La Chica del Lazo Rosa

°Capítulo: 16 - «En busca de respuestas».

Casa de Arioch
 

La joven y su cuidador se encuentran en la biblioteca de la casa analizando el libro, el cual finalmente ha sido liberado por Sebastián.

Ha transcurrido alrededor de una hora desde que Arioch empezó a leerlo y hasta el momento no ha dicho ni una sola palabra. La chica ya se había aburrido de esperarlo.

— ¿Dice algo interesante que pueda ayudarnos? —inquiere de repente al momento de levantarse del sofá en el cual se encontraba recostada, para entonces acercarse al escritorio donde se encuentra Arioch leyendo.

Una vez la joven llega su lado se sienta sobre la mesa del escritorio y le quita el libro, para entonces empezar a pasar las páginas de este. Pero al no poder entender el significado de estas vuelve a indagar.

— ¿Dice algo que pueda ayudarme?

—No realmente —contesta con normalidad al momento de ponerse de pie y quitarle el escrito, para luego avanzar hacia uno de los libreros y colocarlo en este.

— ¿Qué...? Espera —chilla confundida poniéndose de pie y avanzando hasta él—. ¿Me estás diciendo que esto no dice algo que nos pueda ayudar? —indaga incrédula al momento de pararse en puntillas y tomar el libro de donde Arioch lo había colocado.

—Sí dice algo —inicia. Al ver la expresión de confusión de la chica continúa—. Pero lo que dice ya lo sé, además lo estamos haciendo —finaliza con sosiego para luego volver a quitarle el libro y ponerlo donde estaba.

—No entiendo —dice—. ¿Qué quieres decir con eso? Además ¿por qué lo guardas ahí? Es mío. Dámelo —cuestiona y pide por último extendiendo su mano pero éste niega.

—Te equivocas, es mío. Yo lo escribí —confiesa sin más.

— ¿Tú lo escribiste? —repite con escepticismo a lo que él asiente—. ¿Eso quiere decir que sabes todo lo que está escrito en él? —inquiere a lo que éste solo vuelve a asentir—. Entonces ¿por qué diablos estuviste una hora leyéndolo como si no lo conocieras? O más bien ¿por qué nunca me lo dijiste? —indaga molesta, pero él solo se encoge de hombros enojándola aún más—. No tenemos tiempos para esto Arioch, ¿por qué me pediste que liberaba el libro primero en vez de a mí? —cuestiona alterada—. El tiempo se acaba —le recuerda—. Muy pronto será el...

—Relájate, todo a su tiempo —establece con serenidad interrumpiéndola.

— ¿Cómo puedes decirme eso después de que tú mismo me dijiste que deberíamos terminar con esto lo más pronto posible? —le cuestiona mientras niega.

—Lo sé, pero las cosas han cambiado de rumbo —le recuerda y acusa al mismo tiempo. Ésta solo agacha la cabeza mientras suspira—. Relájate y confía en mí, sé lo que hago —manifiesta al momento de tomar del mentón a la chica y elevar su rostro haciendo que sus ojos se posen en los suyos—. Además ¿qué crees que pasará si te quita todos los lazos al mismo tiempo? —Le pregunta pero como realmente no quiere oír su respuesta, en el momento que está separa los labios para responderle continúa—. Casi lo matas por sólo haber liberado el libro, imagínate que pasaría si te quitara los lazos que te quedan al mismo tiempo —finaliza.

—Pero... —inicia un tanto dudosa.

—Relájate y confía en mí —suplica al mismo tiempo que posa su mano derecha en la larga cabellera negra de la joven y caricia ésta suavemente—. Sé lo que hago y por qué lo hago. No te preocupes, yo me encargaré de que todo salga bien —promete—. Cumplirás tu objetivo y yo el mío de eso no tengas la menor duda —le asegura. La chica suelta un suspiro para luego simplemente asentir.

Arioch le da una última acaricia a su cabello para entonces alejarse.

—Oye, pero sea como sea el libro es mío, me lo dieron, por ende debes dármelo —suelta de repente en el momento que este se dispone salir de la biblioteca. Arioch gira a verla y entonces niega.

—Te equivocas, sólo fuiste la mensajera que me regreso algo que pensé que nunca iba a volver a ver —establece con morriña observando el libro. La chica no le responde por lo que se da media vuelta y se marcha de la biblioteca.

La joven permanece en silencio unos segundos, para luego darle una última mirada a aquel libro el cual por mucho tiempo pensó que iba a ser su boleto directo la libertad, no obstante ahora finalmente ha entendido que ese boleto no es más que Arioch. Estaba segura que por eso fue que aquella mujer le entregó el libro, sabía que para que Arioch decidiera ayudarla tenía que ver que tuviera alguna relación con ella.

A decir verdad, la curiosidad por saber; ¿quién es esa chica?, ¿cuál es o fue su relación con Arioch?, ¿por qué está dónde está? O ¿por qué terminó así? La han invadido desde hace años. Y a pesar de que ha vivido cinco años junto a él, éste nunca le ha mencionado algo al respecto, al contrario tal pareciera dolerle, entristecerle y removerle de culpa el alma de solo escuchar mencionarla, al igual que a aquella mujer, ya que la vez que le habló de él se veía de la misma manera que se pone Arioch cuando la menciona.

La joven ya se estaba perdiendo en sus pensamientos por lo que al darse cuenta agita levemente su cabeza regresándose así a la realidad.

La chica le da un último visto al libro para entonces marcharse, sin embargo en el momento que se dispone salir de la biblioteca de repente siente una brisa fría abrazar sus huesos inmovilizándola y al momento como una extraña niebla negra la rodea, quiere gritar por ayuda, pero no puede hacer nada, súbitamente siente como si alguien la levantara tomándola del cuello y elevándola unos centímetros del suelo. Inmovilizada y con un frío que cubre sus esqueleto hasta el punto que cree que estos se han congelado, siente como si algo la apuñala en el estómago atravesándola por completo para luego soltarla con fuerza.

Arioch se encontraba en el segundo piso avanza por uno de los pasillos, cuando de repente se percata del cambio de temperatura y la fuerte respiración de la chica por lo que rápidamente se teletransporta hasta donde ella está llegando justo a tiempo para atraparla, impidiendo que cayera al suelo con brusquedad.




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