La Chica del Lazo Rosa

°Capítulo: 21 - «Aléjate de mí».

Abro lentamente los ojos, y al hacerlo lo primero que visualizan estos es el rostro de mi hermano, por la posición en la cual se encuentra de manera instantánea le tiro un puñetazo el cual hábilmente él logra esquivar.

— ¡Qué diablos! —Gruñe, alejándose.

— ¿Qué diablos te pasa a ti? ¿Qué haces aquí? —Chillo incorporándome en la cama. La luz del cuarto se encuentra encendida, pero no genera en mí ningún malestar, me adapto a ella con rapidez. — ¿Qué haces aquí? —Inquiero limpiando mis ojos.

—Me he acordado de algo. —Inicia fijo mi vista en él confundido, pero entonces veo como toma un bolso del suelo y me lo lanza. Con ceño fruncido tomo este y al abrirlo observo nuestra ropa ensangrentada. —No nos hemos deshecho de esto. —Señala. —Papá casi la encuentra esta tarde, gracias a Dios yo estaba cerca, ¿Te imaginas lo que habría pasado? —Cuestiona, solo asiento como respuesta mientras me rasco la cabeza con mi mano derecha. —Debemos botarla Sebastián. —Apunta y asiento tirando la bolsa al suelo, no quiero que su olor se impregne en mis sabanas.

—Y ¿Dónde se supone que...?

—Yo tengo el lugar, pero tienes que acompañarme. —Añade interrumpiéndome y tomando la bolsa del piso.

—Bien que te parece si vamos mañana a en la tarde, después de la escuela. —Propongo con desdén.

—Sebastián...

Observo el reloj que está en mi escritorio y abro ampliamente los ojos al darme cuenta de que son las tres y ocho de la madrugada. Tras esto fijo mi vista en mi hermano y me tomo unos segundos para escrutarlo con atención.

—Te ves falta. —Suelto sin poder evitarlo. — ¿Cuándo fue la última vez que dormiste mínimo cinco horas? —Curioseo al momento llevar mis pies fuera de la cama. Samuel no me contesta, pero sus ojeras mezcladas con su aspecto deplorable, me responde por sí mismo. —Debería descansar y dejar de darle tanta mente a lo insignificante. Enfocarte en dormir, recuperarte y en terminar tu tesis. —Aconsejo, pero mis palabras solo parecen enojarlo.

— ¿Insignificante? ¿Descansar? —Repite ofuscado. — ¿Acaso crees que ignorando todo cambias algo? —Cuestiona molesto.

—No, pero el no dormir o agobiarte tampoco. —Mantengo poniéndome de pie para empezar a estirarme.

—Todo esto es tu culpa Sebastián, te dije que no fueras a ese sitio y no me escuchaste. —Me acusa.

—Lo sé, y admito mi responsabilidad, sin embargo también es tuya, no te invite y fuiste. —Señalo en el mismo tono acusador.

—Ni siquiera pienso responderte. —Gruñe. —Cámbiate nos desharemos de esa ropa antes que sea vista o encontrada por otra persona. —Ordena.

—Considero innecesario que salgamos a esta hora a eso, pero si con ello conseguiré que te relajes y suelte por fin el tema, pues, ya estoy listo. —Digo dirigiéndome hacia mi armario en busca de una chaqueta o abrigo, me encuentro en pijama y no pienso desvestirme para eso. Tomo una chaqueta y me la pongo, Samuel me observa molesto, pero no dice nada, me coloco unos zapatos y abro la puerta. —Si papa se... —Inicio en un susurro.

—Descuida, yo me encargo, como siempre. —Bufa en tono obvio, para luego salir de la habitación. Me detengo un momento tras escucharlo. Frunzo el ceño intrigado, siento que he escuchado eso antes. —Sebastián. —Me llama Samuel al ver que no me he movido de la puerta y haciendo que vuelva en sí antes de que me ensimismara en mis pensamientos. No digo nada, solo salgo y le sigo de cerca.

 

*** TIEMPO DESPÚES ***

 

Viernes 11 de noviembre del 2016.
Cuatro y diez de la madrugada.
4:10 AM
 

Nos encontramos en unos de los barrios más frecuentados por adolescentes y adultos nefastos, personas adictas a todo tipo de sustancia, así como indigentes, es una de las zonas con más crímenes a mano armada, este lugar ocupa siempre las primeras posiciones de los rankings de los peores sitios para vivir o los más peligrosos de nuestro país.

Estamos específicamente debajo del puente que conecta con otra de las peores zonas, rodeados de drogadictos, mendigos, alcohólicos, y algunas bandas.

Hace aproximadamente diez minutos o menos que habíamos llegado. Fuimos directamente a uno de esos barriles de metal que se utilizan como fogatas, que se estaba desocupado, e introdujimos la ropa en este. Samuel consiguió un poco de gasolina la cual le rociamos para intensificar las llamas. No entendí por qué este lugar específicamente, ya que solo no estamos, tampoco considero este el sitio más confidencial para esto, pero como no estoy de ánimos para cuestionarlo, lo sigo sin rechinar.

Hasta el momento nadie se había mostrado interesado en nosotros, por lo que todo iba bien, no obstante, visualizo a lo lejos como un grupo de tres chicos y dos chicas se aproximan a nosotros, y por cómo nos ven fijamente sé que realmente es para donde nosotros que vienen por lo que me pongo en modo alerta, golpeo ligeramente a mi hermano en el hombro para que dirija su mirada hacia el grupo que se aproxima, él al inicio se observa confundido, pero al fijar su vista en ellos me capta. No obstante, me sorprendo más al ver como este sonríe.

— ¡Hombre, no pensé en verte aquí de nuevo, que milagro! —Exclama el más fortachón de todos al llegar a nosotros. Mi hermano sonríe y le saluda con un abrazo fugaz para luego disponerse a saludar a todos. — ¿Qué te trae por aquí Samuel? —Indaga ahora con su mirada fija en mí.

—He venido a tomar aire. No he podido dormir en días, mi insomnio me está enloqueciendo así que pensé que un poco de aire fresco sería suficiente para recuperar mis sentidos. —Establece mi hermano sonriendo.

—Aquí abajo hay de todo menos aire fresco. —Asegura una de las chicas con desdén, recorriéndonos a ambos con atención. —No será que has venido por otra cosa. —Le cuestiono con picardía acercándose a él, posando sus manos en su pecho.




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