La chica virgen #1

25

Empapelado de gatitos

Caminé hacia mi casillero luego de haberme despedido de las chicas en un pasillo y al llegar me encontré con una nota pegada sobre éste. Con curiosidad la tomé y desdoble la parte inferior.

Voy a conquistarte -C

Frunci el ceño e hice de la nota un bollo antes de lanzarla a algún lugar— Oye eso daña al medio ambiente —escuché una voz gruesa y miré en dirección al muchacho que se encontraba a unos metros de mí, sacando un libro de su casillero. Mike Gordon.

—Idiota —masculle entre dientes mientras ponía la contraseña a mi casillero.

—Te escuché —dijo apoyándose sobre su casillero ya cerrado con sus brazos cruzandose sobre su pecho.

—Era la idea —dije con ironía rodando los ojos.

—Auch —siseo en un falso tono lastimero.

—¿Qué quieres chismoso? —dije perdiendo la paciencia y girando hacia él imitando su acción de cruzarse de brazos.

—Nada ¿Es que no puedo hablar con una persona que asiste a mi instituto? —respondió casual dirigiendo su mirada hacia otro lugar y dejando ver una sombra de sonrisa en su rostro.

—Conmigo exactamente no, no puedes, eres un chismoso de pacotilla —murmure con enfado apretando mis puños.

—Oye tú nunca me dijiste que no dijera nada sobre tu petición Torne, no hice nada malo —fingió inocencia alzando sus manos y encogiéndose de hombros. Si será...

—¿Entonces solo decidiste decirle a todo el mundo que quería perder mi virginidad con alguien como tú? —pregunté con incredulidad— Algún día alguien te hará lo mismo que estás haciendo con todas las personas de aquí Mike y no te gustará ser el centro de burlas desesperantes y habladurías sobre ti a tus espaldas —dije con enfado—, ah y no le digas nada a nadie de esta conversación, digo por las dudas porque tu lengua es floja, de hecho demasiado —sin más que decir me voltee hacia mi casillero, saqué mi libro y cerré la puerta con fuerza para luego largarme del lugar en dirección a mi clase.

...

El profesor de música no hacía más que sentarse a charlar con una secretaria coqueta del instituto por lo que prácticamente ésta hora la teníamos libre, por suerte la compartía con Alina y era la última del día.

—¿Vas a venir entonces? —preguntó de repente mi castaña favorita.

—¿A dónde? —respondí con otra pregunta mirándola con el ceño fruncido.

—Al frente —diciendo esas palabras me dio un golpe en la frente y rió cómo idiota por lo que yo la empuje haciendo que cayera de su silla, entonces empecé a reír yo—Oye —se quejó poniéndose de pie y frotando su trasero con una mueca de dolor en el rostro.

—Tú te lo buscaste —respondí con diversión y le saqué la lengua, parecíamos dos niñas peleando.

—Lo sé —murmuró con una sonrisa traviesa atravesando sus labios—, igual no era esa la respuesta que te quería dar, te preguntaba si vas a ir conmigo al ginecólogo la semana que viene —dijo más seria ésta vez pero sin perder su simpatía habitual.

La miré con una ceja levantada y entonces comencé a reír sabiendo las intenciones de mi amiga al querer ir al ginecólogo, que no eran exactamente tener una cita médica—Tú solo quieres ver al hijo de tu doctora —comentó entre risas.

—Si, es que es taan lindo —dijo en tono soñador agregando incluso la pose pensativa con sus manos bajo su mentón y los ojos puestos en el "horizonte"(la cancha de futbol que se veía por la ventana, claro)

—¿Y por qué quieres que vaya yo? —pregunté desperezándome en mi silla y sintiendo mi trasero algo entumecido por estar tanto tiempo sentada. Malditas horas que eran tan largas.

—Porque Jane lo asustaría —confesó girando su cabeza para mirarme con un puchero sobre sus labios— Por favor —suplicó aún con esa mueca tonta.

—Está bien —accedí con voz cansina cerrando mis ojos por un momento, moría de sueño no había dormido casi nada en todo el fin de semana por estar reproduciendo la escena de Christian y la furcia acosadora. En el momento que abrí mis ojos el timbre que indicaba que las clases finalizaban por el día sonó como un canto de ángeles... mentira, como un chillido insoportable que nunca soportaré a pesar de amar que indique el final del día escolar

Al salir del instituto me dirigí hacia el estacionamiento para tomar mi auto y largarme, saber que aún tenía que limpiar las caballerizas al llegar a casa me cansaba aún más de solo pensarlo. Al llegar a mi hermoso -no tan hermoso- Fitito más viejo que mi abuelo Gregory, quite la alarma y luché con la puerta que no quería abrir. Apreté los labios en una fina linea y le di un golpe con el pie a la puerta provocando que finalmente cediera a mi empuje y abriera ¡Aleluya! Entré y luego de encenderlo me puse lo puse en marcha.

...

Miré el nuevo tapiz de mi habitación con una mueca de asombro al entrar ¡Eran gatitos! Corrí hacia la pared y toqué con adoración el empapelado, era hermoso. Con una sonrisa en el rostro no tardé en correr hacia las escaleras para bajarlas y agradecer a mis padres que se encontraban en el living.

—¡Muchas gracias! —chillé con felicidad.

—Gracias ¿Por qué exactamente cariño? —preguntó mi padre mirándome con confusión.

—Por lo del tapiz de mi habitación —respondí con alegría.

—¿Qué tapiz? —volvió a preguntarme con su mueca de confusión más acrecentada.

—¿Ustedes no... —comencé a preguntar pero mi voz se apagó y además fui interrumpida por mi madre.

—Quizá fue Christian, estuvo hoy aquí y me pidió permiso para ir a tu habitación, un amigo suyo vino con él y traían muchas cosas —dijo casual, como si no fuera la locura más grande del mundo el que hubiera dejado entrar a Christian y a un desconocido a mi habitación ¡Con cosas!

—¿Qué? —dije sin expresión alguna.

—Eso mismo, bueno, ahora sé por qué entraron —dijo con una sonrisa risueña mientras se encogia de hombros.




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