La Chica Nueva

CAPÍTULO 27

Llegué a casa y vi a Sam en el living, viendo una serie y comiendo palomitas de maíz.

—Hola, Sam, ¿Cómo estás? —pregunté.

—¡Charlie, ya llegaste! ¿Qué tal estuvo tu salida de hoy? —respondió.

—Bien, muy bien —contesté.

—¿Y eso a qué se debe, Charlotte? —insistió.

—Bueno, de hecho salí con los chicos a comer luego de clases, pero me llevé una sorpresa cuando me encontré con Sebas esperándome fuera de la escuela. Así que lo invité a unirse al grupo y fuimos juntos al centro comercial. Pasamos, en realidad, una tarde muy agradable: comimos, hablamos, jugamos... De verdad que fue increíble. Luego me invitó a tener una especie de cita, así que fuimos al cine, pudimos compartir más tiempo juntos y, después, nos vinimos en el bus. Yo me bajé antes; él siguió de largo a su casa. Así que sí, fue un buen día. Empezando porque la presentación salió bien... Y ver a Sebas, siempre es agradable —confesé sonriendo.

Sam me sonrió y dijo:

—Me alegro por ti, hermana. De verdad que ese chico es distinto a otros. Él es muy simpático, tiene presencia, es amable, atento... se lleva bien con nuestro hermano, que eso es algo bueno. A mí siempre me ha agradado. Y en realidad, desde el minuto uno, siempre estuvo muy atento a ti —añadió.

—Gracias, de verdad valoro mucho tu honestidad, Sam —respondí.

Después de eso, la dejé para ir a ordenar mis cuadernos, el uniforme y ducharme. Había sido un día largo y necesitaba descansar.

Vi que tenía un mensaje de Sebastián:

"Acabo de llegar a casa. Gracias por este increíble día. Te quiero, Charlotte."

No pasó mucho rato desde que puse la cabeza en la almohada para dormirme. Al día siguiente desperté descansada; realmente había pasado una buena noche. Me levanté con mucho ánimo, puse un poco de música para alegrar la mañana y me alisté. Al poco rato ya estaba abajo, desayunando con mis hermanos.

—Y Charlotte, querida, ¿Cómo te fue la salida con Sebas? —me preguntó mi mamá.

—Bien, bien. No estuvimos solos, fuimos a celebrar con un grupo de amigos la presentación. Me encontré con Sebas esperándome a la salida, así que lo invité y, bueno... ahí comimos sushi, hicimos competencia en algunos juegos, y luego nosotros dos fuimos a ver una película al cine. Estábamos aprovechando, ya que a Sebas lo operan el jueves y no vamos a poder salir en un buen tiempo.

—Wow, Charlotte... ¿Y de qué lo operan? —preguntó mi madre. Fede escuchaba atento al otro lado de la mesa.

—Tiene un tumor en la pierna, producto de un golpe. Así que van a operarlo para evitar que pase a mayores en el futuro. Es de forma preventiva, más que nada —la puse al corriente.

—Ay, hija, con eso me dejas más tranquila. Pensé que era algo malo. ¿Y tú, Fede? ¿Por qué no me habías comentado nada? —lo regañó.

—¿Es necesario? Ya tenemos aquí a la informadora oficial —dijo a modo de broma, como siempre.

Subí por mis cosas y, al rato, ya íbamos camino al colegio. Iba tranquila, relajada. No sé... por alguna extraña razón sentía una paz inusual en mí, pero me gustaba esa sensación.

Me bajé junto con Sam. Caminamos en dirección a nuestros salones. Ahí me encontré con Ruth y su grupo de amigas, que me saludaron y se acercaron mientras yo me despedía de Sam.

—Hola, Charlie, ¿Cómo estás? —me preguntaron.

—Bien, gracias chicas, ¿y ustedes? —respondí.

—Bien igual. Charlie, te quería hacer una consulta, ya que es evidente que tú eres muy cercana con Sebastián... ¿Por qué no ha venido? Se me ha hecho extraño no verlo —preguntó Ruth.

Le respondí contándole lo de su operación.

—Oh, lo siento. No tenía idea. ¿Pero él está bien, cierto? —insistió.

—Sí, sí. Es algo más que nada preventivo, así que no hay de qué preocuparse. Gracias igual por preguntar —contesté.

Entramos juntas al salón y nos alistamos. Cuando entró la señorita Hoytt, sabía que hoy comenzaba la semana de exámenes, pero estaba tranquila. Me había preparado bien para poder rendir de la mejor manera y terminar sin inconvenientes este primer, movido y sorprendente semestre.

A media tarde, en la hora de almuerzo, nuevamente se acercó Ruth y su grupo a mí, invitándome a compartir mesa. Dudé un poco, ya que estaba con mi grupo de amigos y no me apetecía dejarlos solos, pero Iris, con un movimiento de cabeza, me dio a entender que no había problema, que fuera. Así que, sin más, me senté con estas chicas.

Hablaban de todo un poco: desde música, fiestas a las que asistirían, outfits que estaban planeando para usar en vacaciones, etcétera. Eran bastante agradables, la verdad. Me reía a veces con sus formas de expresarse o algunos chistes que decían. Pero sí sentía que no teníamos mucho en común. Si bien me encantaba oír música, no teníamos las mismas referencias de cantantes o grupos, y digamos que yo no era muy amiga de la moda, así que me sentía un poco fuera de su onda.

—¿Y tú, Charlotte, te gusta salir? ¿Te gusta ir a fiestas? —preguntó Rosie.

—No, la verdad no. No soy muy amiga de las fiestas. Prefiero compartir más en casa, pero tampoco es algo que me desagrade. Bueno, la única a la que he ido es a la de... —decidí no decirlo, pero Ruth terminó la frase por mí—

—...La de Justin, querida. No, no hay problema en que lo digas. Para mí él ya no existe, así que no te sientas mal. No voy a morir porque lo nombres —añadió.

Sentí un alivio. No quería decir algo que les pudiera incomodar.

Nicky, que sentía siempre que me observaba mucho pero hablaba poco —por lo menos conmigo—, me preguntó si estaba soltera.

—¿Acaso no tienes ojos? ¿No te das cuenta de la forma en que se ven con Sebas y que están casi todo el tiempo juntos fuera de las clases? —la confrontó Angelina.

—¿Estás en una relación con él? —preguntó Nicky, ignorando a su amiga.

Dudé si debía dar ese tipo de información a las chicas, con quienes recién estábamos compartiendo un poco más. Pero siempre he sido sincera, así que no le di muchas vueltas.




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