La Chica Nueva

CAPÍTULO 14

—¡Wow, Charlie, eso estuvo realmente muy mal! Debiste decirnos lo que pasaba y no solucionar todo sola. Tú sabes que te apoyamos en todo, más si esas matonas se quieren pasar de la raya contigo —Sam lucía muy molesta, algo raro en ella.

Pero entendía que verme tan vulnerable frente a un grupo que solo buscaba desquitarse con alguien no le causaba ninguna gracia.

—No vuelvas a enfrentarte a nadie sola otra vez, ¿estamos? —me reclamó Fede.

—Agradezcamos que esto terminó bien y no pasó a mayores. Pero hay algo que no entiendo... ¿Qué hay entre tú y Sebastián? —Fede estaba serio y me miraba con el ceño fruncido.

—Nada. Somos amigos, es solo eso. ¿Por qué la pregunta?, ¿acaso no podemos ser amigos? —le respondí evidentemente incómoda.

—Porque no soy ciego y puedo darme cuenta de que la forma en que él te mira no es de amigos. Si él significa solo eso para ti, entonces deberías dejárselo claro, así evitas que se confunda. Pero si entre ustedes hay algo más, cuídate, Charlie. No me gustaría tener que romper mi amistad con Sebas porque te hizo daño. Pero si es necesario, lo haré, ¿vale?

Me tomó por sorpresa lo que Fede me decía. No imaginaba que lo que había entre Seba y yo, o mejor dicho, lo que él sentía por mí, fuera tan evidente. Incluso para sus amigos.

—Ok, creo que Charlie ya entendió. Para pasar el mal rato, podríamos pedir unas pizzas y ver otro capítulo de The 100. ¿Les parece? —intervino Sam.

—Está bien. Llamaré para pedirlas —dijo Fede, saliendo de la habitación.

—Y tú, pequeña mentirosa, me vas a contar todo. Yo no me trago ese cuento de que solo son amigos —Sam era tan maternal a veces, que me costaba ocultarle cosas.

—Es cierto que somos amigos. Aunque Sebas me dijo que... bueno, que él siente cosas por mí, y la verdad, yo me siento confundida. Me pasan muchas cosas cuando estoy con él, pero no puedo identificar qué es. Hasta que él les pone nombre y me dice que a él le pasa igual. Tú sabes que esto es nuevo para mí, y tampoco es algo que yo busque, solo se dio...

Samantha tenía una sonrisa en el rostro que no se la quitaba nadie.

—¡Ay, mi pequeña Charlie, si ya hasta novio va a tener! —soltó una tremenda carcajada. Me abalancé sobre ella y le tapé la boca; no quería tener que explicarle a Fede el porqué de la risotada.

—Charlotte, no tiene sentido negar lo que sientes. A Sebas le gustas, y mucho. Eso se nota a kilómetros. Era cosa de tiempo que Fede y los demás se dieran cuenta. ¿O tú crees que la escena que montó Francis fue solo por imaginarse cosas? Fue porque ella, mejor que nadie, sabe que Sebas de verdad está interesado en ti. Si no, no se enfrenta a ella delante de toda esa gente.

Dudé un poco de lo que decía, pero tenía razón. No tenía sentido involucrarse de la forma en que lo hacía Sebas si no hubiera una razón de peso. Recordé que debía hablarle a Christian... Necesitaba saber cómo estaba Sebas.

Busqué mi celular en el bolso, pero no estaba. En mis bolsillos, y nada. Mi gran problema siempre era ese: no recordar dónde dejaba las cosas.

—Sam, ¿puedes marcarme al celular? No lo encuentro.

Lo oí sonar cerca del sofá. Me acerqué, moví los cojines y ahí apareció esa cosa bulliciosa. Lo prendí para llamar a Christian, cuando noté un mensaje sin leer. Era un número desconocido, así que lo abrí dudosa.

"Hola, preciosa, ¿Cómo has estado? Supe que estuviste preguntando por mí... ¿Acaso mi Charlotte me extraña? Porque yo sí, mucho. No había podido escribirte antes porque estaba liado con unos asuntos familiares, pero no volverá a pasar.
Que descanses, besos.

Seba."

Ay, si el corazón se me aceleraba con cualquier cosa que se tratara de él... Con este mensaje faltaba poco para que se me saliera el corazón por la boca.

Me extraña —dije en un susurro mientras sonreía a la nada.

Sentí un revoltijo de emociones que me provocaron un cosquilleo en el estómago.

—¡Charlie, Sam, la pizza ya llegó! —oí gritar a Fede.

Caminé al living mientras miraba el suelo y sonreía sola.

—¿Pasa algo, Charlotte? —Sam me miraba preocupada.

—No, nada. Estaba recordando algo solamente. Comamos —le mentí.

Pero es que no podía decirle delante de Fede la razón de mi sonrisa de boba.

Debo admitir que no puse nada de atención a la serie. Todo el tiempo repasé en mi cabeza el mensaje de Sebastián... Si supiera que yo también lo extrañaba. Que me había acostumbrado a verlo a diario, aunque fuera de lejos. A veces no coincidíamos en horarios ni clases, pero siempre que me veía a la distancia, se separaba de su grupo e iba a saludarme. Eran esos detalles, esa atención, la que me gustaba de él.

Después de compartir la tarde con mis hermanos, como todos los días, organicé mi bolso para el día siguiente. Dejé lista mi ropa, me bañé y me puse a leer un rato... De repente recordé el mensaje de Seba y dudé si debía responderle. Ya habían pasado un par de horas, y no estaba segura si era pertinente molestarlo ya caída la noche... Mientras debatía si hablarle o no, me dormí.

Al día siguiente, me desperté antes de que sonara la alarma. Había pasado muy mala noche, así que aproveché para ponerme algunos productos que ayudarían a mis inmensas ojeras. Bajé antes que todos a desayunar. Pasó un rato hasta que apareció mi madre y Sam.

—Cariño, tan temprano levantada, ¿pasa algo? —Mi madre, consciente de mis problemas para dormir, sabía que nunca era la primera en bajar a desayunar. Me causó gracia su preocupación.

—No, nada. Solo no logré descansar bien, así que mejor me levanté temprano —le expliqué.

—Está bien, prepararé el desayuno entonces. Pongan la mesa con Sam.

Mi mamá se giró y comenzó a prepararnos omelette, mientras Sam dejaba el bebestible en la mesa. Organicé los vasos y mi tazón gigante para beber té. Estábamos por terminar de comer, cuando apareció Fede.




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