Han pasado dos días y ya estoy bajando de la habitación del hospital.
─Hasta luego, Miska.
─ ¿Ya irte Andrés? ─Me dice una de las enfermeras. Son muy buenas, me cuidaron el tiempo que estuve en el hospital y me cantaban canciones. Yo les enseñé a hablar en español.
─Buenas noches.
─No Miska se dice, Hasta luego.
─Eso, hasta luego Andrés.
─Hasta luego Anneli.
La chica también me saluda con la mano, ella no aprendió español.
─Jolín Andrés, que ligón estás hecho, ya tienes dos novias para ti. ─Me dice la madre de Mari
─No son mis novias, son mis enfermeras.
La madre y el padre de Mari han venido a buscarme, también esta Marga. Mari ha tenido que ir a trabajar y hasta por la tarde no viene a verme.
Les he dejado otra caja de galletas que me trajo Marga ayer, y las enfermeras se han puesto muy contentas.
Hemos llegado a casa. No me dejan hacer nada, pero yo me he escapado y estoy recogiendo leña para la chimenea.
Está anocheciendo y estoy viendo que el cielo se vuelve a cargar de estrellas, a lo lejos en la espesura veo al gran alce blanco que se queda mirando para mí. En la cabaña cuando estaba enfermo venía a menudo a mi cabeza la imagen del alce. No muy lejos entre los árboles veo otros ojos mirando hacia la casa. Yo saludo con la mano, sé que es el troll que me estuvo cuidando en la cabaña.
Cuando entro en la casa la oscuridad ya ha ocupado todo lo que no está alumbrado por las farolas de la calle.
─ ¿Dónde estabas? ─Me dice Marga.
─Pensábamos que estabas en la cama descansando. No te das cuenta de que está muy frío y que puedes coger una pulmonía. No estás curado Andrés, tienes que tener cuidado de no volver a recaer
─He ido por leña para la chimenea y he visto …. ─Como antes no me hicieron caso sobre el troll prefiero callarme y no decir que lo he visto hoy.
─ ¿Qué has visto?
─Que estaba anocheciendo, y el cielo se está llenando de estrellas.
─Si, la verdad que el cielo aquí está muy bonito. Lo que no se puede ver en esta fecha son las Auroras Boreales.
─ ¿Aurora Boreales?, ¿Qué es eso?
─Es cuando el cielo se vuelve verde, o algo parecido.
─Eso lo vi yo en la televisión. ¿Puedo verlo?
─Me dicen que es en febrero cuando puede verse.
─Yo quiero verlo. Me voy a quedar a verlo.
─Andrés, aún faltan unos meses y te recuerdo que tienes que ir a trabajar. Ya te has pasado unos días de tus vacaciones y ya he tenido que hablar con tu jefe para decirle que había habido un problema y que pronto volveríamos.
─Sí, tengo que ir a trabajar, pero en febrero vengo a ver la Aurora Boreal.
─Ya tengo el justificante que le tienes que llevar a tu jefe.
Y para venir tendrás que preguntarle a Marika.
En ese momento Mari entra por la puerta y yo voy a abrazarla.
─Mari, quiero ver la Aurora Boreal, Marga me dice que es en febrero, y que no puedo quedarme porque tengo que ir a trabajar, pero voy a hablar con el jefe para que...
─ ¡ Andrés! ─Grita Marga.
Todo el mundo se queda parado al oír a Marga llamarme de esa manera.
─ ¿Que pasa Marga?
─Quieres dejar a Marika en paz.
─A ver qué pasa Andrés. ─Dice Mari mientras se quita el abrigo y las botas.
─Que quiero ver la Aurora Boreal. ─Lo digo despacio y suave.
─Eso suele ser en febrero.
─Si, eso me dice Marga, pero quiero verlo.
─Vale, tengo que hablar antes con Marga, pedir unos días en el trabajo y hablar con tu jefe para ver si te da unos días en esas fechas.
─Siiii.
─Pero, si Marga nos deja, esta vez no me separaré de ti.
Marga no pone buena cara, se ha llevado un gran disgusto al saber que había desaparecido y no quiere que me separe de ella.
─Bueno ya veremos muchachito, que el susto que me has dado no me lo va a quitar nadie del cuerpo.
─Marga, yo también he tenido un gran disgusto y créame que he hecho todo lo imposible por encontrar a Andrés. Confié un poco en nosotros. Todos hemos visto que Andrés a pesar de todas sus dificultades ha sido capaz de defenderse solo en un ambiente tan extraño para él. Ya ha visto todo lo que nos ha contado.
─No se le puede creer todo lo que nos ha contado. ¿O acaso se cree como él dice que existen los trolls?
