La chica virgen #1

20

Dulce

No pasaron ni cinco minutos antes de que tuviera a Christian cabalgando a mi lado, ninguno de los dos soltaba palabra.

A lo lejos podía ver el pequeño bosque que conocía tan bien, al igual que el chico que tenía a mi lado. Con Alina y Christian habíamos pasado la mayor parte de nuestra infancia metidos en ese bosque, mas que nada visitábamos el lago que se encontraba en el final de este, yo especialmente pasé tanto tiempo dentro que posiblemente podía recorrerlo con los ojos cerrados sin perderme.

Minutos y más minutos en silencio, ninguno de los dos hablaba. El sonido de los pasos de Mina y Rayo eran lo único que se oía, también se le sumaban los sonidos de la naturaleza. Nos adentramos en el bosque sin problema y fue entonces cuando lo perdí de vista, se había ido por el camino largo para no tener que seguir a mi lado todo el trayecto al lago. Por alguna razón ese acto me supo amargo. Un destello de ira me invadió e insté a Mina a galopar mas rápido. Se sintió bien el aire en mi rostro pero no me quitó el malhumor. Cuando llegué a destino me bajé de un salto, agradecí no torcerme un pie o algo parecido porque hubiera sido vergonzoso pedirle ayuda al señor no-te-dirijo-la-palabra, justo cuando estaba por amarrar a Mina él llegó. No lo miré, pero podía oír todo lo que hacía, sus botas chocando contra el suelo cuando bajó, sus pasos y los de Rayo al acercarse a un árbol para atarlo. Yo terminé con mi querida yegua y caminé hasta el borde del lago, el ambiente se sentía un tanto fresco, al ver el cielo pude deducir que el anochecer estaba próximo a llegar.

—Becky.

Escuchar mi nombre siendo pronunciado por su voz se sintió extrañamente reconfortante, sentía como si hubieran pasado años desde la última vez que me había hablado directamente a mí.

—¿Qué? —mi voz se escuchó algo ahogada, y tuve que aclararme la garganta al terminar.

—Lo siento —voltee a mirarlo buscando algún indicio de broma, pero su semblante se veía totalmente serio y su expresión lo hacía ver sincero. Hasta pude advertir un atisbo de tristeza cruzar por sus ojos.

—¿Qué sientes? —pregunté sin quitarle la mirada de encima.

—Haberte ignorado estos días, yo... —no llegó a terminar la frase y se mantuvo silencio por un momento.

—Tu... —lo animé a seguir.

—Yo, no lo se Bec —Lo vi pasar sus manos por su rostro en un claro signo de frustración—. Estos días no pude sacarte de mi cabeza, no se qué me esta pasando pero en lo único que pienso es en ti...—declaró mientras yo tragaba saliva intentando procesar lo que me estaba diciendo, siguió hablando luego de una pausa casi imperceptible— ...en tu carita linda, en tus molestos mohines, en tus insultos intelectuales, pero lo único que logré hacer fue alejarme de ti, de otra forma iba a cometer alguna locura. Sé que siempre he sido un dolor en el culo para ti, que te molesté por todo lo que hacías o decías, y no voy a dejar de hacerlo —sonrió y no pude evitar lanzar una risita—, pero desde la noticia de ese estúpido blog tienes a más de uno detrás de ti y eso no me gusta, no entiendo qué me pasa y me siento idiota, porque se que vas a creer que no debí esperar a que otro notara tu belleza para decirte todo esto, pero creo que... nada eso es todo, voy a callarme ahora antes de cagarla aún más —terminó lanzando un suspiro.

Lo observé unos segundos en total silencio antes de lanzar una carcajada sonora que provocó que él frunciera el ceño mientras me miraba como se mira a un loco.

—¿Qué? ¿De qué te ríes? —preguntó confundido.

Logré calmarme un poco pero la risa no desaparecía del todo mientras contestaba con clara diversión en mi voz—Muy buena actuación Darrell.

Entonces, de pronto, mi risa fue interrumpida cuándo en un rápido movimiento se acercó a mí y me tomó de la cintura atrayéndome hacia él apretándome levemente contra su cuerpo, su rostro se encontraba peligrosamente cerca del mío la diferencia de altura se había perdido al él agachar su cabeza, mi sonrisa poco a poco desapareció mientras mi mente solo podía pensar en su piel perfecta, su mechón rubio cayendo por su frente y sus rosados labios viéndose tentadoramente entre abiertos, comenzó rozando nuestras narices y mi respiración pasó de irregular a nula, cuando pude despegar mi vista de sus labios fui hasta sus verdes ojos que se hallaban en clavados en mi boca—¿Esto te parece una actuación? —susurró haciendo que su aliento chocara contra mi rostro, antes de que pudiera pensar o decir algo terminó de acortar el espacio que nos separaba posando sus labios sobre los míos en un lento beso calmo, no había desesperación en él, solo ternura y sentía que comenzaba a derretirme en sus brazos. Su boca era hábil y sabía cómo hacer para provocarme unos inmensos deseos de intensificarlo, nunca antes me habían besado de una forma tan dulce. Mis manos volaron a sus hombros y terminaron deslizándose hasta llegar a su nuca para atraer su rostro aún mas hacia el mío, y a la vez evitando que se escapara, aunque dudaba que quisiese hacer tal cosa dado que su brazo derecho estaba enredado en mi cintura sin dejar que el aire pasara entre nuestros cuerpos mientras la izquierda acunaba mi mejilla y me deleitaba con suaves caricias. Su lengua fue gentil al pedir permiso para entrar en mi boca y la mía fue ruda al arrastrarse como un huracán a la suya, el beso lento se transformó en uno mas fuerte entonces y la mano que se hallaba en mi rostro volvió a mi cintura para apretar mi camiseta y empujarme mas cerca. 

No sé si pasaron horas, minutos o segundos pero en el momento en que nos separamos mis pulmones estaban necesitados de aire, aunque contradiciendo a mis necesidades vitales mis labios nuevamente buscaron los de Christian para a unir nuestras bocas en otro beso. Me sentía insaciable y mi mente estaba nublada.

Definitivamente eso no era una actuación.




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