La chica popular.

Capitulo uno.

A veces suelo preguntarme ¿Por qué soy tan desafortunada? Puedo apostar que, si yo estuviese besándome con ese chico en medio del pasillo algún profesor me vería y terminaría en rectoría con mis padres, también estaría ya contando mis últimos días de vida porque dudo mucho que mi papá me deje viva de la golpiza después de eso. Él es el mejor padre del mundo, nada me hace falta, todo me lo da, pero cuando se trata de novios o enamorados puedo ir pidiéndole a Dios un puesto en el cielo de antemano.

Di un suspiro, sin disimular que estaba viendo a ese par de preadolescentes besándose en medio del pasillo de la escuela. Estaba casi vacío mi alrededor porque las clases ya están tomando inicio, opté por disimular y seguir mi rumbo a las escaleras para llegar a mi salón.

Era habitual sentir el aroma a sudor y la tensión de tanto dióxido de carbono en el aula de clases cuando hacía mucho calor, pero no me he detenido por ello, estoy acostumbrada.

No sé si sea gracioso el hecho de darme cuenta o que algunas personas me digan lo perfecta que es mi vida; en ese preciso instante de me di cuenta que nadie conoce la vida de los demás como realmente es. Llegué a la escuela y todo sigue igual, un grupo de muchachos en la esquina final viendo obscenidades o quizás discutiendo si el Real Madrid es mejor que el Barcelona o viceversa asimismo en la otra esquina ver a un grupo de mis compañeros hablando de libros, series o sí había tarea mientras otros duermen en su pupitre o en el suelo; como yo suelo hacerlo en horas libres con mi mejor amiga, todo a mi alrededor sigue normal pero por dentro estoy sintiendo esa sensación extraña de preocupación o talvez agonía.

Ahora puedo apostar que, no soy la única que ha llegado o llegará con esta sensación a la escuela. Un ejemplo de ello sería mi mejor amiga, absolutamente nadie sabía lo que estaba sucediendo en su casa, ni siquiera yo que sé cada trapo sucio de ella, y no saben lo culpable que me sentí porque estaba realmente mal con toda su situación­.

—Scar.

El sonido parecía provenir a mi derecha. Y no me había equivocado, era Sophie que se encontraba apoyada sobre la mesa del profesor y junto a ella estaba sentada Masie, sonreí al verlas de inmediato. No sabía si mi sonrisa se veía muy fingida o es que Cameron se dio cuenta.

Siendo franca al verles a mis mejores amigos sentí un aire tranquilizante, Sophie, Masie y Charlotte son mis mejores amigas; sin embargo, todos saben que con quién tengo más historia es Sophie, ella es la que descubre cada uno de mis estados de ánimo además que tiene aires de ser una bruja porque suele adivinar o para ser más realistas intuir mi futuro. Y, Cameron podría ser mi mejor amigo solo que, creo que es un poco raro porque ha estado enamorado de mi durante cuatro años y medio según Sophie; en mi defensa él nunca me lo ha dicho pero la única respuesta a eso es que sabe que no le correspondo así que es mejor así, menos incómodo para los dos.

Al estar junto a ellos continuaron hablando.

—¿A ti también te mandó audios? —Preguntó de manera rápida Masie, la única que parecía desinteresada en el tema era Sophie, me encogí de hombros aun sin entender a quién se referían.

—Es que Charlotte se emborrachó y empezó a mandarles audios a todos, incluyendo a Sebastián. —emitió con rigor, sin mirarme a los ojos sino estampada en su teléfono, no actuaba como ella, pero traté de captar lo que me estaban contando.

Charlotte apenas se tomó tres cervezas anoche, ¿Cómo es posible que haya quedado borracha al punto de quizás no saber lo que hacía?

—Por esa y más razones yo no tomo alcohol.

Creo que ya tengo suficiente con ver a mi papá borracho asimismo eso conlleva a que se acueste con ciento de mujeres y tenga un montón de hijos.

Súbitamente un silencio abarcó el salón, giré mi rostro hacia la puerta encontrándome con la mirada del profesor. Se escuchó de golpe como Masie se bajaba de su mesa, todos tomamos nuestros lugares. Antes solía sentarme entre los últimos puestos, pero esta vez opté con mis amigas sentarnos en la mitad de las hileras.

El profesor dejó su morral junto a su asiento acomodando sus anteojos lentamente, parecía estar en un comercial de lo hermoso que se veía haciéndolo. En su camiseta se marcaba un poco sus pechos, la razón es porque es un hombre deportista, su cabello suele peinárselo hacia arriba y a los lados es un poco corto, a pesar de tener brackets la sonrisa que tiene es hermosa y su voz es tan penetrante que podría…

—William está precioso, pero creo que deberías aprender a disimular. —dijo entre risas, creo que todos mis compañeros saben el flechazo que tienen mis amigas y yo hacia el profesor.

A pesar de estar pasmada en cada movimiento del profesor mientras sacaba sus libros y anotaba en el tablero noté inmediatamente la presencia de Charlotte. Ella es la más alta del grupo, delgada y su cabellera sobrepasa su cintura, aún no estoy segura quién de las dos es de tez más blanca, pero creo que es ella. Creí que llegaría moribunda por su borrachera, pero parece que nada hubiese sucedido porque llegó igual de arreglada que lo habitual.




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