La Chica Nueva

CAPÍTULO 6

La fiesta de Justin fue el tema de conversación del resto de la semana en la escuela. Y no porque asistiera todo el mundo; de hecho, el grupo de invitados era bastante reducido. Les gustaba la "exclusividad" y solo los más populares asistían y se les permitía invitar a otros chicos.

Después de una larga semana de evaluaciones, por fin llegó el tan esperado por mí fin de semana. Aunque saber que tendría que ir a una fiesta le quitaba toda la diversión.

Después del almuerzo familiar, me dediqué a dejar todos mis deberes listos y a organizar lo que usaría la semana siguiente. Mientras tanto, Sam no paraba de probarse ropa frente al espejo.

—Te ves bien, Sam, relájate —le dije.

—¡Ay, Charlie! Es que me quiero lucir. Irá un chico que me gusta y quiero sorprenderlo —dijo entusiasmada.

—¿Y no era que después de Simón ya no querías saber nada con los chicos? —le regañé.

Sam, un poco bajoneada, me respondió:

—Sí, después de ese idiota que me dejó de un día para el otro, no me interesaba ningún chico. Pero es que una no elige cómo sentirse ni con quién. Solo pasa. No te das ni cuenta cuando se te acelera el corazón, te tiemblan las piernas o sientes un cosquilleo en el estómago. Y todo eso te pasa cuando ves a ese chico que no significaba nada, pero te provoca todas esas nuevas sensaciones. Ahí te das cuenta de que no es solo un chico más —terminó de decir con una sonrisa de boba enamorada.

Me causó tanta ternura y asombro su confesión amorosa.

—¿No tendrá que ver con ese chico moreno, de cabello largo y crespo, con el que te vi hablando hace unos días? —le pregunté.

—¿Mick? ¡Claro que no! Él es solo un buen amigo. De hecho, está de novio con una chica de tu clase, Francis. O, por lo menos, hace unas semanas seguían juntos —dijo mientras se arreglaba el escote.

Cuando Sam ya estuvo lista, fue mi turno. No dejé que eligiera mi ropa, pero sí que me ayudara con el cabello y el maquillaje. Opté por unos jeans azul oscuro, zapatillas con plataforma y un crop top de manga larga en tono fucsia. El cabello lo usé suelto, aprovechando mis onditas playeras. Y el maquillaje fue sutil: máscara de pestañas para destacar mis ojos, algo de iluminador, contorno y un labial en tono nude con subtono rosa.

Cuando ya estábamos terminando, apareció Fede para avisarme que Sebas me estaba esperando en el living.

—Hey, enana. Sebas está esperan... ¿Y tú quién eres? —preguntó asombrado.

—¡Fede! —dijo Sam en tono de súplica—. Es Charlotte. No es necesario que la hagas incomodar solo porque usa un poco de maquillaje.

Y es que, en realidad, no era común verme a mí maquillada, menos para ir a una fiesta, que ya era muy extraño por sí solo.

Me dispuse a tomar mi banano negro, mi favorito y que llevaba a todas partes, y mi chaqueta de cuero negra. Me encantaba el estilo que me daba: era ceñida al cuerpo y combinaba con cualquier outfit.

Bajé las escaleras para ir por Sebas, cuando oí su expresión:

—¡Wow, Charlotte, te ves increíble! Creo que hoy te robarás todas las miradas —me dijo sonriendo.

Y así fue...

Nos fuimos los cuatro en el auto que Sebas le había pedido a su papá. Mientras esperábamos que estacionara, Fede se fue en busca de sus amigos y Sam se quedó acompañándome. Iban llegando grupos de chicos que no les despegaban el ojo a Sam y a mí. No me gustaba llamar la atención, y menos de esa forma.

En uno de esos grupos venían las amigas de Sam.

—¡Sami, querida, te ves fa-bu-lo-sa! —le dijo una de las chicas, llamada Karim.

Y luego miró en mi dirección, sorprendida.

—¡Wow! ¿Y esta chica, quién es, Sami? —preguntó otra de sus amigas.

—Es Charlotte, mi hermana —respondió Sam.

—Sí, la misma que no va a fiestas, jajaja —añadió.

—Se ve increíble, hasta parece un poco más bella que tú, querida —le replicó Karim.

No me gustó el comentario ni el tono en que lo dijo. No había necesidad de compararnos, más aún en algo tan superficial como la belleza, un concepto tan subjetivo.

—Dudo que haya alguien más guapa que Sam. Y, por lo demás, ella es más que una cara bonita. Eso ustedes deberían saberlo —dije, molesta, y me fui en busca de Sebas.

Lo encontré hablando con un grupo de chicos. Cuando me acerqué tímidamente, él, al verme, me sonrió y llamó con la mano para que me uniera al grupo. Automáticamente todos me miraron y me sonrojé. Uno de los chicos no ocultó su asombro y preguntó directamente:

—¿Ella es tu novia, Sebas?

Observé a Sebastián con una mirada tímida y temiendo ponerme roja como tomate. Pero él, muy amable, me palmeó el hombro, como dándome apoyo, y contestó:

—Ella es Charlotte, la chica nueva. Y no, no es mi novia. Aunque no me molestaría que lo fuera —dijo mientras me guiñaba un ojo.

Sentí cómo empezaba a sudar y las piernas me temblaban...

—Ja, ya te gustaría una novia así de guapa, Sebas, pero sería mucha mujer para vos —le dijo un tipo de cabello colorido, mientras le daba un codazo.

Sebastián notó mi incomodidad y se despidió para llevarme dentro de la fiesta. Era una casa realmente hermosa, muy moderna y acogedora. Si bien había unas cincuenta personas, aproximadamente, estaban todos repartidos en el patio trasero, cerca de la piscina, y unos pocos dentro, en los sofás.

Ya adentro, Sebas iba saludando a otros amigos y me iba presentando. Pasé de ser conocida socialmente como "la hermana de", a ser "la chica nueva".

En uno de los grupos estaba Fede junto al dueño de casa, Gabriel, quien fue amable al darme la bienvenida. Y mientras los chicos hablaban y me hacían preguntas de vez en cuando, a lo lejos noté que alguien me miraba con mucha atención. Era Francis, la chica de ojos azules de mi clase. Supuse que se sorprendía de verme ahí y rodeada de chicos.

Pero me di cuenta de que me equivocaba cuando Fede me susurró al oído:

—Ten cuidado con esa chica. Es la ex-novia de Sebas y no te mira con buena cara.




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