Me despierto sobresaltado gritando y golpeando todo lo que se encuentra a mi lado, por lo que los quejidos de los chicos no tardaron en escucharse.
— ¡Sebastián, maldición...! ¡¿Qué diablos te pasa?! —gruñe Erick quien se encontraba sentado a mi lado y al que le había pegado unos cuantos puñetazos del susto.
Mi respiración está agitada, siento que no puedo respirar por lo que sin responderle, bajo la ventanilla permitiendo que entrara aire fresco, saco un poco mi cabeza para que la fría brisa pudiera golpear mi rostro, y de esta manera que me demostrara que siento, que estoy vivo y a salvo.
— ¡Oye, cierra eso que se escapa el aire, y entra la cabeza antes que un camión te la arranque! —ordena mi hermano desde el asiento del copiloto al momento de percatarse de mi acción.
Aún me encuentro tan exaltado y nervioso que no puedo prestar atención a nada de lo que dicen mi hermano y Erick. Sin embargo, cuando finalmente logro tranquilizar y normalizar tanto mi respiración como los latidos de mi corazón tomo una última inhalada de aire fresco, me enderezo en el asiento y cierro la ventanilla para luego inconscientemente examinar mi estómago.
— ¿Qué te pasa Sebas? ¿Te sientes mal? —indaga Michael al momento de girar a mirarme.
—Tuve el sueño más extraño y aterrador de mi vida, realmente pensé que iba a morir —le cuento aún acariciado mi estómago.
—No, vas a morir una vez nos desmontemos de este auto —asegura Erick quien se encuentra a mi lado —. ¡Mira lo que me hiciste! —Exclama, al momento de señalarme su labio, por el cual se deslizaban unas gotas de sangre—. Si me sale algún moretón te partiré una pierna —me amenaza mientras examina su cara con la cámara de su celular.
—Lo siento —me disculpo. Trato de tomar su rostro para poder inspeccionar mejor su herida, pero este rápidamente aleja mi mano de su cara.
—Sentirlo no ayuda en nada, casi me sacas un diente a puñetazos —me acusa molesto.
—Estaba dormido —le recuerdo.
—Y yo también, y mira que bien me has despertado —bufa, para luego empujarme con el hombro hacia la ventana por lo que hago lo mismo.
— ¡Ya chicos, no empiecen! —reprocha Michael al vernos comenzar una guerra de empujones.
— ¿Empiecen? ¿Acaso no ves lo que me hizo? —cuestiona alterado señalándole su labio y pómulo izquierdo. Mike y Paul lo observan fijamente unos minutos para luego echarse a reír, sus risas son tan contagiosas que termino uniéndome a sus carcajadas—. Ah sí ríanse, pero si me sale un hematoma te sacaré todos los dientes de tres patadas Sebastián —augura para luego volver a examinar su rostro con amargura.
—Deja las amenazas Erick —gruñe mi hermano.
—Tú no entiendes Samuel, pero ellos sabes que no me gusta la violencia, sin embargo mi cara es mi bien más preciado, ¿cómo quieren que conquiste y me salga con la mía si mi hermoso rostro se ve arruinado y adornado de moretones y rasguños? —cuestiona—. Ve, ve, ve, ve cómo se está formando un moretón en mi bello rostro —lloriquea airado.
Nadie le contesta, una vez Erick empieza a quejarse por algo nadie lo para y mucho menos si ese algo tiene que ver con su rostro, aspecto, cuerpo o mujeres.
— ¿Qué hora es? ¿Falta mucho? —interrogo luego de unos minutos.
—Van a ser las once, estaremos llegando aproximadamente en media hora —me informa Samuel y asiento.
— ¿Y Joseph? —inquiero luego de unos segundos al no sentirlo.
—Lleva dormido todo el camino, a diferencia de ti parece tener un sueño más tranquilo, sin embargo más le vale que despierte porque me duele el hombro —me responde Paul quien se encuentra sentado al lado de la otra ventanilla, Joseph tenía su cabeza apoyada en el hombro de este.
Una vez dicho eso, permanecimos en silencio, lo único que se escuchaba era la radio y las quejas de Erick quien en ningún momento dejó de plañir lo mucho que le dolía el rostro y todo lo que me iba a romper cuando llegáramos.
Sin embargo, y alejado de todo eso en lo único que yo podía pensar era lo que acaba de experimentar, a pesar de ser un sueño se sintió tan real. «¿Qué pasa si lo que vi fue la real muerte de la chica?» A pesar de que presiento que eso es, me niego a pensar que realmente haya personas que comentan semejante bestialidad por gusto.
Permanecí ensimismado en mis pensamientos todo el camino, hasta que la voz de mi hermano me regresa a la realidad, lo que a su vez me permite darme cuenta que ya nos encontrábamos entrando al pueblo donde vive la abuela de Joseph. Al adentrarnos en este observo una que otra casa y la larga carretera rodeadas por árboles «¿Aquí ha de ser donde termina o empieza el bosque?». Estoy tan emocionado y curioso a la vez por visitar aquel lugar, que si fuera por mí iría directo a verificar si lo que acabo de soñar sucedió en realidad o fue solo un sueño extraño, de no ser porque ando con los chicos, además de que soy consciente que sería una locura hasta para mí y eso es mucho decir.
Hoy es el día y este es el lugar en donde iré a buscar las respuestas a mis preguntas. Y presiento que las encontraré, quizás no todas pero si las suficientes.
—Despierten a Joseph para que nos oriente —pide mi hermano al momento de detenerse en una esquina ya que la carretera se divide en tres caminos, todos parecidos el uno del otro.
Paul empieza a mover ligeramente a Joseph tratando de despertarlo, sin embargo este no lo hace por lo que lo dice su nombre más alto mientras lo mueve de un lado al otro con más fuerza pero nada.
— ¡Oigan chicos, no despierta! —Exclama Paul preocupado luego de unos minutos de seguir intentando despertarlo—. Se ve muy sudado, ¿creen que le este pasado algo? —indaga angustiado.
— ¿Cómo va a despertar con esos movimientos que le das? Tal parece que lo estás meciendo para que caiga aún más en su sueño —le reprocha Erick—. Tiene que despertarlo así... ¡Joseph despierta que ya llegamos! —Le exclama Erick al momento de acercarse a este y pellizcarle el cachete derecho y halarlo hacia él, elevando un poco a Joseph, lo que provoca que este al instante despierte agitado.
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Editado: 03.03.2024