Ayer recibí una llamada de Mari, me dice que ha hablado con mi jefe y que tengo dos semanas de vacaciones, va a venir a buscarme para que vayamos los dos juntos en el mismo vuelo, ella me ha sacado los billetes. Nunca he ido en avión, estoy muy nervioso y no he podido dormir en toda la noche. Volar es ser como los pájaros, ¿podré verlos volar?, no creo, los aviones van muy, muy altos.
Hoy está lloviendo y no he podido ir al parque a comer y decirle a Fermín que me voy de vacaciones, además hoy no estaba que se iba al médico. Quizás no puedo decírselo tampoco a él porque es un secreto que tengo con Mari.
Gracias a los nuevos equipos estamos adelantando las operaciones, eso es bueno porque la gente cuando la llamo se alegra mucho y me da las gracias.
─Estoy muy nervioso ─Le dice un joven a su madre. Ella también está muy nerviosa, pero le dice que todo va a ir bien. Ella me hace la pregunta a mí.
─ ¿A qué todo va a ir bien?
─Si, todo va a ir bien, los doctores son muy buenos profesionales y seguro que todo sale perfecto.
─Pero están tardando mucho, dijeron que para las cuatro, y ya son las cuatro y media.─ dice el joven.
─No te preocupes hijo, los doctores tiene que tardar el tiempo necesario.
─Ya, pero yo me quiero ir, no me quiero operar.
─Venga tranquilízate, piensa que en unas horas ya podrás quitar esas gafas, y verás mucho mejor.
─No sé qué empeño tienes en que me quite las gafas, yo veo bien y me encuentro a gusto con las gafas.
─Bueno, no seas pesado y no me armes ningún espectáculo, ya lo hemos hablado y es lo mejor para ti.
─Pues yo no quiero.
─Señora si su hijo no quiere operarse igual tiene que hacerle caso. ─ le dice otra señora que está en la sala de espera.
─ ¿Quién le ha dicho a usted que tiene que decirme lo que tengo que hacer?
─Mama, no quiero operarme, y no me voy a operar.
─Pero hijo, hemos gastado mucho dinero y ahora no nos podemos volver atrás.
─Esto no hay quien lo entienda, si fuera usted quien se operase lo entendería, pero siendo su hijo. ¿Por qué lo obliga? ─Vuelve a decir la misma señora de antes.
─Pero bueno, quien le ha dado vela en este entierro.
Se levanta y se enfrenta con la otra señora. Yo voy a la sala de espera a pedirles que se tranquilicen y tengan un poco de silencio.
─Señoras, hagan el favor de tranquilizarse.
La señora del hijo se enfrenta a mí, me empuja y acabo cayendo al suelo.
─Otro que se vuelve a meter en lo que no le importa.
Me levanto con un dolor en la cadera y me voy a mi asiento. De la sala de operaciones sale un doctor que me recrimina que no pare ese jaleo que hay en la sala de espera.
─Andrés, ¿qué es que no lo ves?, manda que se acabe ese alboroto.
─Lo he hecho doctor, pero me ha empujado al suelo y me duele la cadera.
El doctor se va a la sala de espera y al verlo todos se callan antes de que diga nada.
─ ¿A ver qué es lo que está ocurriendo aquí?
Nadie contesta ahora.
─Usted señora, ¿por qué estaba gritando?
─Es que el hijo de esa señora no quiere operarse.
─Si no es su hijo para que meta baza.
─Eso doctor, eso mismo es lo que yo le estaba diciendo.
─A ver, ¿qué problema tenemos con la operación de su hijo?
─No me quiero operar, es mi madre la que me obliga a operarme.
─No le haga caso doctor, es que mi hijo...
─Creo que eso es algo que no debemos hablar aquí, vengan a mi despacho.
Andrés, ¿Cuál es mi siguiente cita?
─La operación de Mario, el chico que está ahora con usted.
