La chica del flamenco

XXV

Christopher

Llevaba un día desaparecida, pero para mí parecía una eternidad.Era consciente de que había sido la mafia.

No había sospecha alguna de que era así.Es por eso que me pasé la noche en vela planeando cuidadosamente la manera de sacarla de allí.

El dinero no sería problema.Ya lo tenía en un bolso al lado mío en el auto.El problema era descubrir donde la tenían cautiva.

Intenté rastrear su celular pero debieron de haberle quitado el chip porque no podía dar con él.

En cualquier otra circunstancia habría perdido la cabeza, y me habría rendido, pero no dejaría que nada malo le sucediera a Megan. No me lo perdonaría.Nunca.

Lucharía por ella hasta las últimas consecuencias.

Manejaba por la ciudad, recorriendo cada uno de los peores lugares que alguna vez había visto.No sabía como entraría a  ellos pero encontraría la manera.

Dos horas después.

Estacioné en un callejón, cansado de andar en esta lata.Buscandola por toda la ciudad.El tiempo corría y mis esperanzas se iban con él.

Mi teléfono sonó en la guantera de mi auto.

Era una llamada que llegaba desde su teléfono.

-Dios, Megan como estás?

-Ay crío-dijo una voz del otro lado.Una voz que no reconocía.Una voz demasiado aterrorizante-Ella está en las mejores manos.

-Dejénla ir-grité.

-Que son esos modales?Acaso tus padres no te enseñaron educación?

-Dejenla.ir-repetí-Ya voy en camino con el dinero.

-Que iluso eres. Nunca se trató del dinero.No te habían dicho que era mala educación meterse en los asuntos ajenos.

-Te estas metiendo con mi chica.

-Y su madre se metió con la mía.Arruinando la mía,ya sabes lo que dicen, “ojo por ojo, diente por diente”.

Del otro lado escuché el sonido de un arma desfundandose.

-Despídete.Espero que hayas disfrutado de tu tiempo con ella.

-Espera .No-grité-Te denunciaré.Estoy vigilándote.

-Será demasiado tarde.Ella ya no estará.Despidete-volvió a decir antes de poner a Megan al teléfono.

-Chris-lloró del otro lado-Chris, te amo.

-Que conmovedor-dijo la otra voz antes de apretar el gatillo.

Mi pecho golpeó el volante al mismo tiempo que sentí su cuerpo desplomarse del otro lado.

Se había ido. Mi chica del flamenco se fue.Para siempre.Y nunca tuve tiempo de decirle que yo la amaba también.




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