La Chica del Lazo Rosa

°Capítulo: 13 - «Después del beso llega la tormenta».

— ¿Qué crees que estás haciendo? —le pregunta con seriedad a aquel ser que la ha alejado del Joven.

—Eso debería de preguntarte yo a ti, ¿qué crees que estás haciendo? —indaga devuelta en el mismo tono que ella utilizó—. ¿Tratas de matarlo? —cuestiona al momento de fijar su mirada en el chico el cual no sólo ha perdido la conciencia sino gran parte de su fuerza, la cual le fue succionada por ella.

—Por supuesto que no, lo necesito con vida —contesta la chica con normalidad.

—Así... Y eso ¿por o para qué? —curiosea.

Con una sonrisa de lado y una expresión de cinismo, lo recorre de arriba abajo con calma, tanto ella como él saben que esa pregunta sobra, sus intenciones con el chico a estas alturas no han de ser un secreto para nadie por lo que una vez termina de examinarlo lo ignora y se va a recoger el libro el cual finalmente tiene liberado de aquel lazo que lo cerraba.

La tormenta que detonó la liberación del lazo que rodeaba el libro cesa finalmente, al mismo tiempo que el cielo comienza a aclararse nuevamente.

— ¿No crees que todo esto es una exageración? —Indaga al momento de llegar a su lado nuevamente—. ¿Qué va a pasar el día que sea completamente libre? ¿Se acabará el mundo? ¿O vendrá un tsunami? —cuestiona burlona, no obstante su comentario no le hace nada de gracia.

—No tienes por qué hacer esto Le... —inicia pero se calla en el momento que aparece de la nada al lado de la joven su cuidador—. Arioch —pronuncia sorprendido al verlo.

— ¿Cómo estás Guztaph? —Indaga con normalidad, no obstante él no le contesta, entonces su mirada se detiene en Sebastián el cual aún sostenía Guztaph en sus brazos inconsciente—. ¿Qué haces? ¿No se supone que no debes involucrarte con los vivos? —indaga luego de unos minutos.

—Se me ha asignado su caso —anuncia con normalidad.

— ¡Vaya! Ya veo que estás subiendo de rango, de ser un cazador de almas ahora estás asignado a atrapar demonios —comenta en un tono particular al momento de empezar a acercarse lentamente a él—. Felicidades —finaliza.

—No te confundas, no estoy aquí para atraparla a ella sino para protegerlo a él y evitar que sea utilizado —establece.

—Pues entonces has decaído, de ser 'El gran cazador Guztaph' a ser cuidador de niños —manifiesta diciendo 'El gran cazador Guztaph' con tono de burla sin embargo él no le contesta, sólo se aleja a depositar con cuidado a Sebastián en el suelo, y una vez hecho eso enderezarse y observarlo fijamente con seriedad—. Aunque se te haya asignado salvarlo eso no significa que puedas ignorar las reglas y aparecer frente a él o salvarlo como lo hiciste —lo acusa—. Has cometido una falta, así que deben de estar esperándote —asegura al mismo tiempo que señala el cielo con su dedo índice.

— ¿Por qué la estás ayudado? ¿Qué es lo que esperas conseguir de ella? —indaga sin más, ignorado todo lo que él ha dicho (ya que a pesar de ser cierto es lo que menos le importa ahora), mientras lo observa fijamente con los ojos entrecerrados.

—Eso no es asunto tuyo —contesta de manera cortante.

— ¡Qué espera!, ¿realmente estás ayudándome a cambio de algo? —indaga sorprendida la chica la cual había permanecido hasta el momento en silencio.

— ¡Claro, ¿qué esperabas a que 'El gran Arioch' te ayudaría solo por tu linda cara?! —exclama en el mismo tono que utilizó Arioch al decir 'El gran cazador Guztaph' anteriormente, no obstante a Arioch no le produjo nada de gracia por lo que su enoje se hizo más que evidente.

—Cállate Guztaph que no se te olvide que a pesar de que yo no esté allá sigo y siempre seguiré estando por encima de ti, así que ten cuidado de cómo te refieres a mí —advierte y recuerda con seriedad.

—Quizás, pero eso no cambia nada, tú sigues sin ser bienvenido, y mientras no puedas entrar al cielo o al infierno tu autoridad en estos no ha de ser respetada, al menos por mí... Por qué para mí solo eres un ángel caído sin autoridad —manifiesta.

—Él no es un ángel caído —contradice la joven rápidamente lo que no le da tiempo a Arioch de responder su atrevida acusación.

—Aunque no lo sea, lo es para mí —sostiene con firmeza, Guztaph observa como los labios de Arioch se entreabren para responderle, por lo que se apresura a decirle con el mismo tono—. Por cierto, ayer la vi, está cumpliendo muy bien su castigo —finaliza y al hacerlo sabe que traspasó la delgada línea de tolerancia que Arioch pudiera llegar a tenerle, pero ya era demasiado tarde para disculparse. Para cuando Guztaph se dio cuenta de la situación ya Arioch había llegado a su lado y lo había tomado del cuello con fuerza con su mano izquierda y con la misma lo había estampado a la pared que tenía detrás.

En tan solo segundos, esas simples palabras lograron cambiar a Arioch completamente, no sólo su ojos se habían vuelto rojos, llenos de furia y odio sino también su rostro había cambiado a su forma demoníaca mostrando a la vez su verdadero ser.

A pesar de querer esconder el miedo que siente ante la situación le es básicamente imposible, porque sabe que ha mencionado lo innombrable, y que ya es demasiado tarde para disculparse... Ya ha despertado su furia.

— ¿Cómo te atreves? —grita Arioch con rabia y con una voz profunda y demoniaca. Sin embargo, este no le da tiempo a contestar, Arioch entierra su mano derecha en su pecho provocando que este grite de dolor.

Al escuchar el grito desgarrador expulsado por Guztaph la chica la cual hasta el momento se encontraba en silencio observando la situación sin poder decir o hacer algo por la impresión finalmente reacciona y sin siquiera pensarlo corre hacia su cuidador, rodea su cintura abrazándolo por detrás y le grita que lo suelte mientras trata de alejarlo, sorpresivamente este luego de un par de segundos vuelve en sí y lo suelta lo que provoca que caiga al suelo de forma brusca para luego simplemente desaparecer.

Durante unos largos minutos, ambos permanecieron en silencio, Arioch por su parte trata de calmarse y volver a la normalidad mientras la chica aún sin soltarlo deposita su cabeza en su espalda.




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