El día ha despertado y el sol entra por el tejado iluminando la cabaña, me he puesto la ropa que traía que ya está seca y la ropa que encontré en la cabaña, pero no consigo entrar en calor, he metido algo de leña en casa para ver si se seca y puedo utilizarla para hacer un fuego.
He salido con el cuenco que usaba para beber para buscar algo de comida y meterlo en el. Veo bayas de color rojo, pero esas no las como, la otra vez me sentaron muy mal, aun ahora al verlas me da dolor de barriga. Voy guardando frutos del bosque que voy encontrando, no sé cómo se llaman, pero están ricos,
Aunque el día es de sol el tiempo está frío, debe ser la nieve que como es blanca da más frío.
Voy recogiendo más leña que encuentro y más frutos para llevar a la cabaña.
Estoy malo, sí, creo que estoy malo y tengo fiebre, tengo el cuerpo ardiendo, pero tengo frío. Marga cuando tengo fiebre me da una sopa calentita, una sopa de fideos, o de estrellitas, una vez me dio una con letras y yo estuve haciendo mi nombre con ellas... y también hice el de Marga, pero el de Fermín no lo hice, cuando vuelva a tomar sopa de letras voy a poner el nombre de Fermín.
Yo quiero que venga Marga, quiero que me cuide y me dé miel para el catarro, seguro que tengo catarro.
La noche vuelve a caer y yo he conseguido después de mucho tiempo encender la chimenea. El viento está azotando con fuerza, hubo un momento en que me asuste mucho, porque estaba comiendo unos frutos y la puerta se abrió así de repente, y dio un golpe muy fuerte, y yo me asuste, y pensé que alguien venía a quitarme el fuego.
Este fuego es mío, yo lo hice, lo estoy cuidando y le estoy dando leña seca para que no se apague. Afuera se oye un ruido como el de los lobos, me dice Fermín que si no miras mal a los lobos ellos no te hacen nada. Yo si veo uno voy a cerrar fuerte los ojos para que no me haga nada.
He dejado el cuenco fuera con unos frutos por si los trolls vienen a verme, ya ha pasado tiempo sin que me venga a buscar Mari, y aún no he visto a los trolls.
Me acuerdo mucho de Mari, no lo digo, pero me gustaría que estuviera aquí conmigo y me cogiese de la mano, como en el avión, sé que no tengo que apretarle fuerte porque la manco.
Quiero volver a subir en el avión, cuando vuelva a trabajar me voy a ir en avión, le diré a Mari que me compre los billetes para ir a ver las góndolas, Me gusta hablar con Mari, con Johannes no porque me quiere pegar y me habla raro, no habla en español y no le entiendo, además me dijo que era un puto.
─Yo no soy puto.
Me pongo a llorar porque eso no me gusta.
Quiero seguir despierto pero la fiebre me hace dormirme. Sueño cosas malas y me despierto sudando, pero con frío voy a la chimenea y meto el último tronco de leña, mañana tengo que ir a por más.
Ha amanecido otra vez, pero no tengo fuerzas para levantarme, pero tengo que levantarme porque tengo que ir a buscar más leña seca para la chimenea que está apagada, anoche cuando me acosté después de poner el último leño estaba nevando.
Consigo levantarme apoyándome en la mesa, intento abrir la puerta, pero no puedo, empujo, empujo, pero no consigo moverla. Caigo de rodillas al lado de la puerta de madera y me pongo a llorar, no quiero estar aquí, quiero que venga Marga, quiero que me lleve Mari, quiero ver a Fermín, quiero acariciar a Roky.
La fiebre, el cansancio, la desnutrición de esos días hace que caiga desmayado. No sé cuánto tiempo he estado inconsciente, abro con dificultad mis ojos y veo una silueta que anda dando vueltas por la cabaña, ha encendido el fuego y está mirando por una ventana, yo apenas puedo distinguir quién es, parece como un duende de larga barba. Es muy grande, quiero incorporarme para verlo mejor, pero mis fuerzas me abandonan y nuevamente me desmayo.
