La Chica Nueva

CAPÍTULO 21

No quería enfrentar a Fede. No, delante de Sebastián, por lo menos. A regañadientes, me giré, miré el suelo y caminé casi a rastras. Sebas me llevaba tomada de la mano hacia el gimnasio.

Vi de reojo cómo Fede estaba apoyado en la pared contigua a la entrada del gimnasio. Estaba con dos chicos más, que estaban de espaldas a nosotros. Cuando nos apresurábamos a entrar, lo oí hablar.

—Además de detallista, es protector. ¡Qué buenos "amigos" tienes, pequeña mentirosa! —se burló.

—Si tan solo tuvieras un poco de ambos, no estarías solo y amargado, Fede.

Me solté del agarre de Seba y me acerqué a mi hermano. Si bien había sido sincera con respecto a Sebastián, no me gustaba que se burlara cada vez que nos veía.

—Si vas a molestarnos cada vez que nos veas, dímelo. Así evito toparme contigo.

—¿Molestarlos? ¿Encarar tus mentiras es molestarlos? Dijiste que estaban conociéndose, que se gustan, pero no que estaban juntos. Un detallito que "omitiste".

—Porque no lo estamos. Y aunque así fuera, no le incumbe a nadie más que a mí.

En eso vi de reojo cómo Sebas se acercaba a nosotros.

—Fede, no te lo tomes a mal, bro... Hay que separar las cosas. Más que mal, pasaré de ser tu amigo a tu cuñado.

Sebas soltó una risa y Fede se la devolvió, mientras se chocaban los puños. En cambio, yo sentí cómo me sonrojaba. Me separé de ellos y caminé al gimnasio. Antes de entrar, Fede me llamó.

—¡Hey! No tengo nada en contra de que salgas con Sebas, independiente de que sea mi amigo. Él es un buen chico y sé que se llevarán bien. Pero me sigue preocupando la loca esa... Solo no quiero que pases por un mal rato de nuevo.

—Y no volverá a pasar. A ella le quedó muy claro que conmigo sale perdiendo.

Estaba segura de que, después de que Francis perdiera el apoyo de todos por sus mentiras, no se atrevería a buscarme problemas...

La clase pasó tan rápido al lado de Sebas. Él tenía un talento innato para el deporte. A diferencia mía, que la coordinación era un problema que acarreaba desde niña. Pero él, con esa amabilidad que lo destaca, se dedicó a explicarme una y otra vez cómo debía lanzar la pelota al aro de básquet. Agradecí no ser la única con problemas para el deporte, así que nos enseñó a otra chica y a mí durante toda la clase.

Al terminar la clase, me fui a alistar al baño del gimnasio. Cuando salí, vi a varios chicos alrededor de algo. Curiosa, me acerqué. Había alguien en el suelo accidentado, pero no lograba ver quién era. De repente, vi a Iris llamarme con la mano. Me acerqué y pude ver que se trataba de Sebas.

—Estaba caminando hacia las bancas cuando se desplomó —me puso al corriente.

No pude evitar soltar una expresión de asombro. Tenía tantas preguntas en mi cabeza. ¿Por qué Sebastián se desmayaría? Si era un chico deportista, sano... Pero lo principal era: ¿cómo se encontraba?

Vi al enfermero revisar sus pupilas con una linterna, tomar su pulso y verificar que estuviera consciente. Menos mal, Sebas reaccionó al instante. Se sentó, bebió agua y habló con el enfermero. Al parecer, se lo llevarían para mantenerlo en observación. Antes de que saliera del gimnasio, me acerqué para comprobar que no necesitara nada.

—Estoy bien. Gracias por preocuparte, "mi Charlie" —y me besó la frente antes de irse.

El resto del día me la pasé preocupada por él. Por lo que supe, su madre lo fue a buscar antes del término de las clases. Por mi parte, aún me quedaba ir a la casa de Iris, pero lo de Sebas me tenía con la cabeza en otro lado. Me uní a mi grupo y salimos rumbo a casa de mi nueva amiga. Solo nos tomó un par de cuadras. Iris vivía bastante cerca de la escuela.

Llegamos casi en tiempo récord. Sentía una sensación de euforia o quizás nerviosismo por no saber nada de Sebastián. A pesar de querer hablarle, entendía que quizás no era el mejor momento para interrumpir. Así que traté de concentrarme en la exposición. Como era mi primera vez en este tipo de trabajo, se apiadaron de mí y me dejaron a cargo de la realización de algún recuerdo significativo de la obra. Lo agradecí, ya que me gustaba crear...

Entre que nos perdíamos en nuestras tareas, a ratos hilábamos ideas y nos deteníamos a comer algo. Así se nos fue pasando la tarde rápidamente y, sin darnos cuenta, cayó la noche.

—Ya, chicos, creo que solo nos tocará revisar que todo esté ok y ya estaríamos listos. Somos un equipo genial, trabajamos muy eficientes, jajaja —dijo Iris mientras guardaba sus avances.

—Así al menos Charlie se llevará una buena impresión nuestra —añadió Joaquín.

—Creo que será mejor que nos vayamos; no quiero que me regañen en casa —concluyó Jenny.

Así, Joaquín, Jenny y yo nos pusimos en marcha a nuestros hogares. Caminamos un par de cuadras y dejamos a Jenny en su casa. Joaquín era el que vivía más alejado, pero pasaría por su madre, que le quedaba de camino a mi casa.

Cuando por fin llegué, me di cuenta de que mi madre ya había llegado.

—Cariño, te ha tomado toda la tarde ese trabajo, ¿estás bien? —me preguntó desde el sofá, apenas me vio entrar.

—Sí, todo bien. Ya quedó listo. Solo muero por una ducha y mi cama —dije mientras bostezaba.

—Ve, Charlie, yo te llevaré algo de comer.

Agradecía que mi madre, a pesar del cansancio, siempre fuera atenta con sus hijos. No sé cuánto rato pasó, pero me desperté de un salto. Era Fede quien golpeaba mi puerta. Cuando lo vi entrar, noté preocupación en su mirada.

—¿Pasa algo? —pregunté mientras me levantaba de la cama.

—¿Has hablado con Sebastián? —preguntó mientras torcía la boca al nombrarlo.

—No, no tuve tiempo durante la tarde y no encontré prudente hablar tan tarde. ¿Por qué? ¿Pasa algo? —pregunté con voz ronca.

—Supe que los exámenes no salieron bien y tuvo que quedarse un día más en el hospital; quizás sea bueno que lo visites mañana.

No esperaba escuchar lo que Fede me estaba diciendo. Sentí cómo subía un calor a mi cuerpo y una mezcla de nerviosismo y miedo me envolvió.




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