Hace un tiempo conocí a una chica, era muy alegre y risueña, pero su interior estaba agrietado y lastimado, sus heridas nunca pudieron cicatrizar y esto la llevo a la desesperación. En este simple lugar, con paredes amarillentas y mohosas, se guardan todos sus secretos, sus luchas, sus demonios y su corazón.
Sueños rotos que buscan la libertad en el final.
Sus noches era tormentosas, los demonios la absorbían, sus cicatrices pueden demostrar sus batallas nocturnas, algo si tenía claro…ella nunca salía vencedora. Sus recuerdos del pasado la perseguía con fervor y su presente no la dejaba tener un descanso, ella solo esperaba que su futuro fuera mucho más brillante, esa era su esperanza
Cuando llego a ese futuro recordó esa triste esperanza…pensó que era patética.
Cuando salía la luz del sol tenía que volver a usar su máscara, su verdadero ser nunca fue conocido por nadie. Creía ser patética, pero su fortaleza era admirable; sus sonrisas falsas eran a la vez tan genuinas, su vida era construida en una falsa realidad.
Esa es una pequeña parte de lo que era mi vida, pero para saber porque pasaba por todo esto deben saber un poco de lo que fue mi vida hasta los 14 años. Un acontecimiento demoledor cambió todo lo que era y en todo lo que creía.
La única pregunta que yo me hacía era, ¿Cuándo podré ser feliz?
¿Por qué todo me pasa a mí? ¿Estaba destinada a estar sola?
No entendía que daño había hecho a las personas, en realidad, ¿Yo me merecía todo eso? Algunas veces pensaba que sí, que me merecía todo ese dolor porque era una persona miserable y sola. Porque nadie me quería.
A nadie le importaba y nunca le importaría...