La chica virgen #1

21

No me interesas

Cuándo nos separamos por segunda vez abrí mis ojos lentamente y me encontré con los suyos, sus hermosos ojos verdes brillaban por la luz del sol que cada vez se veía mas tenue, su sonrisa no se hizo esperar y entonces me congelé... ¿Qué acababa de pasar? Abrí los ojos a tope alejándome de él rápidamente. No puede ser, no puede ser, no puede ser. Había besado a Christian, al maldito idiota y mujeriego Christian Darrell. 

—¿Becky? —preguntó confundido— ¿Estás bien? Yo, lo lamento, se que fue todo muy... —antes de que terminara de hablar mi mano voló a su mejilla y el estruendoso ruido se escuchó en el silencio lago— ¿Qué demonios? —entonces habló y me miró con enojo brillando en su mirada.

Pasé una de mis manos por mi cabello y tiré de él por un segundo—¡No vuelvas a besarme sin mi permiso! —grité alterada con mis mejillas arreboladas. Eso estaba mal, estaba muy mal.

—Pero si tu... —nuevamente no lo dejé acabar con su frase porque lo empujé a un lado y corrí hacia Mina que por suerte se encontraba cerca, me subí lo más rápido que pude, lo oí bufar—. La próxima vez hago un contrato para pedirte permiso señorita te beso como una mujer necesitada —gritó con una mezcla entre ironía y enfado salpicando de su voz.

Abrí mi boca totalmente ofendida.

—Eres un idiota —respondí en un grito mientras me ponía en marcha, mientras más rápido me fuera mejor.

—¡Y tú una necia! —escuché algo distorsionada su voz por los pasos de Mina resonando con fuerza contra el suelo, apreté mis dientes con fuerza e insté a mi yegua a que fuera mas veloz.

Maldito Christian.

Malditas hormonas.

Y mil veces maldito Christian y sus labios besables.

...

—No le cuentes a Alina —imploré a Jane que se hallaba del otro lado de la línea telefónica.

Al llegar del paseo, después de dejar a mi yegua en su lugar, corrí hacia mi habitación para llamar a Jane y contarle lo sucedido, a pesar de que estaba enojada aún conmigo sabía que podía contar con ella en ese momento. Me hubiera gustado poder contarle al mismo a tiempo a Alina, pero no podía.

—Sabes que se enterará tarde o temprano, es mejor que se lo digas tú —respondió con franqueza y sabía que era verdad.

Alina era una especie de imán para los chismes y secretos, aunque así como entraban por sus oídos salían por su boca porque si había algo que ella no podía hacer era estarse callada por mas de cinco minutos. Aunque sabía que si le hacía jurar que no dijera nada ella no lo haría, al igual que su hermano sabía cumplir sus promesas.

—Lo sé, pero voy a esperar hasta mañana para decirle porque de otra forma ella acosará a Christian a preguntas esta noche —dije un tanto melancólica.

—Que tierna, compadeciéndote de tu chico —murmuró Jane con exagerada ternura.

—No es mi chico —contesté a la defensiva— y no me compadezco de él... solo no quiero que Ali hable demasiado —mi pobre excusa hizo reír a Jane.

—Te gusta —exclamó con entusiasmo y yo negué con mi cabeza inútilmente dado que estábamos hablando por teléfono y ella no podía verme.

—No, claro que no —repetí esta vez en voz alta con efusividad, no me gustaba Christian, es decir, ¡vamos! Era el chico más molesto de la historia de las personas molestas.

Vino a mi mente el recuerdo de sus labios contra los míos provocando que por inercia llevara mi mano libre a mi boca, fue malditamente el mejor beso que me habían dado jamás.

—¡Becky! —la voz de Jane retumbó en mis oídos haciendo que volviera a la realidad.

—¿Qué? —pregunté desconcertada, no había escuchado nada de lo que dijo Jane.

—Deja de pensar en Christian por un segundo y escúchame —intenté replicar ante su acusación pero no encontré nada coherente para decir, además de que tenía razón— ¿Mañana puedo ir a tu casa? —preguntó.

—¿Desde cuándo pides permiso para venir aquí? —respondí con diversión.

—Tienes razón, bueno mañana voy a tu casa, no soporto a Lilian —se quejó en voz muy alta por lo que supuse que Lilian, su madrastra, estaba cerca.

—Bien —dije sin más.

—Bien, oye Becky tengo que colgar, papá llego del trabajo y si no lo alcanzo antes que la perra lo acapare no le permitirá saludarme siquiera, adiós, te quiero —colgó antes de que pudiera decir adiós, también te quiero.

Reí por la actitud de nena de papi que tenía Jane a pesar de querer parecer una chica ruda y temible. No la culpaba por tener esa actitud, ya que él era lo único que tenía a final de cuentas. Y ella siempre había sido la única chica de su padre, hasta que Lilian llegó a ser "un dolor en el culo", sus palabras no las mías.

...

Coloqué mi cabello hacia adelante usándolo de cortina para tapar mi rostro y pasar junto a Christian esperando no ser notada, aunque parecía que él si me había notado no me dijo ni una palabra al verme, solo entonces comencé a cuestionarme si había sido demasiado inmadura el día anterior al golpearlo por algo que claramente había sido una cuestión aceptada por ambas partes. Ese intercambio de besos había sido lo mas consentido que había hecho en la vida, pero no podía aceptar que me había gustado tanto que volvería a repetirlo infinitas veces, eso solo iba a hacer que todo terminara mal. Una vez que llegué al salón de Historia me senté en uno de los pupitres del fondo esperando que todo el mundo llegara y así pudiera dormir un poco en esa clase, la señora Dawson estaba tan vieja que no se daba cuenta de qué sucedía a su alrededor por lo que no había riesgos de que me descubriera. Los estudiosos que se sentaban en las filas de adelante ya se encontraban en su lugar, pero además de ellos no había nadie aún. Esperé varios minutos antes de que la horda de estudiantes entrara haciendo bullicio y comenzaran a arrastrar las sillas, a veces me preguntaba qué necesidad tenían las personas de gritar lo que estuvieran hablando apropósito para que el resto nos enteremos de todo el tema que conversaran




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