La chica virgen #1

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Christian's POV

Estaba sentado solo en medio del pasillo, a veces me gustaba despejarme de todo el bullicio que hacían mis amigos. Ser el centro de atención a veces resultaba agotador, y no es que quisiera serlo, simplemente la sociedad me ponía allí sólo por ser bueno en deporte y por ser hermano de. Mi hermano Mike era una leyenda en el Instituto McKenvey, el gran capitán, el chico que conquistó a Brooklyn Torne, entre muchas cosas más que había hecho. Yo simplemente no podía creer cómo un tipo tan torpe como mi hermano fuera venerado de esa manera, aunque quizá mi renuencia a verlo como alguien genial se debía a que lo conocía demasiado y sabía desde las cosas mas asquerosas a las mas molestas sobre él.

-Ey Chris -Me llamaron la atención. Era Grace, una rubia de mi clase de literatura- ¿Quieres que hagamos la tarea juntos? -preguntó mientras mordía su labio inferior.

Me entró una especie de sentimiento de alerta cuando nombró la palabra tarea, hasta que pude recordar que de hecho la profesora no había dejado ninguna. Contrariamente a lo que había sido Mike a mi me gustaba tener buenas notas y no dejaba que el fútbol rebajara mi nivel. Era bastante aplicado aunque no lo hacía evidente, nadie sabía que yo era uno de los mejores de la clase y prefería que eso se quedara así.

-Grace, la profesora no dejó tarea -le recordé.

Ella sonrió con picardía. Obviamente lo sabía, hasta entonces caí en cuenta de lo que se trataba su abordaje.

-Lo se -ronroneó mientras se acercaba con un movimiento extraño de caderas, vi sus intenciones antes de que las concretara y me puse de pie.

-¿Sabes algo? -pregunté sonriendo seductoramente.

Ella se acercó mucho más a mi.

-¿Que? -susurró con su nariz casi rozando la mía.

Tomé su cintura y la pegué a mi cuerpo logrando que soltara un jadeo.

-No me gustan los rodeos, si tenías intenciones de acostarte conmigo solo tenías que decirlo, las indirectas no van conmigo, me agradan más las chicas directas.

No tenía nada más que decir, así que la solté y me aleje dejándola en un estado de confusión evidente. De hecho pocas veces las chicas debían decir mucho para lograr algo conmigo pero no tenía ganas de estar con nadie en ese momento. Me sentía extraño, no sabía que podía estar pasándome pero era algo realmente molesto.

Ya que Grace había roto y destruido mi momento de paz comencé a caminar por el pasillo a paso lento, observando los pequeños cambios del establecimiento. Me gustaba ver eso. Notar cosas que otros quizá no, como que el color del mural frente a la Secretaría la semana pasada era roja y ahora era bordó, no era un cambio radical y muchos lo podían pasar por alto o simplemente no darle importancia. Pero era entretenido buscar diferencias en los estados de las cosas. Y si, también mi interés se debía a que me aburría mucho con frecuencia.

En ese instante de divague logré ver a Becky cruzar, mi hermana estaba a su lado, y en su rostro se veía una mezcla entre enfado e irritación. Sonreí con malicia, ¡Y eso que yo aún no comenzaba a molestarla! Hacerlo era muy divertido, sus expresiones resultaban muy divertidas, nunca podía cansarme de ver como su nariz se fruncia, su rostro de ponía colorado o sus mejillas se inflaban conteniendo su ira. Mentalmente admito que lograba verse muy adorable de esa manera. En voz alta, nunca podría inflar su ego de esa manera.

Estaba a punto de encaminarme hacia ella para lanzarle algún comentario pero alguien se me adelantó. El maldito Kyle se acercó a ella por detrás y la abrazó por la cintura depositando un beso en su mejilla. No, no y no. Vamos modelito de cuarta suéltala en tres, dos... Becky con increíble enfado, lo empujó con su codo, es decir que le dio un codazo justo en su estomago tan fuerte que terminó en el suelo retorciéndose de dolor. Reí en voz baja con malicia y un chico junto a mí me miro de manera extraña pero lo ignoré. Eso debió haber dolido. Esa es mi chica... digo, esa es la Becky que conozco. Lo siguiente que vi fue a Jordan, un amigo de Kyle, ayudándole a levantarse del suelo mientras que Bec siguió su camino sin prestar demasiada atención a su atentado.

Solo por ese pequeño orgullo que me había otorgado iba a darle el día libre de molestias.

Aún debía pensar en un modo de vengarme de ella por las fotos vergonzosas que circulaban por todos lados desde hacía dos días, aunque podía decir con sinceridad que hasta maquillado me veía bien.

Quizá en poco tiempo fuera a compartir alguna foto de cuándo era pequeña... juraba haber visto una de ella vestida como una salchicha mutante para Halloween de hacía cuatro años atrás.




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