La chica virgen #1

9

Falda corta no tan corta

 

Luego de pasar toda una hora viendo a mi hermana tirando prendas por toda su habitación y de haberme probado más de mil ropas que no eran de mi agrado, a Brook se le encendió el rostro con ilusión y corrió a una caja que se encontraba en una esquina de su habitación, la puso sobre su cama y no me sorprendí cuando vi una gran cantidad de ropa en ella cuando la abrió, y aunque todo parecía más viejo que lo que usaba normalmente, la ropa estaba en muy buen estado. Removió el contenido de la caja y luego de un par de minutos tenía un conjunto sobre sus manos. Cuando mis ojos vieron lo que Brook tenía pensado hacerme usar negué con la cabeza con efusividad.

1-Era muy pequeño.

2-Iba a parecer una zorra.

3-La falda podía haberse hecho pasar por una vincha sin problemas.

—No, ni pienses que voy a usar esa cosa —dije apuntando con mi dedo índice la ropa que entonces se encontraba colgando de sus dedos.

—¿Por qué no? Es muy lindo y tu eres pequeña de cuerpo, yo lo usaba cuando tenía tu edad —insistió mirándome con ojos de cachorrito y su labio curvado hacia arriba en una mueca tierna, que le salía muy bien a la desgraciada. A veces pensaba en que me gustaría ser tan bonita como ella, luego recordaba que todo lo que tenía de linda lo tenía de hueca e insoportable y se me pasaba.

—Pero... es demasiado corto —me quejé frunciendo el ceño.

—Es normal, corto sería esto —dejó la ropa sobre la cama para caminar hacia su armario, prácticamente se metió dentro de él hasta encontrar lo que buscaba, luego de unos segundos salió de su montaña de telas con una falda aún más corta que la que me quería hacer usar—, así que tu decides, o te pones esto —apuntó a la ropa que estaba sobre su cama—, o te pones esta pequeñez —movió la súper híper recontra mini falda de un lado a otro.

—Esta bien usaré eso —gruñí accediendo finalmente a usar la dichosa falda corta no tan corta.

...

—¡Oh! ¡Te ves hermosa! —chilló Brook en cuanto salí del baño con el atuendo puesto. Debo confesar que me gustaba un poco como me veía.

—¿Esto va a estar bien? —pregunté mordiendo mi labio inferior con nerviosismo.

—¡Claro! Esta perfecto, ese chico va a querer darte duro en cuanto te vea —mi rostro decayó con las palabras de Brook.

—¿Parezco una zorra? —pregunté aterrada.

—Claro que no tonta —me reprendió dándome un correctivo en la cabeza—, te ves sexy sin necesidad de tener solo un pequeño tramo de tela tapando los lugares necesarios, créeme, para las zorra lo que estas usando es demasiado largo —me guiñó un ojo antes de lanzar un suspiro—. Bien, como ya termine contigo ahora puedo ir a ver a Mike —dijo sonriendo ampliamente.

Mike y Brook habían estado saliendo desde la secundaria, hacía poco habían hecho un viaje juntos a Madrid para festejar sus tres años de noviazgo. Realmente era un gran logro para Mike llegar a los tres años de noviazgo con una chica ya que, por lo que me contaron, fue un mujeriego de primera, y por ahí decían que de tal palo tal astilla porque su hermano era igualito a él. Si, Christian era el prostituto del instituto McKenvey. Aunque con más clase, nunca revelaba los nombres de sus múltiples conquistas.

Cuando Brook se fue de la casa no me quedaba mas que esperar a que llegaran las ocho de la noche y Kyle viniera a por mí. Fui al living a paso lento y me encontré con el pequeño Brandon, el único y mas chico hermano Torne, en cuánto me vio no tardó en hacer una mueca de confusión y preguntar—¿Qué te pasó?

—Me arreglé —contesté sabionda, ya que era obvio.

—¿Estas usando falda? —re-preguntó aún extrañado.

—¿Qué no es obvio que lo estoy haciendo? —volví a usar el mismo tono mientras tomaba asiento junto a él, mi hermano y yo no teníamos una relación muy buena que digamos, él con sus diez años no era exáctamente un ángel.

—Pareces un escarbadientes con ropa —dijo dejando de mirarme y volviendo su vista al televisor.

—Y tú pareces un mamut —repliqué cruzándome brazos y rogando que Kyle llegara pronto.

Levanté mi muñeca para poder ver mi reloj y este marcaba las ocho con diez minutos.

Odiaba las impuntualidades.




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