─Perfecto, pues nos vamos a ir los tres a mi despacho y aclararemos esto.
─Es que no es normal que, si el chico no quiere operarse, se le obligue. ─ vuelve a decir la señora. El doctor se gira y le dice.
─Esos asuntos no le conciernen, así que por favor no vuelva a comentar nada.
─Muy bien dicho doctor. ─Le dice la madre del chico.
Durante quince minutos estuvieron reunidos en la consulta del doctor, al final salen y la mujer está muy enfadada.
─Pero vamos a ver quién es el que paga aquí.
─No me importa quién sea la persona que pague, de momento solo ha pagado la consulta que es lo que le hemos hecho. La operación está sin cobrar. Y nosotros no podemos operar a una persona sin su consentimiento. Y en este caso como ha quedado claro el chico no desea ser operado.
─Pero es un menor y está a mi cargo.
─Sigo diciendo que él es la persona que debe dar su consentimiento.
─Pues ya hablaré yo con él y vendrá a operarse, aquí o en otra clínica.
─Como usted desee, pero siempre con la conformidad de la persona que va a ser operada.
Buenas tardes
La señora se lleva arrastras a su hijo que no para de llorar.
─Andrés, déjame cinco minutos y avisas a mi próximo paciente.
─Si, doctor.
─Y por favor que no vuelva a haber un jaleo así, esto es una clínica, no la barra de un bar.
─Pero doctor la señora me empujo.
El doctor no ha respondido se ha ido a la sala de reuniones.
Por la noche me ha llamado Mari, me dice que en unos diez días vendrá a buscarme, y me ha enviado una lista de todas las cosas que tengo que preparar. He ido a casa de Marga para que me ayude a prepararlo, yo no tengo maleta.
─ ¿Pero Andrés quien es esta chica?
─Es mi compañera de trabajo.
─ ¿Puedes decirle que venga a verme?, ¿cuándo la conociste?
─La conocí hace una semana. No está aquí, se fue a ver a sus abuelos.
─Que raro, y ¿por qué quiere llevarte a ese país que esta tan lejos?
─Porque es mi amiga y me quiere enseñar su país.
─ ¿Tienes su número para hablar con ella? No me parece normal que te vayas de viaje así sin conocer a la persona.
─Por eso me decía Mari que no debía decírselo a nadie, que era un secreto.
─Andrés, creo que no debes hacerlo. Tú estás muy bien aquí con tu vida controlada, para qué vas a ir a un lugar donde no conoces a nadie.
─Conozco a Mari.
─Dame su número de teléfono, por favor.
─ ¿Vas a llamarla?
─Sí, quiero preguntarle unas cosas.
─ ¿Qué quieres preguntarle?
─Déjame su número y ya luego te digo.
Marga marca el número que le he dado y llama a Mari
─Buenas tardes.
─Hola, buenas tardes. ¿Quién me llama?
─Hola, soy Marga, la vecina de Andrés.
─Si dígame, ¿ha pasado algo?
─Me está diciendo Andrés que le ha llamado y que quiere que vaya con usted a Finlandia. ¿Es cierto?
─Sí, es cierto.
─Creo que no se da cuenta quien es Andrés, y sus dificultades. No entiendo cómo sin conocerlo quiere que vaya con usted.
─Si, ya me he dado cuenta quien es Andrés y de sus dificultades, pero que quiere que le diga, me parece una persona fantástica y quiero enseñarle un poco más de lo que hay a su alrededor. Él está muy interesado en viajar y yo quiero enseñarle un poco del lugar donde vivo.
─No creo que esté entendiendo la situación. Usted no conoce a Andrés, pero quiere llevarlo para que conozca donde vive. Si ha estado un poco de tiempo con él se habrá dado cuenta de que todo lo que es nuevo le condiciona mucho, y me está diciendo que va a ir a un lugar, muy lejos de aquí, donde no conoce a nadie, ni conoce la zona.
¿Usted sabe cómo se pone cuando está desubicado, las crisis que puede pasar?
