La Chica del Lazo Rosa

°Capítulo: 10 - «Conexiones y Descubrimientos».

Los gritos desgarradores de una chica pidiendo ayuda mientras llora desesperadamente, terminan lentamente por ayudarme a recuperar la conciencia.

Abro lentamente los ojos, pero me toma unos segundos poder ver todo con claridad. Una vez pude ver bien, me toma unos minutos poder asimilar lo que ven mis ojos.

Leagh (la chica de la identificación) estaba siendo atacada por los chicos que me habían golpeado la otra vez, al recordar lo sucedido no puedo evitar acariciar mi cabeza, y al hacerlo observo como esta se ve cubierta por sangre, sin embargo no siento ningún dolor. Sin esperar más tiempo rápidamente me pongo de pie y tomo un bate que se encontraba a mi lado, supongo con el que me golpearon, ya que este tiene algunas salpicaduras de sangre.

A pesar de que no soy un chico que acude a la violencia en primer instante, vista la situación de manera automática una vez tomo el bate me abalanzo contra ellos, sin embargo no puedo golpearlos, ya que una barrera invisible me impide acercarme, confundido pero ante todo molesto y sintiéndome impotente ante aquella escena, empiezo a golpear aquella barrera, la cual a pesar de no poder ver, si la puedo sentir.

Continuo golpeando mientras grito que se detengan, pero ellos parecen no escucharme. Observo como dos chicos la sostienen mientras uno la golpea y le grita que se calle, y otro intenta desnudarla. Al escuchar sus gritos suplicantes diciéndoles que se detengan y ver como todos abusan de ella mientras se burlan en su cara, solo provoca que mi rabia aumente, hasta que en uno de los tantos golpes que le pego aquella pared invisible término por provocar que el bate de alguna manera logrará atravesar esta y cayera al otro lado golpeando así a uno de los que la sostenían, ese pequeño pero oportuno suceso logra distraerlos, todos miran alrededor más que confundidos y molestos asustados, lo que le dio oportunidad a Leagh de zafarse de sus agarres y salir corriendo. Observo como la podre corre por su vida al mismo tiempo que todos se levantan y van tras ella. Realmente me sorprende que aún tenga fuerzas para correr.

Sin esperar más, empiezo a buscar la manera de poder cruzar al otro lado para ayudarla, cuando de repente alguien me habla.

—Detente Sebastián —la voz de un hombre se hace presente, y con tan solo escucharla, ya sé de quién se trata. Giro y dirijo mi mirada hacia el sonido de su voz, y efectivamente, acerté.

El extraño hombre del autobús de la otra vez, se encuentra parado a tan solo unos pocos metros de mí. Estoy seguro que se trata de él, a pesar de que no recuerdo su rostro sé que es él, sin embargo, no puedo evitar fruncir el ceño al darme cuenta de que a pesar de que lo estoy mirando por alguna razón mi cerebro no procesa su rostro, por lo que pese a que estoy observando su cara al mismo tiempo siento que no lo hago.

— ¿Quién es usted? —indago con seriedad.

—Soy alguien que quiere ayudarte. —Inicia, y a pesar de que quiero preguntarle tantas cosas en este momento lo que más me importa es Leagh, por lo que le digo.

—Perfecto, ayúdeme a salvarla. —Pido a lo que él niega.

—Tú no puedes salvarla, acaso no entiendes que ya todo está hecho, el único que puede ser salvado eres tú Sebastián, pero lamentablemente no te dejas. —Manifiesta por lo que no puedo evitar observarlo con atención.

— ¿A qué se refiere? Hable claro. —Pido, aunque mis palabras se escuchan como una orden.

—Si te liberas ahora de su agarre y sus hechizos y te arrepientes sinceramente podrás vivir muchos años, pero de lo contrario morirás muy pronto y tu alma será enviada directo al infierno a cumplir por tu gran pecado —manifiesta con seguridad.

— ¿De qué diablos me habla? —Gruño con el ceño fruncido—. Hable claro que no le entiendo ¿quién es usted? ¿Qué es lo que quieres de mí? —cuestiono.

—Soy Guztaph, y estoy aquí para ayudarte a abrir los ojos para que así puedas liberarte de ese demonio que te consume —explica—. Mi misión es ayudarte, pero para eso tú también debes ceder, no puedo salvar a alguien que no quiere ser salvado —me acusa.

— ¿Y quién es ese demonio que me consume? —curioseo.

— ¿Acaso aun no lo sabes? ¿No lo ves? —Indaga más que incrédulo sorprendido, este al ver mi expresión suspira y continúa—. Se supone que no puedo decírtelo, tú te involucraste, tú mismo fuiste que lo atrajiste y permitiste que empezara a apoderarse de ti, por lo tanto deberías saberlo a esta altura, ¿de verdad no tienes idea? —Vuelve a indagar esta vez bastante incrédulo, solo asiento—. No te es suficiente todo lo que te ha pasado, lo que ves y sueñas, ¿crees que todo el mundo vive lo que tú? ¿Acaso crees que lo que te pasa es normal? —Establece en cierto tono de reproche— ¡Dios definitivamente los humanos tienen un deficiente intelectual muy grande! —Exclama al no obtener respuesta de mi parte—. Mira eso —indica luego de unos minutos, giro a mi espalda para ver de qué se trata, y al hacerlo no puedo evitar fruncir el ceño.

Al girar me percato de que no me encuentro donde estaba anteriormente, al parecer estoy en otra parte del bosque la cual no había visto antes. La oscuridad que rodea esta área junto al silencio incómodo y el aire tan pesado que se siente es sorprendente, sin embargo lo que me deja estupefacto es verme inconsciente amarrado a un gran árbol con un lazo rosa en mi muñeca derecha y uno grande que rodea mi pecho.

— ¿E... Ese soy yo? —tartamudeo de la impresión mientras lo señalo. Guztaph no me responde, por lo que trato de acercarme para asegurarme de no estar viendo una alucinación, pero él me detiene.

—No puedes acercarte. ¿Acaso no ves que no estás solo? —establece con seriedad al momento de detenerme. Y entonces, y solo entonces me percato de sus presencias.




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