La Chica del Lazo Rosa

°Capítulo: 09 - «Una plática interesante».


Sábado en la noche.
 

La joven y su salvador observaban desde las sombras al chico, el cual parecía estar teniendo una lucha mental consigo mismo. En estos momentos ya no se creía capaz de diferenciar lo real de lo ficticio, ¿acaso estaba perdiendo la cabeza? Ese pensamiento parece estar gobernando en la cabeza del joven, pero ¿será realmente cierto? El pobre no sabe que la gran parte de lo que ve, escucha y sueña, por más irreal que parezca no lo es.

El chico con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro observar como lentamente está destruyendo la mentalidad del joven. El ver como sufre internamente le divierte de una manera inigualable. Él no puede negar quien es. Por más que ha tratado cambiar sus gustos sádicos nada logra vencer la satisfacción que siente al ver a las personas sufrir, en especial aquellas que no son de su total agrado.

— ¿Realmente es necesario que hagas esto? —pregunta la joven la cual había permanecido en silencio hasta el momento. A diferencia de él, a ella no le complacía ver como el chico era controlado por él.

—Sí —responde con normalidad, sin dejar de observarlo—. Una vez destruya su razonamiento lógico, será más sencillo para ti tenerlo. Creerá y hará lo que le pidas sin protestar —asegura.

— ¿Pero qué pasará si en vez de terminar como deseas se vuelve loco o lo matas? —indaga la chica. A ella realmente no le convencía mucho la técnica que él estaba utilizando.

—No te preocupes, sé lo que hago —asegura.

—Quisiera no hacerlo, pero no sé porque algo me dice lo contrario —confiesa—. Si lo haces de esta manera terminarás matándolo. ¿Acaso olvidas lo que pasó esta tarde? Por culpa de la ilustración que le mostraste empezó a sangrar —recuerda, y en el momento que lo dice él deja de controlar al chico.

La joven se percata como el chico deja de imaginar a su hermano descubriéndolo, y aturdido ve en todas direcciones, para entonces darse cuenta de que todo fue su imaginación. «O al menos eso piensa él».

— ¿Por mi culpa? —Repite, con su ceja izquierda arqueada, al momento de volver a fijar su vista en la joven—. Te equivocas. Lo que pasó no fue mi culpa, sino tuya —acusa, y al ver la expresión de incredulidad de la chica dice—. Ya te dije, yo no voy a dañarle físicamente, ya que si lo hiero a él, también te heriría a ti. Y yo nunca haré algo que pudiera lastimarte y lo sabes —manifiesta, ya le había prometido no hacer nada que ponga en peligro la seguridad del chico, sin embargo sin importar las veces que él se lo repitiera ella no podía dejar de pensar que si lo hará.

—Entonces ¿por qué sucedió... —inicia, pero él la interrumpe.

—Lo que pasó esta tarde fue culpa tuya —afirma, y al ver la expresión que puso la chica se apresura a decir—. El sello poco a poco empezará a tomar fuerza por ende comienza a consumirlo —explica—. Mientras más descubra, más rápido lo desgastará, al mismo tiempo que tú te debilitarás, por eso fue que sentiste mal en la tarde —argumenta, haciendo mención de lo que pasó esta tarde, ya que en el momento que el joven empezó a sangrar la chica sufrió un gran mareo que casi la dejó inconsciente, sin embargo a ella no le preocupa su bienestar sino la del chico. «Al fin y al cabo, ya no puede morir».

—Pero, ¿qué pasa si lo mata antes de que cumpla con mi objetivo? —indaga preocupada, lo que más teme es perderlo, ya que eso implicaría que junto a él se iría su única oportunidad de ser alguien.

—Eso no pasará, porque su alma no podrá salir de su cuerpo aunque éste muera —revela, pero al ver la cara de confusión de la chica dice—. No te preocupes por esas cosas, recuerda que yo voy a ayudarte y mientras yo esté nada de imprevisto sucederá —promete—. Por ahora lo primordial es que te libere de otro más —manifiesta, luego de una pequeña pausa, ella solo asiente.

Ambos vuelven a dirigir sus miradas hacia el chico, y al hacerlo logran ver como su hermano le entrega la identificación.

— ¿Por qué dejaste que tomara? —curiosea la joven.

—Quiero ver hasta dónde puede llegar sin mi ayuda —dice sin más.

—Llegará lejos —asegura la chica, con su mirada fija en el joven, el cual se dirigía junto a su hermano a entrar a su casa.

— ¿Por qué estás tan segura? —indaga extrañado al momento de mirarla, por el tono de su voz parecía estar cien por ciento segura.

—Porque su hermano me conoce, y lo más seguro es que termine acordándose de mí —manifiesta al momento de fijar su mirada en él.

— ¿Cómo que te conoce? Explícate —exige.

—Te lo diré en la casa, vámonos —establece para posteriormente marcharse.

 

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Nuestros labios rozan dispuestos a iniciar del beso, pero entonces la voz de alguien se hace presente obligándonos a alejar nuestros rostros y dirigir nuestra mirada hacia el sonido de su voz.

— ¿Qué crees que estás haciendo Sebastián? —O'Neal, unos de lo seguridad de la escuela se encuentra parado a tan solo unos poco metros de nosotros, maldigo en mis adentros mientras término de bajar a la chica—. Me dijiste que no te escaparías más muchacho ¿A dónde crees que vas? —indaga al momento de cruzar sus manos y llevarlas a la altura de su pecho.

—Tengo un asunto que atender —confieso.

—Pedir permiso para salir solo te costará unos minutos —establece.

—Minutos que no tengo.

—Sebastián...

— ¡Oh vamos O'Neal! Tú no me viste hoy —exclamo, pero O'Neal niega, y me da una expresión de desacuerdo, por lo que me apresuro a decir, antes de que hable—. Tú no sabes nada de mí, así como yo no sé qué fumar a escondidas ni que sales con Julie —suelto sin más, y una vez lo hago observo como su expresión cambia por completo.




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