Siendo unos dedos en mi nuca y agua fresca que moja mis labios y resbala hasta mojarme el cuello, las gotas siguen recorriendo mi cuerpo, mis ojos no se abren y siento un murmullo que no entiendo.
─Bebe un poco más, te vendrá bien. ¿Qué haces tú solo por estas tierras?
Digo palabras sin sentido y vuelvo a caer en un sueño profundo, que se rompe cuando los dedos vuelven a coger mi nuca y ahora noto en mi boca un líquido caliente que no consigo distinguir.
─Toma un poco más te vendrá bien, esta sopa te hará entrar en calor y que empieces a sentirte mejor.
Con dificultad abro los ojos y veo la imagen difuminada de un troll, un ser magnífico que me está cuidando.
─Hola Troll, ¿puedo pedirte un deseo?
Quiero irme a casa de Mari. Le voy a decir que tú me has cuidado.
─Bien, eso está bien, ya empiezas a reaccionar. Tengo que bajar al pueblo a buscar ayuda, ahora es de noche así que ya bajaré mañana. Ven te voy a acercar a la chimenea para que entres en calor.
El ser me coge con sus fuertes manos y me lleva hasta la chimenea, mi cuerpo debe estar ardiendo por la fiebre, pero el calor me gusta, me viene bien. Quiero hablar con el ser pero no tengo fuerzas ni para hablar, ni para moverme.
─He traído unas tiras de carne que suelo traer cuando vendo a la montaña, sé que serán un poco duras para ti, pero te irán bien.
Me da un trozo como de jamón que mete en mi boca, yo no tengo fuerzas para morder así que voy chupándolo un poco.
─Gracias.
─El tiempo parece que no cambia, no para de nevar. A mí me gusta este tiempo, suelo venir a mi cabaña para disfrutar de estos días para desconectar un poco de este mundo y ponerme a escribir, esta paz y tranquilidad no la encuentras en la ciudad.
Me sorprendió mucho verte aquí, pensé que estabas muerto, pero por suerte he llegado a tiempo. Si los del tiempo no hubiera dado que venía este frente frío no hubiera subido y cuando llegase solo vería un cadáver pegado a mi puerta.
Sé que me escuchas y me ves, pero estás tan débil que mírate apenas puedes sostener el trozo de carne en tu boca.
No puedo ofrecerte gran cosa porque no me gusta recibir visitas, pero en fin, ya que estas aquí tendré que ser por lo menos buen anfitrión.
Se ve que no eres un ladrón, porque si te hubieras fijado bien, debajo de la mesa tengo una trampilla donde suelo dejar guardo algo de comida. A veces las tempestades duran varias semanas y si no estas bien preparado puedes llegar a pasarlo mal. Lo tengo aquí guardado porque no es el primer excursionista que viene y se lleva mi comida y rompe mis cosas. No sé por qué la gente tiene ese afán de romper, o robar lo que no es de uno.
Durante unos días ese ser estuvo cuidándome y dándome de comer, poco a poco fui recobrando las fuerzas, pero la vista aún la tenía muy cansada.
─Creo que hoy no va a nevar más así que aprovecharé para bajar a la ciudad y pedir ayuda. Te dejo al mando de todo, he cargado la chimenea bien de leña y le he bajado el tiro para que dure un poco más, supongo que a última hora de la tarde volveré con la ayuda.
Al final la ayuda vino al día siguiente, las condiciones y la falta de visibilidad impidieron que los cuerpos de rescate pudieran subir a buscarme.
El fuego ya estaba apagado y yo estaba en la cama con la ropa y unas mantas que había traído el ser.
Yo ya podía oír algo mejor, pero los hombres no estaban hablando en español, posiblemente fuera finlandés.
─Fíjate, parece que es el chico que estaba perdido.
─No creo, ese chico dicen que anda por la ciudad, seguramente estará en alguna casa de recogida, o mendigando en alguna esquina.
─Fíjate bien. Saca la foto que nos enviaron de la policía.
─Pues sí que se le parece.
─Fíjate, tiene la misma chaqueta, y ropa que describe en la denuncia de desaparición.
─Chico, ¿eres tú Andrés?