─Claro que no lo creo. Pero si es cierto que hay mimos en el parque y esa pizzería que nos comentó existe realmente. Vale que algunas cosas no son muy creíbles, pero nos da una idea que es capaz de afrontar los problemas, quizás mejor que nosotros mismos.
─A mí me dejas sola aquí y en la situación que estaba él y me muero.
─Pues ya ve, él es una persona muy especial, que a pesar del miedo al contacto con otras personas ha sabido superarse y sobrevivir. Lo que es increíble fue encontrarlo a tanta distancia de donde estaba en el bar.
─Sí, estaba muy lejos.
─Entonces, ¿lo dejara venir a ver la Aurora?
─Ya veremos.
─Venga usted con él y verá que este espectáculo es digno de ver, por lo menos una vez en la vida.
─Marga, quiero venir a verlo, quiero venir, quiero venir.
─Vale Andrés, deja de ser tan pesado.
─Bueno, no insisto más, queda mucho tiempo aún para que sea la fecha y tendremos tiempo de ir hablando.
─Después de la cena nos iremos pronto para la cama que mañana por la mañana sale nuestro vuelo.
─Yo no podré llevarles porque tengo que ir a trabajar, pero les llevaran mis padres.
La mañana se despertó con un paisaje blanco. Todos los campos, las casas, los árboles, los coches, los parques, todo estaba blanco. Los padres de Mari nos llevaron al aeropuerto.
─Me hubiera gustado despedirme de Mari.
─Ya te dijo que tenía que irse pronto a trabajar.
─Ya, pero yo quería darle unos besos.
─Dámelos a mí que yo se los doy a ella cuando la vea. ¿Vale?
─Pero que no se te olvide.
─No, tranquilo.
Bueno Marga, como ya le dijo mi hija estaríamos muy contentos con que ustedes vinieran a vernos en febrero.
─Gracias por su hospitalidad y ya para febrero hablaremos.
─Mi hija me decía que en las navidades ira a ver a sus abuelos y quiere pasar a verles.
─Será bien recibida.
─Sí, sí, yo quiero ver a Mari.
─Para las navidades.
─Ya están anunciando nuestro vuelo, tenemos que irnos.
─Bueno, pues aquí nos despedimos. Danos un beso muy fuerte Andrés y a ver si nos volvemos a ver pronto que la prima de Marika quería conocerte.
─ ¿Cómo se llama?
─Taima.
─Que nombre más bonito. ¿A que si Marga?
─Si, muy bonito.
Pero coge las maletas que al final llegamos tarde.
Los dos nos vamos al avión, una chica nos coge las maletas y nos mira las hojas que llevamos.
Nos despedimos con la mano de los padres de Mari y vamos caminando para el avión. Estamos los primeros en la cola para embarcar. La chica nos indica que ya podemos pasar, sé que dice algo, pero no la entendemos.
Vamos caminando por el túnel que lleva al avión, es como si estuviéramos caminando por el interior de un gusano que vibra por el ruido de los aviones al despegar. Marga me lleva cogido de la mano, no le puedo apretar muy fuerte, eso me dijo Mari la otra vez.
Me quedo parado, tengo miedo, tengo mucho miedo.
─ ¿Qué ocurre?, pueden dejarnos pasar.
─Perdonen, no sé qué me están diciendo, pero es que en estas situaciones se pone muy nervioso.
La gente nos empuja para pasar, se quedan mirando para nosotros y dicen palabras que no entendemos.
─Venga Andrés, solo quedan unos pocos metros. Recuerda que ya lo superaste cuando viniste con Marika.
─No, no quiero, no quiero, quiero irme a casa.
Cierro con fuerza los ojos para no ver la gente que pasa y porque así el miedo no me puede ver.
La gente sigue pasando y cuchicheando, y yo me pongo a gritar.
─Por favor Andrés, no grites ─Me dice Marga.
─Venga dame la mano y vamos a nuestro asiento, vete con los ojos cerrados si quieres.
─No, yo no quiero ir, tengo miedo.
Ya han pasado todos los pasajeros y viene una azafata a ver lo que pasa.
─ ¿Les ocurre algo?
─Lo siento señorita no sé qué me está diciendo.
La azafata se va al avión y al poco tiempo vuelve otra azafata a hablar con nosotros.
─Pero mira quien está con nosotros ¿Andrés te llamas?
─Sí.
─Pero si tú eres un hombretón muy valiente que no le tiene miedo a volar.
Mira que tengo para ti.
─ ¿El qué?
─Estos caramelos que tanto te gustaron la otra vez. Pero ya sabes, hasta que no vayas hasta tu asiento no me permite el comandante del avión dártelos.
─Yo quiero los caramelos.
─Venga, dame la mano a mí y la otra a tu mamá y nos vamos a tu asiento.
─No es mi mamá, ella es Marga, mi amiga.
─Vale, pues a tu amiga Marga y a mí.