─Yo quiero ir ─Le digo a Marga.
─Calla Andrés, déjame hablar con la chica.
─Si, no niego que tiene toda la razón, usted lo conoce mejor que yo. Entienda que yo voy a estar con él y que va a vivir ese tiempo en mi casa y que siempre va a estar acompañado por alguien que él conozca.
Por suerte o desgracia, tenemos un caso en la familia, una prima, que tiene una situación como la de Andrés y aún con todas las dificultades que eso conlleva siempre ha valorado muy positivamente que la tratemos como una más y que pueda hacer lo que más le gusta que es viajar.
─Pero perdone que le diga, ¿Por qué lo hace?
Le cojo el teléfono a Marga
─Mari, yo quiero ir.
─Déjame Andrés, que estoy hablando yo.
─Pues la verdad es que no lo sé, pero ya lo acaba de oír, esa ilusión que él tiene me la ha trasmitido y quiero hacerle cumplir su deseo.
No tema nada, no le vamos a hacer nada malo, ni aprovecharnos de él. Es más, hablaré con mi madre para que prepare otro cuarto para que usted pueda venir.
─ ¿Yo?, yo no puedo, tengo bastantes cosas que hacer aquí.
─Serán solo diez días.
─No puedo, mi trabajo me lo impide.
─Como vea, por mi parte y por la de mi familia no habrá problema en que usted venga, si cree que eso será mejor para Andrés.
─Se lo agradezco, pero no puedo.
Y no me quedo muy a gusto con que Andrés se vaya con usted sin apenas conocerla.
─Créame que la entiendo, pero de verdad que no hay ninguna cosa mala en mi intención de llevarlo a visitarnos, y que estaremos pendientes en todo de momento de él y de sus necesidades.
─ ¿Esta lista que me pone es la que tengo que prepararle?
─Bueno es lo que pienso que va a necesitar, no sé si tiene alguna medicación que tomar, o algo más que llevar.
No obstante, yo iré un día antes de irnos y me gustaría poder hablar en persona con usted, para que me diga todo lo que necesito saber. Bueno, o puede llamarme en cualquier momento, yo ahora estoy con mis abuelos y tengo tiempo para atender el teléfono.
─Me parece muy bien que podamos vernos antes de que se vaya,
¿Va a necesitar pasaporte?
─No, estamos dentro de la comunidad europea y no se necesita ningún tipo de pasaporte, pero sí que lleve la cartilla del médico, el carnet de identidad y cualquier otra documentación que pueda tener.
Yo estoy sentado en la butaca del salón, mis pies tienen vida propia y no dejan de moverse, tampoco mis manos.
─ ¿Quieres dejar de moverte que me estás poniendo nerviosa?
─ ¿Me puedo ir?
─Andrés, yo no te puedo impedir nada, solo soy la amiga de tus padres y tuya. Desde su falta me he hecho un poco cargo de ti, pero eres mayor de edad y puedes tomar tus propias decisiones. Me gusta que me consultes lo que vas a hacer, porque me gusta cuidarte.
─Te quiero Marga.
─Yo también te quiero Andrés, te quiero como el hijo que no tengo.
¿Quedas a cenar hoy conmigo?
─No puedo, tengo que sacar a Roky.
─Si, pero después. Voy a hacer una tortilla,
─Tengo que hacer la maleta.
─Hay tiempo, no te preocupes, yo te lo voy a preparar todo. Y por cierto vete mentalizándote que Roky no va a poder ir contigo, tendrá que quedar esos días conmigo.
─Pero yo quiero que Roky venga conmigo.
─No hijo, no dejan subir perros en los aviones.
─ ¿Seguro que no dejan?
─Bueno, no es de verdad del todo, pero Roky está muy mayor para viajar, además son solo diez días.
─Pero yo tengo que sacar de paseo a Roky
─Ya lo hago yo, tú por eso no te preocupes.