La chica virgen #1

29

James Green

Las chicas y yo estábamos en una pijamada en la casa de Alina, no podía negar que había sido mía la idea hacerla allí, íbamos a jugar a un juego que habíamos inventado, o creíamos haber inventado ya que probablemente lo habíamos sacado de alguna película y no nos acordabamos de cuál, además de que al parecer con los años se había hecho muy típico entre los adolescentes, cof ¡Copiones! Cof, que consistía en responder una pregunta que sacaras de una bolsita llena de papelitos con éstas, y si la respondías bien no pasaba nada pero si no le acertabas tenías que cumplir un reto.

—Primero Ali —dije con efusividad.

—¿Por qué yo? —se quejó frunciendo el entrecejo.

—Porque es por orden alfabético —respondió Jane antes de que pudiera meter la pata diciendo cualquier tontería.

—Sí, eso —la secunde.

Alina rodó los ojos y suspiró.

—Bien —gruñó llevando su mano a la bolsa y al tener su pregunta procedió a leerla en voz alta— ¿De qué libro es la siguiente frase? "Amar es destruir y ser amado es ser destruido" ¿En serio Becky? —preguntó sabiendo que yo había puesto esa pregunta y me encogi de hombros, no se me había ocurrido otra cosa y no quería ser tan mala con ellas— ¡Cazadores de sombras, obviamente! Jace papito lindo.

—¡Bien! Ahora tu B —me dijo Jane.

Refunfuñando en dirección a la rubia estire mi brazo hasta llegar a la bolsa y metí mi mano dentro sintiéndo todos los papelitos rozando mis dedos, pellizque uno de ellos y lo saqué.

—"¿De qué color es la bandera de Canadá?" —sonreí mientras hacía del papel una pequeña bolita— Blanca y roja —contesté sin duda alguna.

—¡Bien! Y ahora tú Jane —murmuró Alina con un deje de maldad.

Jane sonrió con suficiencia y tomó un papel— "¿Cuál fue la inspiración de la escritora de los juegos del hambre al crear dicho libro?" —al terminar de leerla Jane ya no se veía tan confiada— Que sé yo ¿El hambre del pueblo?

Alina y yo la abucheamos al mismo tiempo que moviamos nuestros pulgares hacia abajo, luego reímos fuertemente y chocamos nuestras palmas con complicidad— ¡Reto para Jane! —chillamos.

La rubia ladeo su labio inferior mientras rodaba sus ojos con molestia y salió de la habitación para dejarnos hablar. Al verificar que no estaba escuchando por detrás de la puerta decidimos comenzar la disputa— James Green —dijimos al unísono la morena y yo, vaya, eso me estaba asustando, parecíamos siamesas o cómo sea.

—Tiene que besarlo —tiré la idea sonriendo con malicia.

—Eso sería muy malvado B —dijo Alina elevando su labio inferior.

—Ésa es la idea Ali —le recordé rodando los ojos.

—Es verdad —murmuró poniendo su mano debajo de su mentón, parecía considerar mi propuesta—. Bien un pequeño beso en los labios en el primer receso, ya sabes ellos siempre se chocan en algún pasillo en ese receso —sonreí asintiendo y di pequeños saltitos sentada encima de la cama.

—No tan pequeño, que dure al menos diez segundos —repliqué sin perder la sonrisa. James siempre había sido el enemigo de nuestra querida Jane, no se intimidaba ante ella y no tenía coche, su casa tenía alta seguridad y a la pequeña delincuente no le quedaba más que su casillero para arruinar, aunque él la molesta diciendo que la mejoraba poniéndole colores. Ambos parecían realmente tener química pero no querían admitirlo.

—Cinco —finalizó Alina haciéndome saber que ésa era la última palabra de la discusión.

Ambas sonreímos con maldad y llamamos a Jane para que entrara

...

—No pueden hacerme esto, soy su mejor amiga ¿Por qué quieren que muera de una infección al besar a ese energúmeno asqueroso? —preguntó con dramatismo mientras Alina y yo la arrastrabamos por los pasillos del instituto.

Jane al saber de qué iba el reto se negó rotundamente a hacerlo pero era eso o mostrar sus pechos en plena clase de literatura con el profesor más gruñón del mundo.

—No sabía que podías usar palabras como energúmeno —comenté para molestarla.

—Cállate ¡Seguro esto fue tu idea! —chillo ella con enfado, aunque sabía que era para ocultar su nerviosismo.

Cuando entramos al Instituto McKenvey Jane había quedado totalmente flechada por el pelinegro, hasta hacía corazones con su nombre adentro y esas idioteces, con el tiempo su actitud pasota la llevó a alejarse de las cosas afeminadas y cursis, a tratar a todos mal y a comenzar a irse por el camino de la delincuencia, más nunca hacía algo que no merecía la pena. Se podría decir que era una súper heroína un poco pasada de raya... a veces. Bueno, el tema era que nadie la molestaba por miedo a ser atacado, excepto James Green que parecía que su hobby favorito era hostigar a Jane, el chico era tan relajado y nunca se molestaba por nada, realmente era el único chico que podía soportar a mi rubia amiga o que al menos no corría de ella. Siempre había pensado que eran el uno para el otro, al ser muy diferentes y todo el tema, pero quién podía saberlo, o mejor dicho que podía saber yo del tema "romance", a penas estaba comenzando a descubrirlo.

—No puedo hacerlo —dijo Jane mirando hacia un punto en específico, James.

—Si, y no es un tema de poder sino de deber, debes hacerlo o si cambiaste de opinión al Señor Elmer no le vendría mal ver un par de tetas —dije con desdén cómo si estuviera hablando del tiempo que hacía afuera.

—Las odio a ambas —mascullo entre dientes la rubia, entonces vi al pelinegro acercándose a Jane con una sonrisa de suficiencia, me recordó a Christian, al cual no había podido ver ayer en la noche a causa de que me había quedado dormida antes de poder ir a visitarlo a su habitación y en la mañana él había tenido que salir antes por unos temas del equipo, me sentía un tanto triste por no haberlo visto en tan poco, aunque se sentía mucho, tiempo y también estúpida por sentirme así ¿Desde cuándo me ponía mal por no ver al rubio insoportable?




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