La Chica Nueva

CAPÍTULO 30

No pude evitar pensar en Ruth y en cómo se sentiría cuando supiera la noticia, que obviamente no iba a ser por mí.
Ya tenía suficiente desgaste con Sebastián como para involucrarme más.

Pasaron un par de cuadras y divisé mi barrio, así que me apresuré hacia la puerta para bajar, esperando que los tortolitos no se percataran de mi presencia.
Al fin, ya abajo del bus, me encaminé a casa. Estaba oscura; supuse que estarían cenando, dada la hora.

Al entrar, oí voces en la cocina. Me asomé y allí estaban mis hermanos y mi madre. Pero también había dos caras conocidas en la mesa: Andrew y Christian.
Entré a saludar para no ser descortés. Mi madre me obligó a sentarme y enseguida preparó un plato para mí. Al parecer, los hermanos Leighton le habían caído bastante bien.

—Así que Camila y Kevin aún están juntos, me alegra saberlo. Eran unos tortolitos en la escuela… siempre juntos, aunque reacios a demostrar su amor en público —comentó mi madre, y me costó entender de qué hablaba.
Al final, solo me limité a escuchar el resto de la conversación mientras comía.

—Sí, mi madre ha tenido mucha paciencia —dijo Christian.

—Bueno, papá no se queda atrás —añadió Andrew, riendo suavemente—. Mamá sigue siendo tan inexpresiva que él debe adivinar lo que quiere. Y lo consigue… se complementan a la perfección.

No pude evitar levantar la vista justo en ese instante. Andrew me miraba. No al grupo, no a su hermano ni a mi madre: a mí. Sus palabras parecían dirigidas a todos, pero sus ojos, oscuros y atentos, se clavaban en los míos como si buscaran una respuesta que yo no conocía.

Me dispuse a terminar rápido para poder excusarme con que estaba cansada y dirigirme a mi dormitorio, pero fallé en el intento.

—Charlie, cariño, ¿estás bien?, ¿cómo está Sebas? —preguntó mi madre antes de que pudiera levantarme de la mesa.

Sentí de inmediato la mirada de Andrew sobre mí, y alcancé a ver cómo una leve curva se formaba en sus labios cuando escuchó el nombre de Sebastián.

—Estoy bien, madre. Solo un poco agotada. Ha sido un día largo. Sebas está bien, salió todo bien con la operación.

—Gracias a Dios, me alegro, cariño. Dale mis saludos y dile que le prepararemos unos cupcakes cuando lo envíen a casa —dijo con esa calidez tan suya. Mi madre siempre fue alegre y acogedora, algo que yo nunca heredé. En cambio, Sam sí. Ella tenía la misma energía luminosa que mamá.

—Aprovechando que lo mencionas, los chicos se quedarán aquí esta noche, para mañana ir a visitar a Sebastián. Así les queda más cerca —me informó Fede con total naturalidad.

—Si quieres, te podemos llevar —se ofreció Christian enseguida.

Pero yo rechacé con una sonrisa forzada. No quería pasar más tiempo del necesario con Andrew. Había algo distinto en él… algo que me descolocaba. Y por nada del mundo quería quedar atrapada en una situación incómoda.

Cuando bajé la mirada hacia mi plato, sentí un leve roce en mi mano. Andrew había estirado la suya bajo la mesa, como si el gesto hubiera sido accidental, pero sabía bien que no lo era. Alcé la vista y me encontré con sus ojos, fijos en los míos, oscuros y serios, cargados de una intensidad que me dejó sin aliento.

No dijo nada. No tenía que hacerlo. Sus ojos hablaban por él, y lo que decían me asustaba más que cualquier palabra: Andrew sentía algo por mí. Y yo… no sabía cómo enfrentarlo.

Me sentí incómoda, nerviosa y observada. Así que, sin más, me levanté y subí a mi cuarto.

Tiré la pesada mochila al suelo y empecé a buscar mi pijama antes de entrar a la ducha. Por fin había terminado el semestre y podría dormir hasta más tarde mañana. De repente, sentí la necesidad de sentarme en la cama. Mi respiración se agitó y percibí una presión en el pecho. La actitud de Andrew me había descolocado, y no podía escapar de lo que me provocaba su actitud.

De pronto, oí un leve golpe en la puerta.

—Charlie, ¿puedo entrar? —preguntó.

Dudé un segundo, pero sabía que no recibiría un “no” como respuesta. Así que lo dejé pasar. Entró sin hacer ruido, con la mirada fija en mí, con la misma intensidad de hace un rato.

—No tengo intención de molestar. Solo quiero saber cómo estás, después de todo lo de Sebastián— nuevamente, hizo el gesto con su boca al nombrarlo.

—Estoy bien —dije, tratando de sonar indiferente.

Dio unos pasos más y se acercó lo suficiente como para percibir su olor, pero sin invadir mi espacio.

—No quiero ser imprudente… pero me cuesta no preocuparme por ti.
Tú sabes que eres muy importante para mí... Para nosotros.

Sentí mi pecho apretarse. No se trataba solo de preocupación. Andrew sentía algo más, y yo lo notaba en sus gestos: en la forma en que me miraba, en la atención que me prestaba y en cómo, a través de sus “bromas”, dejaba entrever que sentía más que solo amistad.

—Estoy bien, en serio. Solo necesito un poco de tranquilidad —mi tono era suave pero firme.

Sentí un poco de culpa. No podía evitar que existiera una tensión entre nosotros, pero mis sentimientos eran claros. Mi corazón pertenecía completamente a Sebastián.

—Entiendo. Solo quería asegurarme de que estabas bien —dijo. Asentí con la cabeza.

Me miró un instante más y, con un suspiro silencioso, caminó hacia la puerta y la cerró a su espalda.

No supe qué decir o hacer. Le tenía cariño a los chicos Leighton; realmente eran muy simpáticos y nos llevábamos bien. Por lo mismo, no me agradaba ser fría con Andrew. Pero yo estaba con Sebastián. Mis sentimientos y mi cabeza solo tenían lugar para él, y eso no cambiaría.

Traté de no darle más vueltas al asunto y me fui a la ducha. La necesitaba tanto. Sentir el agua caliente golpear mi espalda me generaba una sensación tan placentera, de relajo y paz. Salí y, apenas me puse el pijama, el sueño me venció. No pasó mucho rato antes de que cayera en los brazos de Morfeo.

Me desperté cerca de las 10 a. m. Entré al baño a alistarme y luego bajé a tomar desayuno. Esperaría hasta después de almuerzo para ir a ver a Sebas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.