La Chica Nueva

CAPÍTULO 28

Me uní a mi grupo.

Ya listos para la clase de Educación Física, me invadió un sentimiento de tristeza... Sería tan distinta la clase sin Sebas —pensé.

Jenni me tomó por los hombros y me sacudió suavemente.

—Despierta, mujer, ¿en qué planeta andas? —dijo en un tono de broma.

—Lo siento. Pensaba en algo —respondí.

—O en alguien... —me molestó.

Y sí, estaba así por Sebas. A pesar de que había estado tranquila durante la mañana, ahora no me sentía del todo bien. Pero seguí con lo que el profesor nos ordenó.

Al cabo de un rato, vi pasar a Angélica y Nicky, que no dejaba de mirarme, pero no lograba leer su expresión.

—Y Charlotte, ¿Qué harás en vacaciones? —dijo Joaquín.

—Nada especial, creo. Dormir más y visitar a Sebastián. ¿Y ustedes, irán a algún lugar? —dije desganada.

—Iré al campo, a casa de mi abuela. Allí compartimos con todos mis primos —respondió Joaquín.

—Yo voy a la playa con mis padres —dijo Iris.

—No haré nada especial, debo cuidar a mi hermano —bufó Jenni.

—Espero que podamos, al menos, salir un día los cuatro —añadió Joaquín.

Realmente no quería estar aquí, mi cabeza estaba completamente en otro lugar. Así que hice lo que creí que me daría la paz que necesitaba. Le escribí a Sebas:

"Hola, ¿Cómo está el novio más lindo? No sabes la falta que me has hecho hoy. Espero poder visitarte mañana después de clases. Besos, tu Charlotte."

Involuntariamente se me salió un suspiro. Apoyé el teléfono en mi pecho y fijé mi vista en el cielo. Recordé la vez que buscamos formas en las nubes con Sebas. Nunca pensé que llegar a esta escuela podría cambiar tanto mi vida. Que, por fin, encontraría el amor del que tanto tiempo me escondí. Pero no me arrepentía de nada, estaba segura de que había encontrado al amor de mi vida. O quizás él me encontró a mí. Me estremecí al caer en la cuenta de mis pensamientos.

Me desconectó un sonido proveniente de mi celular. Sí, era él.

"Ni por sentado soy el novio más guapo, pero agradezco el piropo. Estoy bien, aburrido, esperando la noche para hospitalizarme. Tú sabes que si por mí fuera, estaría ahí contigo, abrazándote y llenándote de besos. Pero los dejaré para cuando vengas.
Cuídate, mi Charlie, que me muero si te pasa algo. Te quiero, amor mío."

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas. Sebas tenía una facilidad para volverme vulnerable. Sus palabras, acciones o simples caricias eran como un terremoto dentro de mí: desordenaban todo, y ya nada volvía a estar como antes de conocerlo.

De solo pensarlo, me invadía una felicidad... pero al mismo tiempo sentía miedo. Ya no había vuelta atrás: yo quería estar con él, y él deseaba lo mismo. No seguiría siendo la cobarde que le temía al amor; ahora enfrentaría mis miedos, sin importar el precio a pagar por ello.

Me dio felicidad, por fin, escuchar el timbre de salida. Así que busqué a Samantha y nos fuimos juntas a casa.

El resto de la tarde traté de concentrarme en estudiar y dejar listo todo para el último día de clases. Por fin empezarían las vacaciones, y por primera vez en mi vida, mi prioridad no era releer mi colección de libros, sino pasar mis días con el dueño de mi felicidad: Sebastián Dinamarca.

Ya lista para dormir, decidí volver a escribirle:

"Buenas noches, amor. Gracias por ese mensaje tan lindo. Solo quería desearte éxito para mañana. Estaré atenta a cualquier novedad.
PD: No imaginas cuánto deseo que sea mañana para poder verte.
Te quiero mucho.
Charlie."

Y sin esperar su mensaje de vuelta, me dormí.

Me desperté muy temprano, revisé mi celular y no tenía ningún mensaje ni llamada de Sebas. Traté de mantenerme tranquila; aún debía rendir bien el último examen.

Creo que mi nerviosismo se notaba, porque mi madre y hermanos evitaron hacerme preguntas camino al colegio. Me bajé del auto en modo automático y salí sin despedirme de nadie. Cuando me di cuenta, ya era tarde.

Llegué a mi salón y me senté, esperando que llegara el maestro de Biología a tomar el examen final.

Mis amigos entraron cuando el timbre de inicio de clases sonó.

—Charlotte, ¿Cómo estás? ¿Nerviosa por el examen? —dijo Iris.

—En absoluto. Quiero terminar con esto luego. Solo tengo cabeza para pensar en la operación de Sebas, y no sé nada de él.

—Oh, cierto —añadió Joaquín—. Pero tranquila, saldrá todo bien —me calmó.

Terminé el examen de las primeras. Las horas se me hacían eternas y, durante toda la jornada, no tuve noticias de Sebastián.
Sentí un poco de alegría al saber que las vacaciones empezarían, y que me iría de cabeza al hospital para saber algo de Sebas.

Por fin sonó el timbre y salí sin mirar a nadie rumbo al paradero de buses. El viaje se me hizo eterno, pero por fin llegué. Me bajé del bus y me apresuré hacia la entrada. Pude ver que había varias personas esperando tener noticias de sus familiares hospitalizados, pero no vi ninguna cara conocida.

*****

Hay días en los que el corazón pesa más que la mochila del colegio. Días en que una simple ausencia puede hacer que todo parezca gris, y un mensaje puede cambiarlo todo.
Escribir este capítulo fue como abrir una parte muy vulnerable del alma de Charlotte... y quizás también de la mía.

Gracias por leer hasta aquí, por sentir con ella, por sostenerla en el silencio y también en el amor.
Nos vemos en el próximo pedacito de historia.
Con cariño, Mel.




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