La Chica Nueva

CAPÍTULO 5

—No recuerdo haberte visto en la clase pasada —le dije.

Me miró de lado y sonrió.

—No estuve. Tuve que ausentarme unos días por asuntos familiares.

Asentí con la cabeza.

—Eres nueva en la ciudad, ¿cierto? No se te ve con amigos.

Se estaba haciendo notorio mi problema de sociabilidad.

—Sí, soy nueva. Y no, no tengo amigos aquí, a diferencia de mis hermanos, que conocen gente de vacaciones pasadas.

—¿Y tú no venías con ellos o no te gusta hacer amigos?

—Ellos son mayores y sus grupos de amigos son muy distintos a mis intereses. No compartimos casi nada en común. Además, ellos me ven como la hermana menor, y eso no ayuda mucho.

—¿Y con tus hermanos, cómo te llevas?

Dudé un rato en responder. Pero como ya habíamos terminado las diez vueltas, aproveché de descansar un poco antes de comenzar con el entrenamiento.

—Bien, somos muy unidos. Cada uno con su grupo, pero siempre vamos juntos a todos lados. Tratan de incluirme, pero no les funciona mucho. Mi hermano Fede tiene su grupo de fútbol, así que es común verlos en casa jugando en la consola. Y Sam, mi hermana, es otra cosa. Ella tiene varias amigas. Son chicas atractivas, no pasan desapercibidas entre los chicos. Pero a ellas solo les interesa verse bien, comentar novelas románticas y suspirar por sus bombones de la TV —terminé de hablar y me encogí de hombros.

—¿Y a ti no te gusta nada de eso, o son sus amigos los que no te gustan? —preguntó.

—Los amigos de Fede son muy infantiles y no toman nada en serio. Y las amigas de Sam son un poco superficiales. Si no vistes a la moda o no estás lo suficientemente arreglada, no se molestan en mirarte. Por lo que, para ellas, no existo. Pero, en general, no hay una mala relación; solo no hay afinidad.

En eso, el profesor comenzó a darnos las instrucciones del juego y así pasamos la clase.

Ya estaba saliendo de los vestuarios cuando me encontré con Fede.

—¡Mira quién viene! ¡La deportista estrella de esta escuela! —No pudo contener la risa.

—Muy graciosito, peluca con pies —respondí sarcástica.

Fede tenía un montón de cabello rizado con reflejos dorados. Era la envidia de cualquier chica que quisiera rizos. Además, su piel bronceada y ojos de un negro intenso, con abundantes pestañas, no pasaban desapercibidos. Era un chico atractivo, pero inmaduro para querer salir con alguien.

—Ya se enojó la pequeña Charlotte.

Me cargaba que me tratara como niña chica, cuando probablemente yo era más madura que él.

—¿Y a ti, se te perdió algo que no estás en tu clase? —pregunté.

—Sí... Más bien no. Busco a una tal Marion, de tu clase. Su novio, Gabriel, tuvo un golpe y lo llevarán al hospital. Así que necesita avisarle para que lo acompañe.

—¿Y tú, desde cuándo estás de mensajero? —respondí.

—Se llama solidaridad, enana. Parece que en tus libros no aparece —se mofó.

Me di la vuelta para señalarle a Marion. Fede caminaba en su dirección, cuando apareció Sebastián.

—¡Sebas! ¿Cómo estás? —dijo Fede, dándole la mano y chocando el hombro a modo de saludo.

—Cansado después del entrenamiento, pero bien. ¿Y tú, cómo vas?

—Vine a buscar a una chica por encargo del director, pero justo me topé con la ena... con Charlotte —corrigió el imbécil.

—¿La conoces? —preguntó Sebastián, curioso.

Antes de que Fede respondiera, me adelanté.

—Por supuesto que nos conocemos. Fede es mi hermano, por desgracia —lancé a modo de burla.

—¿Y ustedes son amigos? —pregunté tajante.

—Tenemos el mismo grupo de amigos y jugamos juntos—dijo Sebas.

—Nos conocemos por Gabriel, de mi equipo de fútbol —añadió Fede.

—A todo esto, Fede, ¿irás a la fiesta de este fin de semana, cierto? —le preguntó Sebas.

—Claro, no me la perdería —contestó Fede con una mirada cómplice.

—Me acompañará mi hermana Sam, la sociable —dijo, burlándose de mí.

Le iba a responder, pero justo vio a Marion irse y la siguió.

—¿Y tú, irás? —preguntó Sebastián.

—No, yo soy la hermana aburrida, me quedaré en casa —respondí, incómoda.

—¿Y por qué no me acompañas? Me serviría para no sentirme tan solo. Los chicos siempre me dejan para irse a bailar con sus novias. Y así aprovechas de conocer a más personas. Te va a gustar —Sebas hablaba con una enorme sonrisa en el rostro.

Me lo pensé un rato. La idea de ir a una fiesta no me emocionaba en lo más mínimo. Pero tampoco quería ser descortés y verme como una ermitaña amargada.

—Con una condición: cuando me aburra, me llevarás de vuelta a mi casa sin pedir más tiempo —le dije.

—Te aseguro que conmigo no te aburrirás. Pero acepto —me dijo mientras me estrechaba la mano.

Al rato nos despedimos y cada uno fue a sus clases. En la última hora, casi al final de la jornada escolar, vi al grupo de Ruth hablar alegremente. Me causaba risa lo distintas que eran unas de las otras y, sin embargo, se veían bien juntas.

Ellas seguían arreglando su maquillaje, cuando yo salí en dirección a la puerta del colegio y me encontré con la mata de pelos y Sam, caminamos juntos a casa.

*****

Charlotte no estaba buscando compañía, mucho menos una invitación a una fiesta. Pero Sebastián, con su sonrisa fácil y su manera de ver más allá del "soy la hermana aburrida", ya empezó a mover cosas dentro de ella.

Y eso... eso es lo que más nos gusta del amor: que llega suavecito, disfrazado de casualidad.

¿Aceptará Charlotte realmente salir de su zona segura?
¿Será Sebastián solo un chico simpático... o algo más?

Nos vemos en el próximo capítulo, donde el corazón empieza a tomar protagonismo 💛

Con cariño, Mel.




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