Hay gente que ama cuando el correo llega, porque por lo general este traía buenas noticias.
Postales de viajes que sus familiares habían realizado, revistas, dinero y los más afortunados recibían cartas de aceptación de grandes universidades.
Yo no tuve esa suerte cuando quise aplicar a Princeton . Había pensado que esa sería mi oportunidad ideal para salir de aquí, había pensado en aplicar a becas y trabajos para poder pagarme alguna de las carreras que ofrecían en su basto catálogo. Desafortunadamente para el comité de admisión no reunía las condiciones suficientes para ser parte de su prestigiosa universidad.
Al diablo Princeton, al diablo mi suerte y al diablo yo por no haber estudiado lo suficiente, y venir de una familia tan disfuncional como esta. Lo único que esperaba era que mi hermana corriera con otra suerte y tomara mejores decisiones.
Aquella mañana tampoco tuve demasiada suerte a la hora de revisar los sobres que habían acabado en nuestro buzón.
Era un sobre negro.En un principio pensé que era un color peculiar , y que esa persona tenía buenos gustos , pero cuando abrí la carta , la rabia me invadió al ver que esta estaba escrita con recortes de revistas, formando frases vagas y vulgares , pero que tenían un claro mensaje.
Tienes 15 días para reunir el dinero o puedes despedirte de tu hija.
Un nudo se formó en mi garganta y resistí las ganas de arrugar aquel papel. Pero no podía, se lo entregaría en la mano a mi padre para que de esa forma pudiera despertar y darse cuenta del lío en el que nos había metido.
Tal parecía que le habían puesto fecha de vencimiento a mi vida y no sería una muy agradable.