequeña me contaba cuentos hasta quedarme dormida y me calmaba cuando tenía pesadillas.
-Papá-me acerqué a él para despertarlo.
-Ah hola cariño.Qué hora es?
-Tarde .Debes ir al trabajo.
-Hoy no me siento bien-dijo agarrando su cabeza entre sus manos mientras se enderezaba en el viejo sofá de la sala-Puedes llamar para avisar que estoy enfermo?
-Claro.Vuelve a dormir-respondi.
Una mueca de disgusto asomó en mi cara al ver su estado. Tenía demasiados defectos, pero era mi padre. No podía odiarlo por nada en el mundo. Después de todo fue él quien me dio la vida.No sabía yo que era él quien era el responsable de que pudieran quitármela también.