La Chica del Lazo Rosa

°Capítulo: 27 - «¿Quién eres tú?».

— ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué te llaman Leagh? —Inquiero mirándola. Esta permanece en silencio inmune a mi pregunta, la neutralidad de su rostro me recuerda a su aspecto de antes, cuando ignoraba a todos y actuaba como un fantasma en la escuela. Sin embargo, pese a eso, tomó su mano y por un instante su expresión se emblandece. — ¿Los conoces? —Pregunto con voz suave. Sus labios se entreabren dispuestos hablar, pero entonces de la nada el flash de una cámara acompañada del sonido al tomar una foto hace que ambos desviemos la mirada hacia la procedencia de la misma.

Ryan acababa de tomarnos una fotografía, su rostro aún mantenía la sorpresa y escepticismo de antes. Este observaba la pantalla del celular, pero eventualmente la fijo en nosotros.

— ¿Cómo es posible? ¿Estoy alucinando? —Murmura acercándose a nosotros. Antes de que me cuenta, esta toma a Rubí por los hombros y la pega a él.

— ¡Pero ¿Qué diablos?! —Exclamo al reaccionar, inmediatamente intento que la suelte, pero se resiste.

— ¡Estás muerta! —Escupe con negación mientras desliza sus manos hacia su rostro, arropando el mismo con sus palmas. La incomodidad de ella solo aumentaba y para rematar de la nada, este la abraza con fuerza y en ese momento ya es suficiente, ejerzo mayor presión y logro por fin alejarla, por el brusco movimiento Rubí cae al suelo y por poco yo con ella, pero logro mantenerme de pie.

—Vamos Ryan. —Ordena Melody tomándolo de la mano, los observó con ceño fruncido mientras ayudo a Rubí a ponerse de pie. —Ya luego aclararemos esto. —Asegura con su mirada fija en la chica a mi lado. Dicho esto, ambos se tranquilizan. El mayor se acerca a su hermano y lo levanta, Melody lo ayuda a colocarlo sobre su hombro. —Nos volveremos a ver Sebastián. —Promete justo antes de marcharse.

No fue hasta que los vi subirse a la camioneta e irse que volví a centrar mi mirada en Rubí, esta continua en silencio, pero su rostro era serio, muy serio, parecía furiosa, sus manos están hechas puño.

— Oye, ¿Estás bien? —Inquiero posando mi mano derecha en su hombro izquierdo. En cuanto sus ojos se encontraron con los míos, todo su cuerpo se destensó. Más no parecía feliz ni aliviada.

—Estoy harta de todo esto. Solo quiero que se termine. —Suspira mirándome, en sus ojos podía ver lo honesta que era, estaba cansada. Pero ¿De qué exactamente?

— ¿De qué hablas? ¿Te sientes mal? —Cuestiono preocupado, pero ella niega.

—Ya quiero vengarme. Necesito liberarme de este sufrimiento. Quiero vivir Sebastián. De verdad necesito volver a ser yo. Me lo merezco. —Exclama alejándose unos pasos, elevando sus brazos en señal de frustración, peinando a su vez su cabello hacia atrás.

A pesar de la situación me veo cautivado unos segundos por su belleza, aún frustrada y molesta se veía extraordinariamente hermosa. Su melena negra contrasta de maravilla con su piel pálida. Puedo ver la sedosidad de su pelo en el momento que este se desliza con sencillez por sus dedos. Sus ojos oscuros poblados por unas largas y voluminosas pestañas se detienen en mí y por un segundo siento mi corazón detenerse para entonces retomar sus latidos de manera acelerada.

No sé cómo he llegado a este punto y tampoco entiendo por qué, pero ella provoca en mí sentimientos que sencillamente no soy capaz de ignorar o evitar. Es como si estuviera hechizado con su belleza, con su forma de ser, su extrañeza. Pese a todas las sensaciones que han empezado a abrumar mi ser, logro responderle segundos después de que sus ojos se posaran en mí.

—No te entiendo. —Inicio con voz baja, aun perdido en su mirada, en su belleza. — ¿Vengarte de quién? ¿Vivir cómo? ¿No te sientes feliz? —Pregunto al restablecerme por completo.

—No, me siento muerta. —Contesta al instante. –Estoy muerta. —Chilla, por su expresión, parecía que iba a llorar, pero no lo hace.

— ¿Cómo? —Emito aturdido.

— ¿Podemos seguir hablando en otro lugar? He venido a confesarte la verdad y no puedo irme hasta que lo sepas todo. —Confiesa. —De verdad lo siento por ti Sebastián, en serio. Pero no tengo tiempo, debes saberlo todo para qué entonces puedas ayudarme a ser libre de nuevo. —Se disculpa más, no entiendo nada de lo que dice. — ¿Podemos irnos a otro sitio? —Vuelve a solicitar.

No entendía nada de lo que decía o más bien no lograba comprender el significado detrás de sus palabras, pero sabía que hablaba en serio, tanto como conocía que esta es mi oportunidad, es el momento que tanto había deseado. El día que mis preguntas serían contestadas, el día que confirmaría si estoy loco o estoy metido en algo más.

—Claro —Respondo por fin. —Podemos ir a donde quieras.

—Hay un lugar al que tengo que llevarte. —Asiente.

—Iré por las llaves del auto.

 

*** TIEMPO DESPÚES ***
 

 

Prendimos partida unos segundos después de finalizar nuestra conversación. No tenía idea de adonde me guiaba, pero seguía paso a paso sus indicaciones. Era lejos, bastante más de lo que pensaba.

Habíamos salido de la ciudad, el camino fue silencioso, Rubí solo me hablaba para darme instrucciones y una vez daba fijaba su vista al otro lado. Se encontraba recostada del asiento del copiloto con su mirada fija en la carretera. Desde mi asiento no era capaz de ver su rostro, su cabello lo cubría, por lo que no sabía en qué estado estaba realmente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.