¿Quién era ese chico que hablaba con Adara?
¿Porqué hablaban en el baño de mujeres?
¿Por qué la llama nena?
¿Por qué, por qué, por qué?
—Miguel, déjame, por favor. —pide ella en un susurro lo suficiente alto como para ser audible a través de la puerta, pero el chico parece no darse por vencido ya que sus quejas siguen durante lo que me parece una eternidad.
¿Qué hago?
¿Me meto en la conversación?
¿No me meto?
Lo correcto sería ayudarla. Parece que necesita algo de ayuda por la desesperación que se nota en su voz, pero tampoco sé si ella querría mi ayuda.
Recuerdo lo independiente y aparentemente segura de si misma que parecía esa única vez que hablamos. No era una damisela en apuros, no me necesitaba.
—¡Miguel, te he dicho que me dejes! —grita ella, pero su voz se rompe en la última palabra.
Puede ser que si me necesite un poco.
¿Está llorando?
Allí ya no puedo evitarlo. Entro en el baño disimuladamente, como si no hubiera oído nada, y cuando levanto la cabeza la imagen me deja perplejo. Adara esta contra la pared, llorando; y el tal Miguel —un chico de nuestra edad, alto, moreno y de músculos bien formados— la tiene atrapada entre sus brazos contra la pared.
—¿Qué? —pregunta el chico con un tono amargado en su voz, como si mi presencia le incomodara muchísimo. En parte, lo hace.
Pero, por lo menos, la suelta y Adara parece poder respirar en paz cuando esto pasa.
—Estoy entrando al baño.
—¿Al baño de mujeres? —pregunta este de nuevo con retintín en su voz.
¡Es verdad! Piensa rápido, Asher.
—¿Qué importa, Miguel? Déjalo, se habrá equivocado. —dice ella defendiéndome, pero su voz sigue saliendo débil y temblorosa.
Me dan ganas de abrazarla y darle apoyo. Parece rota, insegura en ese momento.
Miguel no termina de creerse la excusa, pero la toma por válida al no querer discutir, cosa que agradezco.
—¿Vamos? —le pregunta señalando la puerta con la cabeza.
Pienso que Adara después de la escena que he presenciado dirá que no, que tendrá convicción. Pero asiente y extiende su mano hacia la suya para que este se la coja y la aprete.
Pero, ¿qué cojones...?
Hace cinco minutos la estaba asfixiando contra la pared, de una manera muy poco cariñosa. Dudo que fuera un nuevo tipo de postura sexual por la manera en la que ella se quejaba y le suplicaba que parara.
¿Por qué acepta irse con él entonces ahora que me tiene a mí como excusa para decir que no?
—Adara. —pronuncio yo llamándola y ella se gira para observarme.
—Adara, nos tenemos que ir. —dice David inmediatamente sin soltarle la mano y mirándola fijamente.
—Ve subiendo, ya subiré yo ahora. No me tomará mucho tiempo.
Miguel sigue sin estar muy convencido, pero no parece tener ganas de discutir o quedar mal conmigo así que la deja ir y quedarse conmigo.
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunta ella en cuanto él se va cerrando la puerta tras ella.
—Me lo dijo la bibliotecaria.
Adara susurra algo por lo bajo pero no soy capaz de oírlo.
—¿Quién es él?
—¿Te importa?
—Pues cuando os he encontrado en esa incómoda situación, sí.
Sus mejillas se sonrojan y ella parece levemente avergonzada y agobiada por mis preguntas, pero no deja de sostenerme la mirada.
—Es mi novio, Miguel.
Eso dolió.
—¿Novio?
—No es de tu incumbencia, Asher.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—A diferencia de ti, yo sí observo.
Y dicho esto abre la puerta de nuevo y se va.
He tardado muchísimo pero aquí esta el nuevo capítulo de esta novela que espero que os guste mucho (:
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Editado: 19.12.2019