La Chica del Lazo Rosa

°Capítulo: 05 - «Alguien me observa»

La chica se encontraba a lo lejos, observando al joven, el cual miraba en todas direcciones buscándola.

A ella le divertía bastante la situación. Sabe que el chico ya empezaba a frustrarle, o más bien, ponerle nervioso el hecho de que ella apareciera y desapareciera de esa manera, sin embargo, ella seguía haciéndolo porque quería poner a prueba la fuerza mental del joven, en estos momentos éste ya empezaba a dudar si realmente la había visto, o si solo fue una alucinación.

La chica mira con tranquilidad como el joven aturdido parece estar congelándose vivo, todo su cuerpo tiembla y humo helado sale de su boca mientras habla con su hermano, el cual confundido no entiende con claridad lo que le sucede a su hermano menor. El chico se quita su chaqueta para dársela a su hermano tembloroso por el frío.

— ¡Ay qué bello! —murmura al verlo.

La chica sabe bien lo que ha iniciado al sellarlo, y también las muchas consecuencias que esto puede ocasionar, sin embargo no le importa, está dispuesta a utilizarlo para conseguir su objetivo, aunque esto implique el sufrimiento físico y mental del chico. «Ella definitivamente volvería hacer alguien».

La joven ve como el chico y su hermano se marchan, y entonces se percata como un gato negro los sigue entre las sombras, al ver eso no puedo evitar sonreír.

—Ya no vas a poder hacer nada... Él es mío —susurra, sin embargo el gato parece escucharla a pesar de lo lejos que se encuentra, ya que se detiene y gira su rostro hacia la dirección en la cual ella está. Éste le observa fijamente con sus ojos brillantes los cuales la miraban con enojo. Era obvio que no era un simple gato ordinario. Ese debía ser uno de los seres que la encerraron en aquel entonces.

La joven al verlo no puede evitar reír con más fuerza, para entonces agitar su mano derecha de un lado al otro en forma de despedida, y decir—: Buena suerte —dice en forma de burla, para posteriormente marcharse.

Al llegar a su casa, no termina de entrar bien en esta cuando su cuidador dice.

— ¿Por qué lo hiciste? —pregunta al momento de verla asomarse por la puerta. Él se encontraba recostado de la pared al lado de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho. La estaba esperando.

—No sé de qué me hablas —miente repitiendo aquellas palabras que él le dijo la otra noche, al momento de entrar en la casa y cerrar la puerta detrás de ella.

—No me mientas —Gruñe, enderezandose y acercándose a ella—. Al menos ¿sabes lo que hiciste? ¿Verdad? —interroga. Ella asiente—. Supongo que también sabes que eso no tiene nada que ver con la misión ¿verdad? —continua, a lo que ella simplemente vuelve a asentir—. Entonces ¿por qué lo hiciste? —indaga. Pero ella no quiere contestarle, solo lo ignora y trata de avanzar, pero este la detiene.

—No quiero volver a ese lugar —suelta, antes de que este diga cualquier cosa—. Así que además de usarlo para liberarme, lo usare para volver a ser alguien —revela. Ella trata de soltarse de su agarre pero este se lo impide.

— ¿Quién te dijo que podías hacer eso? Porque no creo que simplemente te haya surgido la idea ahora y mucho menos de la nada —establece.

—La misma chica que me hablo de ti la primera vez —contesta.

— ¿Cuando? ¿Te has vuelto a encontrar con ella? —indaga y ella niega.

—Me lo dijo el día que le conté mi historia y propósito, me dijo que la persona que puede liberarme también puede volverme alguien real —confiesa.

— ¿Quién es ella?

—Ya te lo dije aquella vez... No sé —responde frustrada—. Ella solo me ayudó a escapar de los hombres que me capturaron la primera vez.

—Pero ¿no te dijo su nombre? —insiste.

— ¡Que no! —grita, esta era la vez número cien que le preguntaba lo mismo.

Desde que lo conoció siempre ha tratado de saber el nombre de aquella mujer, de hecho siempre se ha preguntado si es alguien que él cree conocer o si es alguien que busca, pero él solo le ha respondido que es curiosidad pero aun así ella no le cree del todo.

— ¿No piensas soltarme? —pregunta la joven molesta, el chico asiente para finalmente soltarla.

—Creo que no eres del todo consciente de lo que hiciste —expresa mirándola fijamente—. Al sellarlo...

—Voy a evitar que cualquier otro me lo quite —dice interrumpiéndolo en un tono de voz que más bien parece reclamo o advertencia, por lo que el chico entrecierra los ojos molesto.

— ¿No estarás pensando que yo quería quitártelo verdad? —pregunta más que molesto ofendido.

—No sería algo difícil para ti, creciste haciendo esto —comenta la joven.

—Si yo quisiera tomarlo no necesitaría sellarlo, simplemente lo devoraría —establece furioso—. Además si quisiera quitártelo lo haría, al fin y al cabo nunca podrás contra mí y lo sabes —finaliza.

—Entonces ¿lo harás? —indaga tratado de esconder el nerviosismo que siente.

—Tú sabe qué haces años deje de hacerlo —recuerda—. Tu desconfianza realmente me molesta, si no puedes confiar en mí, entonces deberías marcharte —Manifiesta dándole literalmente la espalda, al momento de girar para no mirarla. Ella no se imagina lo mucho que le duele su desconfianza.

—Lo siento —se disculpó la joven al mismo tiempo que lo abraza por detrás, acción que lo tomó totalmente desprevenido—. Lo siento, pero sabes que cada vez que se acerca un año más, el odio y la desconfianza hacia todo me invade, no puedo evitarlo —confiesa. Ella no es tonta, sabe que no puede perderlo, ya que si lo hace estará perdida, nadie más puede protegerla demás de él. Y ahora más que nunca necesitará de su respaldo.

El chico quita lentamente sus manos de sus caderas y gira para mirarla. Era casi imposible que una persona normal pudiera seguir molesto ante la mirada triste de la joven, no obstante, él no es un chico normal.




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