La Chica Nueva

CAPÍTULO 10

—Bueno, Charlie, si pasa algo, me avisas. Estaré atento mañana por si a esa loca se le ocurre molestarte —dijo Fede.

Me sentí tan orgullosa de escuchar por fin a un Fede protector. A pesar de que se mostraba frío conmigo, en el fondo siempre me estaba protegiendo... a su manera, claro.

—Gracias, peluquín, quédate tranquilo —respondí.

No sé a qué se debía que estaba tan agotada, pero me acosté muy temprano. No quería levantarme al día siguiente como zombi. Me costó mucho dormir por la noche. Por más cansada que estuviera, era inevitable no ver la imagen de Sebas cuando cerraba los ojos y recordar todo lo que me había dicho: su confesión y, bueno, la forma en que me acaricia cuando está cerca mío.

Desperté antes de que sonara la alarma. La noche fue larga, pero por fin me venció el sueño. Me levanté con una sensación tan incómoda que me dolía el estómago. No sé si eran nervios, ansiedad o intuición.

Después de vestirme, me alisé el cabello y me puse algo de máscara de pestañas. Me quise atrever usando un poco de gloss en los labios. ¡Se veía precioso! Tomé mi bolso y bajé a desayunar. Ahí ya estaban mi madre y Sam.

—Buenos días, mi Charlie, ¿Cómo pasaste la noche? —me dijo amorosamente mi madre, luego de besarme la mejilla.

—Mmm, me costó dormirme, como siempre. Pero igualmente descansé. Gracias por preguntar —le sonreí mientras me acercaba la leche—. Sam, ¿sabes si a Fede le falta mucho? No quiero que nos atrase.

—¿Por qué tanto apuro, hermanita? En tu lugar, teniendo que compartir salón con la loca de Francis, ni me esforzaba en llegar temprano, jajajaja. ¿O será que es otro el motivo por el que quieres irte a clases? —entrecerró los ojos cuando me hizo la pregunta, adivinando que algo me tenía más ansiosa de lo normal.

—Ay, Sam, no es nada. Solo que no me gusta llegar cuando el salón ya está repleto, es solo eso. Mejor voy por Fede para que se apure. Prepárale algo para que coma en el camino, por favor.

Oí a Sam refunfuñar cuando subí la escalera en busca de Fede. Lo encontré arreglándose el cabello. Llevaba unas coletas sujetando las trenzas que se había hecho. Le quedaban bastante bien.

—Fede, ya vamos a salir. Mamá está en el auto, Sam te lleva algo para comer en el camino.

Puso los ojos en blanco, tomó su mochila y salió.

Por fin llegamos a la escuela. Aún era temprano, así que me sentí un poco más relajada. Me despedí de mi madre y me fui con Sam a la entrada. Fede se quedó hablando con Gabriel, por lo que vi. A mitad de pasillo, Sam me dejó para irse a su salón.

Me dirigí a mi sala, lentamente. Aún tenía tiempo, y tampoco me agradaba llegar y encontrarme con cierta persona.

Cuando estaba llegando al segundo piso, vi a alguien saludarme con la mano. Era Andrew, así que me acerqué para saludarlo.

—¡Hola, chica nueva! ¿Cómo estás? —me dijo, mientras me regalaba una amistosa sonrisa.

—Bien, Andrew, gracias. Puedes llamarme Charlie, si quieres. ¿Y tú cómo estás?

—Bien, Charlie. Ansioso por el partido de hoy. ¿Irás a verlo?

—No tenía idea de que fuera hoy, la verdad. Supongo que sí puedo ir. Si es que juega Fede, podría acompañarlo.

—Sí, claro. Entonces te espero.

—Vale, nos vemos —le dije, mientras regresaba en dirección a mi salón.

—¡Suerte, Charlie! —me dijo antes de desaparecer.

Ya estaba frente a la puerta de mi sala. Dudé si entrar inmediatamente, pero no tenía sentido postergar lo inevitable. Así que levanté la cabeza, respiré profundo y entré.

Había unos pocos compañeros, entre ellos Iris y Jennifer. Apenas me vieron, me llamaron para sentarme con ellas.

—¡Hola, chicas! ¿Cómo están?

—Charlotte, bien, gracias —respondieron las dos al mismo tiempo y se rieron.

—Siéntate con nosotras un rato. Estábamos decidiendo qué libro elegiremos para la exposición.

En ese momento no sabía de qué hablaban.

—Perdón, chicas, ¿pero de qué exposición hablan? No entiendo nada.

—Todos los años los cursos de enseñanza secundaria deben realizar una exposición de algún libro. En esa actividad dan detalles de la trama, personajes, pueden citar frases... y los más osados han actuado alguna escena del libro. Es realmente entretenido todo el proceso previo a la exposición, hay un ambiente muy alegre en la escuela —terminó de explicarme Iris—. La mayoría decide organizarse en grupos, aunque también se puede trabajar de forma individual.

Me emocionó mucho lo que me contaban. Tenía una lista de mis libros favoritos, así que sería difícil elegir uno para exponer.

—¿Y ya tienen decidido cuál harán?

Noté que sus miradas reflejaban desacuerdo.

—Estamos entre alguno de Isabel Allende —dijo Iris, notoriamente emocionada—, tiene unos libros maravillosos. O también El Perfume, que es una obra maestra.

Me gustaba saber que había personas que compartían mi amor por los libros. No me sentía tan bicho raro. Estábamos tan entretenidas hablando que no nos dimos cuenta de que el salón ya estaba casi repleto, cuando entró la maestra de Historia.

—Buenos días, chicos. Espero hayan estudiado para el examen de hoy. Acomoden sus mesas y guarden todo lo que esté encima, por favor.

Mientras yo me acomodaba en mi lugar, al lado de Joaquín, la maestra iba repartiendo las hojas del examen. Fue en ese momento que alguien tocó la puerta y entró. Era Francis, que venía atrasada y en compañía de Marión.

Se me hizo un nudo en el estómago cuando la vi. Traté de calmarme, ya que debía estar bien para la evaluación. Al fin y al cabo, yo no era responsable de las historias que ella se inventara en su cabeza. Aunque, en lo único que sí tenía razón, era en lo que Sebas sentía por mí.

—Pasen rápido, el examen ya casi empieza, chicas. Para la próxima se quedarán ausentes —dijo la maestra, mirándolas sobre sus lentes.

Luego de dar las indicaciones, nos recordó que, al terminar la evaluación, entregábamos la hoja y podíamos salir de la sala para no distraer al resto de estudiantes.




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