Eres más
La expresión confundida del chico fue notable cuándo nos escuchó reír, parecía desencajado y, entre su sonrojo y sorpresa, nos preguntó.
—¿De qué se ríen?
—¡De mi sufrimiento! —dramatizó Jane con voz chillona antes de salir corriendo, esa voz solo venía cuando sus nervios estaban a flor de piel.
—¿Qué?
—Reto —dijo Ali, sin aclarar nada realmente.
—¿Qué? —volvió a preguntar.
—El beso fue un reto nuestro, ella perdió en un juego y bueno, éste fue el resultado —dije yo entonces.
—¿Y ella aceptó? —cuestionó con incredulidad.
—No tenía opción.
...
Jane decidió hacernos la ley de hielo, no iba a hablarnos hasta que se le pasara el enojo, o más bien la confusión. Ni Alina ni yo habíamos intentado decirle algo tampoco, sabíamos como era ella y debíamos esperar al menos un día completo para hablarle nuevamente sin correr el riesgo de ser golpeadas.
Por otro lado aún no veía a Christian, no nos había tocado ninguna clase juntos y al final del horario escolar se había quedado a entrenar. Y yo me encontraba ya en casa, me tocaba darle de comer a las gallinas ese día ¡Yupi que linda vida! La señora Clo, que era la gallina más gorda y gruñona, no dejaba que las demás comieran con ella y tenía que hacer que se llenara antes de poder seguir con las otras. Seguí con la misma acción de meter mi mano en el recipiente con maíz y soltar los granos al suelo por unos minutos más mirando como la gallina los devoraba y todas las demás observaban sin poder acercarse, hasta que por fin terminó y se retiró moviendo sus alas mientras cacareaba, yo rodé los ojos mientras continué tirando maíz esa vez para las demás que se juntaban a mi alrededor rápidamente.
Al finalizar con mi labor fui hacia la cocina a dejar el entonces recipiente vacío, en eso vi a la tortuga caminar en el pequeño patio cubierto que estaba junto a la cocina, sin pensarlo fui hacia el refrigerador para tomar unas hojas de lechuga y dárselas de comer, debía estar hambrienta, ni mamá, ni papá, ni Brandon (menos Brook) le daban mucha importancia al lento animal. Al dejar las hojas y confirmar mi sospecha sonreí acariciando levemente su caparazón.
—¡Becky! —escuché a mi padre llamándome y di un respingo antes de levantarme y correr hacia el living.
—¿Qué hice? —pregunté entrando al salón.
—Mi yerno está al teléfono, toma.
—¿Y por qué no llamaste a Brook? Mike es...
—No Mike, Christian —contestó provocando que mi rostro se encendiera, me extendió el teléfono y yo lo tomé para volver a correr, esa vez hacia la entrada, abrí la puerta y salí al jardín delantero.
—Hola —dije algo agitada.
—Hola hermosa —respondió él con voz melosa.
—¿Le dijiste a mi padre que somos n... algo? —pregunté precipitadamente.
—No, el lo dio por hecho cuando pregunté por ti, me dijo algo de que "por fin un yerno decente" —imitó la voz de mi padre y no pude evitar reír— creo que no quiere mucho a mi hermano.
—Oh si lo quiere, solo que de una forma peculiar —dije entre risas bobas— ¿Y qué te pasó? ¿Te dio un ataque de enchapado a la antigua que me llamas al teléfono de mi casa y no a mi celular? —lo molesté en tono de broma.
—Sabes que soy un chico de cosas clásicas —respondió a la defensiva y no pude negar que era la verdad— pero no es por eso que te llamé por aquí, me robaron el móvil y bueno, tenía muchas ganas de hablar contigo —vuelve a su voz cursi y yo me derreti lentamente, mis mejillas podrían haberse hecho pasar por tomates en estación.
—¿Cómo que te robaron el móvil? ¿Estás bien? —cuestione con voz algo subida de tono al reaccionar ante sus primeras palabras.
—Estoy bien, no te desharás de mí tan fácil plana —respondió con tono jocoso.
—Que mala suerte la mía —fingi tristeza. Escuché su risa ronca a través del teléfono y mordi mi labio inferior levemente, era tan sexy el maldito— ¿Y cómo estuvo tu día? Además del altercado con
tu móvil claro —pregunté.
—Aburrido, no te vi en todo el día, fue una tortura, bueno sigue siendo una tortura pero al menos ahora estoy escuchando tu voz.
Su vómito sentimental solo hacía que sonriera más y más. El muy idiota sabía que decir a una chica.
—Te extraño —dije sin darme cuenta, abrí mis ojos con sorpresa y por un acto de reflejo corté el teléfono. Mierda.
No pasaron ni dos segundos antes de que volviera a sonar, atendi de inmediato—Yo también te extraño, voy para allá —entonces fue él quién cortó la comunicación.
Frunci el ceño aún sintiendo mis mejillas calientes y volví a entrar a la casa, dejé el teléfono en su lugar y fui hacia mi cuarto para darme un baño, olía a animales y tierra. A pesar de que Christian me había visto más de una vez en ese estado ese día no quería que me encontrara en un estado tan deplorable. Inútilmente quería verme al menos la mitad de bella que las chicas que solían rondar al rubio.
...
Terminé de ponerme unas calzas algo ajustadas pero cómodas y procedí a pasar una camiseta de Brook (la cual me había "donado" toda su ropa vieja) con una leyenda de una banda que no quería saber quiénes eran pero que era lindo de ver. Me puse un poco de perfume en el cuello y en las muñecas, suspire mirándome al espejo de cuerpo completo. Es lo que hay, pensé.
—¡Becky, te buscan! —gritó Brandon desde abajo.
—¡Ya voy! —grité de regreso antes de tomar el cepillo y comenzar a peinar con rapidez mi cabello aún mojado por la ducha. Termino de peinarme y me calce unas pantuflas antes de bajar.
¿Qué? La pantuflas son cómodas y lindas.
Corrí escaleras abajo encontrándome con mi hermano riendo por algo que decía mi rubio... Es decir, Christian. Cuándo escucharon mis pasos ambos se voltearon, Brandon rodó sus ojos con una pequeña sonrisa y Christian me miró con una enorme sonrisa plasmada en su rostro.
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Editado: 23.07.2020