La Cita de Jani

La Cita de Jani

 

 

 

Mi abuela solía decirme "Si amas estar con tu familia, quien te ame lo hará por más loca que esté esta".

 

Ella se refería a que no debía avergonzarme de mi familia, ya que siempre tuve la tendencia de no traer a un posible novio. Lo que mi abuela no me entendía, era que traer a casa a un chico era sinónimo de no volver a verlo nunca, más aún cuando todos mis hermanos están en casa, como hoy.

 

—Lo siento abue, te amo. Pero mis hermanos son unos pequeños monstruos de otra galaxia así que no puedo presentarles a Patrick.

 

Me quito la sábana y me pongo de pie dejando mi cama hecha un desastre. Son las seis de la mañana y mi cita con Patrick es a las ocho, pero resulta que es el aniversario de bodas de mis padres y hoy todos mis hermanos están en casa y no van a salir a ningún lado para ayudar con la cena que se organizará para la noche. Más que nada ayudarán a papá a cargar con unas mesas que rentó y con otras cosas que son pesadas.

 

Parecería muy temprano pero con esos monstruosos hermanos, anticiparse a todo nunca es demasiado exagerado. Debo ganar el baño.

 

Tomo todo lo que necesito, salgo de mi habitación y me estrello con mi hermana Ximena. Su pequeño tamaño es engañoso, si me distraigo me haría puré.

 

—¡Jirafa, fíjate por dónde caminas! —Mira mis manos y se da cuenta que vamos al mismo lugar— ¡Mamá, Jani me empujó!

 

Mi mamá abre la puerta de su habitación y sale a regañarme.

 

—Jani, no molestes a tu hermana.

 

—Pero fue un accidente —empiezo a quejarme, pero me doy cuenta de la treta de Ximena. Ya no está aquí, corrió hacia el baño y hago lo mismo.

 

—Enana, yo tengo prisa —la sostengo del brazo antes de que cruce la puerta del baño—. Yo voy primera.

 

—Ni lo pienses, edificio con patas. Yo venía primero —Ximena me muerde y yo la suelto.

 

Ella se da la vuelta para entrar al baño, pero la puerta está cerrada.

 

—¡Ocupado! —Mi hermano Omar dice desde adentro— sigan discutiendo afuera ¡Losers!

 

—¡Mamá! —Nos quejamos Ximena y yo al mismo tiempo.

 

—Niñas, respeten a su hermano que es mayor que ustedes.

 

Mamá sigue su camino y baja la escalera de seguro para hacer el desayuno.

 

—¡Eso no es justo! —Se queja Ximena y aunque odie admitirlo estoy de acuerdo con ella.

 

Ambas nos cruzamos de brazos y quedamos frente a frente retándonos, ella es mucho más pequeña de estatura que yo, pero no voy a permitir que se de cuenta que me intimida. Esto será una guerra cuando Omar abra la puerta.

 


Después de quince eternos minutos, Omar sale.

 

—¡Emergencia! —Wilson nos empuja y pasa por en medio de nosotras y entra al baño cerrando la puerta.

 

—Esto no está pasándome... —Me lamento, porque a este paso mi hígado explotará de coraje antes que mi cita llegue a buscarme.

 

—¡Wilson debías esperar tu turno! —Ximena golpea la puerta y comparto su frustración.

 

Tener tantas cosas en común esta mañana con mi hermana es una mala señal, creo que el apocalipsis se acerca y todavía no sé si Patrick es el amor de mi vida. Qué triste.

 

De pronto ella y yo hacemos un gesto de susto, ruidos extraños vienen del interior del baño. Creo que mi hermano está agonizando dentro.

 

Ximena y yo, damos un brinco alejándonos de la puerta, una bomba acaba de explotar dentro y no fue exactamente de pólvora.

 

Mi padre pasa por donde estamos, va hacia la planta baja buscando a mamá. Cuando escucha el desastre que tiene Wilson dentro del baño, solo se encoge de hombros y nos dice:

 

—Tu madre olvidó que era intolerante a la lactosa y le dio de cenar todo lo que no puede comer.

 

Olvido un poco de mi coraje con mi hermana y por nuestro bien, nos alejamos otro poquito de la puerta del baño.

 

—No coman del espagueti blanco que hizo mamá anoche, es tóxico lo juro.

 

Cuando Wilson sale, está todo sudado, despeinado y pálido. Su mano está en su panza y ni siquiera nos mira, va muy ocupado arrastrando los pies. Pobrecito, creo que descargó todas sus penas en el inodoro.

 

Es ahora o nunca, empujo a Ximena y vamos hombro a hombro por la lucha a entrar al baño.

 

Juntas entramos y al instante volvemos a salir, el olor desagradable que hay dentro acaba de fulminar uno de mis pulmones. Vomitaré, lo sé.

 

¡Oxígeno no me abandones por favor!

 

Mi hermana está igual que yo y ambas nos reclinamos en el barandal del pasillo buscando un gramo de aire.

 

Estamos recuperando el aliento apenas, cuando vemos a Sergio caminar muy relajadamente y nos sonríe a ambas al tiempo que señala su nariz.

 

Trae una especie de pinza, creo que es de esas cosas que usan los nadadores para no respirar bajo el agua y muy tranquilo entra al baño.

 

—Dúo de bobas —nos burla el muy desgraciado. Es el mayor de todos nosotros, nunca se estresa por nada ¿por qué no heredé esa habilidad?

 

Ahora sí, no pienso seguir esperando, cuando Sergio sale del baño entro a toda prisa y dejo afuera a Ximena.

 

—¡Jani, tramposa me las vas a pagar!

 

—Apúntamelo a la cuenta, hermanita.

 

Dentro, hago mi baile de la victoria, cantaría "We are the champions" si me supiera la letra y no tuviera tanta prisa por salir a arreglarme. Quiero que a Patrick se le caiga la baba cuando me vea.

 

Me quito la ropa y siento una relajación instantánea cuando el agua cae sobre mí. Pongo mucho champú a mi cabello dejándolo todo espumoso y de pronto mi relajación se va, ya no sale ni una gota de agua.



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En el texto hay: humor, familia, cita

Editado: 16.11.2019

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