Los sábados al mediodía ya se acaba la semana laboral. Los clientes ya han empezado a ser atendidos por los doctores. Es bonito ver el cambio que se produce desde cuando entran, algunos incluso ayudados por otras personas, y cuando salen, que quieren verlo todo. Los doctores les recomiendan que no fuercen la vista, pero el volver a ver es algo fantástico.
Mari ha ayudado a los doctores en las primeras operaciones, pero ellos son muy buenos profesionales y enseguida se han adaptado a los nuevos equipos.
Es hora de irme para casa así que me voy despidiendo de todos, cuando llego a despedirme de Mari ella me dice.
─ ¿Ya irte?
─Si, ya he acabado mi jornada, los sábados acabamos a las dos.
─ ¿Puedo acompañarte?
De la legión de doctores solo queda Mario que llama a la chica y le dice que venga con él a comer.
─Today, perdón. Hoy no puedo.
─ ¿Quedamos más tarde?
─No sé.
Me coge la mano y nos vamos. A mí no me gusta mucho que me toquen, pero ella me da una tranquilidad que me hace sentir bien.
─ ¿A dónde nos vamos?
─Yo me voy a casa.
Ella no me suelta la mano mientras yo me voy para casa, durante un rato no decimos nada, solo vamos caminando. De repente ella me habla.
─ ¿Puedo contarte un secreto?
─Yo sé guardar secretos.
─Quiero pedirte perdón por mi primer día, la verdad es que no te conocía y he abusado de tu amabilidad.
─ ¿Hablas bien el castellano?
─Si, mi madre es española. Mi nombre es Marika Virtanen González. Mi madre siempre se empeñó que debía aprender su idioma y la verdad es que me encanta y lo práctico bastante porque suelo venir una vez al año a casa de mis abuelos. De hecho, después de aquí me iré a estar unas semanas con ellos, están bastante malitos y quiero verlos antes de volver a mi casa.
─ ¿Y por qué no has hablado así con los doctores?
─Empezaron a reírse de mi nombre y me pareció muy mal, así que quise seguirles el juego para ver que decían de mí al parecerles una chica que apenas entendía su idioma, y la verdad te das cuenta de lo hipócritas que son las personas, y no solo los hombres.
─Es que tu nombre suena raro aquí, pero no es feo.
─Lo sé, pero es muy común en Finlandia y a mí me gusta, es de origen eslavo y significa “María”
─Yo también voy a empezar a hablar raro.
─No Andrés, tú eres muy listo y ya te has dado cuenta de muchas cosas, no hace falta que finjas que no sabes el castellano.
Sé que también te marginan, pero tú eres mejor que ellos y cada día les das lecciones que nos son capaces de entender.
─Es que ellos son doctores, han estudiado mucho.
─Los estudios no les ha hecho mejores personas.
Te invito a comer, ¿te apetece?
─Yo los sábados como en casa.
─Pero podrás comer conmigo hoy, ¿verdad?, o tienes otro compromiso.
─No, no tengo ningún compromiso.
─Pues nos vamos a ese restaurante que hay en la otra calle.
─Ese no me gusta.
─Bueno, pues como tú eres de aquí, ¿Cuál me recomiendas?
─Me gusta el italiano, pero solo voy cuando llueve.
─Hoy no tiene mucha pinta de que vaya a llover.
─Yo los sábados como en casa.
─Sabes una cosa, aunque hoy es sábado y no llueve nos iremos al italiano. Me apetece una pizza.
─A mí me gustan los espaguetis.
─Creo que voy a seguir tu ejemplo y los comeré también.
Seguimos cogidos de la mano y nos vamos a mi restaurante preferido, “Las 4 Góndolas”.
─ ¿Has estado alguna vez en Italia?
─Si, dos veces.
─Y existen esos barcos.
─Sí, son típicos de los canales de Venecia, en otros lugares también los hay pero no se conocen con ese nombre.
¿Tú has estado alguna vez?
─No.
─ ¿Y te gustaría ir?
─Sí, tiene que ser bonito.
─Pues en unas vacaciones coges a tu chica y te la llevas allí, os va a encantar.
─No tengo chica.
Marga es mi amiga, es mi vecina, suele venir a casa para ver si estoy bien.
─Mira eso está muy bien.
─Hola Andrés ─Me dice el camarero que nos atiende.
─Es raro que vengas por aquí en sábado.
─Estoy con mi amiga Mari.
─ ¿Encantado Mari?
─Lo mismo digo.
─ ¿Qué van a tomar? Para ti Andrés tus espaguetis a la carbonara, ¿y para usted?
─Lo mismo, me ha dicho Andrés que los preparan muy bien.
─ ¿Y para beber?
─Para mí un poco de vino blanco.
─ ¿Un Verdicchio?
─Me parece correcto.
─Andrés para usted una botella de agua.
─Si, gracias.
El camarero se va a preparar la comanda.
─Es un bonito sitio, gracias por traerme Andrés.
─Me gusta la comida italiana.
Durante la comida tuvimos una agradable conversación en la que Mari me contó todo lo que hacía, me hablo de su país, y de la ciudad donde vive con sus padres.
Una vez terminada la comida y el helado que Mari me compro nos despedimos.
─ ¿Qué te pasa? ─Me pregunta. ─. Te veo un poco nervioso.
─Tengo que sacar a la calle a Roky, es su hora.
─No me has hablado de Roky, ¿Quién es?
─Es mi perro. ─Le enseño una foto que traigo en la cartera.
─Es muy bonito.
Bueno Andrés, me tengo que ir yo también, quiero preparar las maletas que ya el martes me voy a ir, aquí ya he acabado mi trabajo.
─Vale. ¿Me das un beso?
─Pues claro, pero mejor dos.
Y así después de los dos besos que me dio me fui a mi casa a sacar a mi perro.