Oí a Fede cerrar la llave de la ducha, así que me apresuré a alejarme de Sebas. Tomé una polera que había en el suelo y se la lancé.
—Vístete. No querrás bajar a desayunar así. —Me guiñó un ojo antes de que yo desapareciera.
Llegué a mi habitación con el corazón a mil. No entendía qué había pasado, por qué su cercanía repentina... o quizás eran ideas mías y él solo era amable conmigo.
En eso sentí golpear mi puerta. Era Sam. Venía envuelta en su bata rosa y tenía una cara de cansada que no me la creía.
—¿Cómo la pasaste, Sam? —quise saber.
—Genial, Charlie. Bailé mucho con las chicas, pero hoy me duele todo. Bueno, hubiese bailado más si no fuera por lo de Sebas, que nos sacó de la fiesta —se quejó.
Sentí cómo temblaba cuando oí su nombre.
—¿Qué pasó? —le pregunté preocupada.
—Francis, su ex, le montó un show... Ay, hermanita, si hasta tú saliste en la conversación. Que si acaso eran novios, que si estaban saliendo, que solo buscaba darle celos a ella, por eso se acercaba a ti —oí decir a Sam, que movía las manos como dándole más expectación a lo que contaba—. Tenías que haber visto a Sebas, estaba furioso. Pero no por el escándalo que le hizo, sino porque hablara de ti como si te conociera, que tuviera el descaro de hablar de alguien que no estaba y la culpara de sus inventos. Por eso lo invitamos a pasar la noche aquí, para que se calmara y desconectara de todo —terminó de decir mientras se miraba las uñas.
No sabía qué decir, qué pensar de todo lo que me había perdido y que, indirectamente, me involucraba sin yo tener pito que tocar ahí. Estaba inmersa en mis pensamientos cuando Sam me dijo que se iría a la ducha.
Trataba de hilar por qué esa tipa sentiría celos de mí o pensaría que entre Sebas y yo había algo más que amistad. De repente, un sonido me sacó de mis pensamientos. Pensé que era Sam, que se había olvidado de algo. La puerta se abrió lentamente y lo vi entrar a él...
—¡Sebas! ¿Qué estás haciendo en mi habitación? —Lo miré con los ojos entrecerrados.
—Quería hablar contigo. Es de un asunto que pasó después de que te vinieras de la fiesta —dijo titubeante.
—Sí, claro. Siéntate. —Se acercó mirando el suelo. Se sentó a los pies de mi cama, mientras yo me giraba desde mi escritorio para darle la cara.
—Bueno, no sé bien por dónde empezar, Charlotte. Ayer pasó algo desagradable después de que te fueras de la fiesta de Justin. —Yo lo miraba con cara de sorprendida. Quería saber qué me diría él, si cambiaría la versión que me dio Sam u omitiría algunos detalles.
—Charlie, después de que te fueras, al rato empezamos a escuchar algunos gritos con los chicos. La verdad, yo no veía nada, pero en cuanto reconocí la voz, me acerqué. Era Francis. Estaba muy enojada porque vio a Sam hablando con Mick y se puso celosa. Yo traté de calmarla y decirle que ellos tenían derecho a hablar, que eran amigos. Pero ella estalló de rabia y me comenzó a gritar. Que se montara esa escena me daba igual, no era algo nuevo para mí verla así, pero me molestó lo que decía y a quién se refería. —Noté cómo su expresión pasaba de la vergüenza a la tristeza. Era evidente que todo ese escándalo no lo tenía bien.
—¿Y qué fue lo que no te gustó oír, Sebastián? —le pregunté con timidez.
—Bueno... la verdad, habló de ti. Comenzó a decir que la dejara en paz, que para eso ya le bastaba con que la estúpida de Sam le coqueteara a su novio, como para además tener que ver cómo la zorra de su hermana se ligaba a su ex. Que tú no tenías comparación con ella, que yo solo te estaba usando para darle celos y otras tantas cosas que no vale la pena repetir. Ahí yo exploté. Fue mucho lo que traté de controlarme, pero tú no te merecías todos esos insultos. Menos gratuitamente. —Cada vez se me abría más la boca con cada palabra que lo oía decir. Mi cara debía ser del terror, porque él me miraba preocupado.
—Yo le grité, Charlie —bajó la cabeza con culpa y tristeza—. La tomé de los hombros y le grité que controlara lo que decía, que no se atreviera a hablar así de ti. Menos sabiendo el tipo de mujer que era ella. Que ni loco buscaría sacarle celos, porque ella no me importaba nada y que tú eras mucho más mujer que cualquiera ahí. —Sus mejillas se sonrojaron cuando terminó de hablar.
La verdad, no sabía qué decir, qué hacer. Cuando Sam me lo comentó, no pensé que sería tan grave la situación.
—Sebas, gracias por lo que hiciste. Tener que defenderme porque estaban hablando mal de mí a mi espalda... Me imagino lo difícil que fue para ti tener que hablarle así a Francis. Ella es tu ex-novia y entiendo que sientas cosas aún por ella. Pero no quiero que te sientas comprometido conmigo solo por tu amistad con mis hermanos. No era necesario que dijeras esas cosas para dejarme bien.
—¿En serio piensas que solo lo hice por compromiso con Fede o Sam? ¿Acaso no puedo darme cuenta por mí mismo de lo que vales como persona y como mujer? —Su expresión cambió a una más seria.
—Sebas, ella se refería a mí como si fuéramos algo más y no lo somos. Quizás si le hubieras aclarado que yo no soy tu tipo, Francis se habría calmado. —Noté cómo su ceño se fruncía cuando me escuchaba hablar.
—Yo no tengo por qué darle explicación de si salgo con alguien o aclararle si somos novios o no. Estoy soltero, y ella tiene a Mick. No le debo explicaciones a nadie.
—Lo sé, la verdad no sé qué decir. No quiero que te sientas mal por esta situación. No merecías ese mal rato y tuviste que pasarlo debido a mí. Deberías haberla ignorado, Sebas —le dije con una culpa que me dejaba en evidencia.
—Deja de sentirte culpable, Charlotte. Lo que hizo no podía quedarse sin consecuencias. —Se levantó para acercarse a mí y me levantó el mentón para que lo mirara. Él era por lo menos veinte centímetros más alto que yo—. Nunca dejaré que alguien hable mal de ti delante mío, Charlie. Eso grábatelo. —Sentí su respiración en mi rostro, cuando nuestros ojos conectaron—. Y esto no tiene que ver con tus hermanos. Lo hago por ti, por mí, por nuestra... amistad.