Arioch se muestra impaciente en espera de mi respuesta, mientras mi mente idea cientos de significado a su pregunta, así como miles de respuestas posibles a cada una de ellas.
— ¿A qué se refiere? —pregunto de vuelta luego de un par de minutos, una vez logro calmar mi nerviosismo.
— ¿No me vas a agradecer? —indaga mirándome con una ceja arqueada, y he de confesarles que un suspiro silencioso se escapa de mis labios al escuchar esa respuesta.
—Eh... Claro... Por supuesto —tartamudeo un poco, pero logro controlarme—. Gracias por traerme —agradezco. Arioch asiente mientras me recorre lentamente de arriba abajo. Siento como una gota de sudor empieza a deslizarse por mi rostro a causa de su mirada.
—Trata de no estar por esa zona tan tarde, se vuelve muy solitaria después de las once, y puede llegar a ser muy peligrosa —recomienda una vez termina de examinarme con la mirada.
—Sí, ya me di cuenta. Le aseguro que no volverá a pasar —aseguro.
—Entra —ordena. Simplemente asiento para luego cerrar la puerta del copiloto.
Avanzo unos pasos, pero la curiosidad por saber si se ha ido me invade por lo que giro a para ver si se ha marchado, pero para mi sorpresa aún está ahí, y no solo eso, también ha bajado el vibrio del asiento del copiloto para poder verme.
Vuelvo a retomar el paso, pero en el momento que me dispongo a abrir la puerta de mi casa, un hecho importante me detiene en seco. «¿Cómo diablos él sabe dónde vivo?»
Esa tardía pero importante pregunta provoca que frunza el ceño y me gire a mirarlo, al hacerlo me encuentro con su rostro sonriente, lo que hace que me confunda un más. Arioch parece como si hubiera escuchado mi pensamiento, ya me antes de que me dispusiera a acercarme a preguntárselo él sube el vidrio, para posteriormente marcharse, dejándome con más de una pregunta.
Lo observo alejarse hasta que finalmente desaparece de mi vista. Empezaba a perderme en mis pensamientos, pero el aire frío de la noche me regresa rápidamente a la realidad.
Entro a casa pero no termino de cerrar la puerta cuando mi hermana exclama.
— ¡Estas vivo! —exclama, para luego abrazarme de costado.
—No, estoy muerto, soy un fantasma ahora —digo burlón al momento de cerrar la puerta. Selena se aleja molesta.
—Tonto —gruñe, para luego golpearme en el hombro.
—Aush —me quejo—. ¿Vas a matar mi alma ahora? —pregunto haciéndome el herido, ella solo rueda los ojos para posteriormente marcharse.
— ¿Qué te paso? ¿Por qué llegas a esta hora? —indaga mi hermano una vez termina de bajar la escalera—. Pensé que te había pasado algo —finaliza.
—Me quede dormido en el bus, y para cuando desperté ya era tarde, así que tuve que esperar mucho a que pasará otro —establezco al momento de adentrarme a la casa—. ¡Oye! ¿Y dónde están mis padres? —Indago extrañado al no verlos.
—Se acostaron hace rato —informa mi Selena desde la sala.
— ¡¿Qué?! Uno de sus hijos podría haber estado muriendo, pero ellos ni se inmutan —comento haciendo el herido.
—Eres el del medio Sebastián, recuérdalo, es tu destino ser ignorado —comenta mi hermana burlona desde la sala.
—Si muy ignorado, pero ustedes no se han acostado aún esperándome —argumento.
—No realmente, estamos viendo una película —dice Selena al momento de señalar la película que están pasando por la televisión—. El único preocupado era Samuel, ya sabes cómo es —finaliza.
—¿Y cómo se supone que soy? —pregunta mi hermano mirándonos con su ceja izquierda arqueada.
—Paranoico —decimos Selena y yo al mismo tiempo.
—Yo no soy paranoico —niega, pero todos sabemos que sí lo es.
—Te hubieras ido a buscarle en toda la ciudad como un loco, si todos no te hubiéramos dicho que esperarás un rato —revela Selena. Samuel solo rueda los ojos al escucharla.
—No soy paranoico, solo que las calles pueden ser muy peligrosas si andas solo por ellas de noche —argumenta.
—No veo fallas en tu lógica hermano —manifiesto al mismo tiempo que coloco ambas manos en mis bolsillos delantero y al hacerlo recuerdo que aún tengo la identificación—. Bueno hasta aquí mi plática, estoy exhausto así que buenas noches —manifiesto para luego subir las escaleras e ir a mi habitación.
Al llegar a mi recamara lo miro que hago es poner mi celular a cargar, una vez lo hago dejo mi mochila en el suelo, enciendo la computadora, para posteriormente sentarme en la cama. Saco la identificación de mi bolsillo y me dedico a examinarla por unos minutos. Conforme observo la foto de la chica todas mis dudas desaparecen, definitivamente ella es la chica que he visto en mis sueños. «¿Por qué?».
—Leagh Winston. 3 de noviembre de 1987. Peso 55 kilos. Altura 1'70 cm. Tipo de sangre O- —sin darme cuenta empiezo a leer en voz alta la información la chica—. Ocupación estudiante. Estado soltera. Número de identidad...
— ¿Quién es esa? —pregunta de repente mi hermana a mi lado, provocando que un grito de sorpresa se escape de mis labios.
— ¡Maldición Selena! —grito al momento de levantarme de la cama alterado.
— ¿Qué pasa? —indaga confundida.
— ¡Me asustaste caray! ¿Cuántas veces te he dicho que no entre a mi habitación? y mucho menos así, sin tocar —gruño. A lo que ella simplemente se encoge de hombros, para luego sentarse en la cama y tomar la identificación, la cual se me había caído de las manos por el susto.
— ¿Quién es ella? —Pregunta de nuevo, al momento de examinar con atención la identificación.
—Eso no es asunto tuyo —digo de manera brusca al momento de arrebatarle la identificación—. No toques mis cosas, ni entres a mi habitación sin tocar —advierto—. Sal de mi cuarto —exijo, al mismo tiempo que la obligo a levantarse de mi cama, para posteriormente conducirla hacia la puerta.
—Oye cálmate, no tienes que sacarme, me iré... —gruñe al momento de detenerse—, pero antes respóndeme... ¿Quién es ella? —insiste.
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Editado: 03.03.2024