La chica virgen #1

32

Inesperado

Dejé a los dos chicos sólos con disimulación, sin contar que tiré un cartel que se encontraba en la pared y golpee mi pié con un banco en el proceso, y caminé hacia mi taquilla, la primera clase ya era caso perdido, aunque ya estaba eximida de esa materia por lo tanto no era importante ir. Las ventajas de ser estudiosa.

Al llegar a mi casillero puse la contraseña y saqué mi libro de física, que era la materia que me tocaba en el siguiente bloque. Cuándo estaba por ir al patio cubierto del instituto para poder sentarme por allí, unas voces llamaron mi atención, y no es que fuera chismosa pero es que se me hacían demasiado conocidas, seguí el sonido de las voces hasta escuchar con más intensidad la conversación, o más bien la discusión, me quedé escondida detrás de la pared que separaba el patio y el pasillo.

—No quiero estar contigo Madison... —dijo una voz masculina, una que conocía muy bien.

—¿Esto es en serio? ¿Qué te pasa? —se escuchó la respuesta con tono de voz chillón, efectivamente era una de las chicas chicle, es decir de las que usaban ropa rosa y eran femeninas, pero eran pegajosas y más usadas que un abrigo en época de frío. 

—Es complicado, bueno no en realidad, quiero a una chica y esa chica no eres tú.

De repente no escuché más voces, sino que el sonido de labios tocandose. Fue entonces cuando entré en alerta, me asomé un poco y sentí cómo mi estomago se encogía al ver la escena de Christian siendo besado por una rubia curvilínea, exactamente la chica con la que imaginarías a un chico como él y aunque se estaba negando a ser besado por ella no pude pensar en otra cosa que ella era el estereotipo perfecto de una chica perfecta y en que esta besando a mi chico. Como mi capacidad de pasar desapercibida era tan buena, el bote de basura que se encontraba a mi lado se cayo provocando que él pudiera librarse de la arpía y ambos voltearan a ver en mi dirección, pero no corrí a esconderme del mundo y sufrir por algo inútil sino que caminé con paso firme hasta donde se encontraban ambos y me pare en frente de la rubia, entrecerre mis ojos en su dirección y de un segundo a otro mi mano esta estampada en su mejilla. Una buena bofetada para que aprendiera a no tocar lo que no era suyo. La chica llevó una mano a su mejilla y me miró sorprendida, yo no dije nada sólo gruñi como un gato que no quiere compartir su comida con nadie y ella corrio del lugar como ratón asustado.

—Becky, no es lo que tu piensas... —comenzó a decir Christian pero lo corté de inmediato.

—¿Quieres ser mi novio? —pregunté sin rodeos volteando a mirarlo.

—¿Qué?

Su confusión era palpable.

—Que si quieres ser mi novio —repetí y me di cuenta de que no estaba siendo tierna en lo absoluto. Era tiempo de sacar a la Becky tierna de mi interior—. Se que ella te besó estaba escuchando todo —él intentó contestar algo pero seguí hablando antes de que sucediera—, ahora no quiero que hables porque estoy muy enojada porque esa chica beso tus labios, que solo yo puedo besar claramente ¡Ni siquiera puedo hablar con coherencia!

»te digo que si no fuera por el enojo que estoy teniendo en este momento no tendría esta valentía para decirte lo que te voy a decir así que disfruta el momento o vete a la mierda. Estoy muy, demasiado enamorada de ti y creo que eres el chico más sexy que alguna vez conocí, desde que éramos pequeños siempre me pareciste muy lindo y tierno a tu manera sólo que nunca lo quise aceptar hasta este año y bueno, amo tus besos, tus abrazos, tu todo, no te digo que quiero casarme contigo por lo menos no ahora pero no quiero que otra chica piense que estás libre porque no lo estás o bueno no lo estarás si aceptas ser mi novio, sé que no es lo tradicional que tu deberías hacer esta pregunta pero nada es normal conmigo y eso ya lo deberías tener muy claro. Además, quién dice que una chica no puede pedir esto, ¡Ya estamos en el siglo XXI!

Sonreí de costado mientras él estaba con una expresión de total desconcierto, no negaba que me daba un poco de miedo que dijera que no pero siempre podía golpearlo después o humillarlo públicamente... Pasaron unos minutos y él seguía en silencio, mi sonrisa fue decayendo poco a poco

—¿Sí o no? Estoy a punto de golpearte.

—Si —gritó con voz ligeramente aguda y yo lancé una carcajada al mismo tiempo que mi cuerpo se liberaba de la tensión del momento—, si quiero ¿Cómo no voy a querer ser tu novio? Wow, vaya, esto fue sorpresivo no me esperaba que algo como eso saliera de ti algún día, si vas a decir todo eso cada vez que una chica me bese...

—No te atrevas a decir que quieres que te bese otra chica para que sea tierna porque terminaré contigo en este preciso momento —lo amenace poniéndome de puntitas para lograr ser al menos un poco más intimidante.

—No dije nada, ¡nada! —río mientras me rodeaba con sus brazos—. Te quiero —susurró haciendo que sonriera con extrema felicidad.

—Yo también te quiero, aunque seas una mariquita —respondí mirándolo sin dejar de sonreír.

—Tu momento de ternura acabó ¿verdad? —preguntó alzando una ceja.

—Así es, idiota —contesté para luego ponerme de puntitas nuevamente pero esa vez para juntar nuestros labios en un dulce beso.

Un beso con mi novio. Oh, wow.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.