Hoy es un día soleado, veo los pájaros volando en lo alto del cielo y algunas ardillas van saltando de árbol en árbol sin fijarse en mí. Según voy caminando veo moras y frutos que voy cogiendo y comiendo mis manos se van llenando de pinchos de las zarzas. Están muy ricas y van manchando mis manos de colores morados y rojos que el agua no quita.
En la espesura siento ruido, me giro para ver si es un troll, pero es un pequeño reno que al verme se ha alejado a toda prisa.
─No tengas miedo, yo no te voy a hacer daño. ─Se lo digo, pero él no vuelve.
Por fin llego al río, es un río muy pequeño que corre muy rápido. Me gustan las cascadas, yo pensaba que el ruido era de una cascada, de esas altas que golpean con fuerza las rocas del suelo. Me arrimo con cuidado porque, aunque no parece que sea profundo, tengo miedo de que me lleve.
Desde donde estoy puedo ver la montaña, los árboles también suben la cuesta, es como si quisieran llegar a la cima, una cima que esta blanca por la nieve.
─Si, eso de arriba debe ser la nieve. ¿Estaré cerca de la casa de Papa Noel? ─Mari me decía que me iba a llevar y que estaba cerca. Yo no quiero molestar a Papa Noel, pero sí necesita que le ayude yo puedo hacerlo. Si, igual me quedo a vivir un tiempo con Papá Noel.
Empiezo a caminar entre los árboles para llegar a la montaña. Mis botas negras ahora son de un color indefinido, no se sabe si son verdes, marrones, negras y tengo los pies mojados porque para llegar al río tuve que cruzar por sitios que tenían agua.
Sigo los caminos que los animales del bosque van haciendo, algún reno se escapa al sentirme llegar, pero no veo trolls, ni los que había en el otro bosque que eran de madera.
Ya me he caído varias veces, tengo pupas en las manos y en las rodillas, mi madre me dice que cuando tengo heridas tengo que lavarlas con agua. Yo estoy buscando otro río para poder lavar las manos y beber agua que tengo sed. La humedad que hay en este bosque hace que tenga sed.
Es muy difícil caminar por el bosque porque no hay caminos, ya he perdido el camino de los animales y tengo que ir abriendo nuevamente camino con mis manos.
El cielo se ha puesto gris y vuelve a sentirse frío, el viento trae alguna gota de lluvia por lo que tengo que buscar un lugar donde guardarme por si se pone a llover.
Antes he vomitado, no me gustan los frutos rojos que comí por la mañana, tengo frío y me duele la cabeza, pero sigo caminando hacia lo alto de la montaña.
Aún falta mucho para llegar a la nieve, la vista que tengo desde este lugar es muy bonita, se ve como el bosque cubre todo el lugar. También se ve las nubes negras que se acercan a la montaña y los rayos de sol saliendo entre los claros al otro lado del bosque.
A lo lejos en la montaña veo una cabaña, es muy pequeñita para que entre una persona, … a lo mejor es de algún ser que vive en esta montaña, o las hacen para que los animales se guarden cuando llueve.
Las gotas de lluvia empiezan a aumentar y me estoy mojando así que voy más rápido para llegar a la casa. Esta se hace cada vez más grande a medida que me voy acercando, ahora ya creo que puede guardarse en ella una persona.
Por fin he llegado, la puerta está cerrada, pero al darle al pestillo que tiene se abre y puedo entrar dentro, afuera está lloviendo muy fuerte y yo tengo toda la ropa empapada de la lluvia, dentro también hay alguna gotera, pero se está mejor que fuera. Por más que miro no encuentro el pulsador de la luz, ni tampoco veo bombillas en el techo, ni tiene televisión, ni lavadora, ni nevera … no tienen nada. Miro y solo veo una cama de paja, una mesa de madera, un banco, un pequeño armario y una chimenea.
─ ¿Quién vive aquí?, y ¿cómo es que no tiene televisión?
Hay un poco de leña en la chimenea que intento encenderla, como vi hacer a Mari, para calentarme. En el armario hay un pantalón y una chaqueta de piel de animal, parece la piel de un oso, grrrrrrr. En una película vi una vez unos hombres que se disfrazaban de osos para luchar.
─Grrrr, grrrr
Voy haciendo esos ruidos por la cabaña. Me he quitado la ropa mojada para no ponerme malo y me he vestido con esa ropa. El pantalón tiene una cuerda que he apretado bien para que no se me caigan porque es de una persona muy gorda …. ¡Papa Noel, es gordo! …, pero seguro que no es de él porque no es de color rojo. Y la chaqueta pica un poco.
El fuego está encendido y yo me pongo a calentarme cerca de el, también he puesto la ropa para que se seque, y estoy acercando mis pies arrugados y blancos para que se calienten.
La ventana no tiene cristales y el frío entra entre las maderas, tengo suerte de tener el fuego. Sigo teniendo sed y en esta casa no hay agua ni vasos, únicamente hay un cuenco que parece un plato pequeño. Lo cojo y lo dejo fuera para que se llene con el agua de la lluvia, como enseguida se llena ya voy saliendo a buscarlo para beber, lo que no tengo es para comer. Me acuerdo de los espaguetis que comí en el restaurante Góndola, el de Ralf, aunque estaban más buenos los de Paolo.
Me acuesto en la cama de paja con el pantalón y la chaqueta que me sigue picando por todo el cuerpo, tengo frío, aunque tengo la cara y el cuerpo ardiendo.
Me duermo, no paro de tiritar en toda la noche, el fuego se apagó y no había más leña seca en la cabaña.