Caemos por un enorme pozo que se asemeja a una madriguera de conejo, como si todos estuviéramos cayendo al país de las maravillas. Sin importar que estamos cayendo y podríamos morir no puedo evitar pensar que es como si yo fuera una versión masculina y poderosa de Alicia cayendo hacia un distorsionado mundo totalmente nuevo y desconocido. No puedo flotar con mi vestimenta y me siento tan confundido y sorprendido a la vez que no puedo utilizar mi telequinesis para evitar caer cada vez más, solo nos queda adentrarnos en el pozo sin fin esperando sobrevivir y encontrar la Ciudad Purificadora, es como si estuviera en un cuento clásico que contaban en la escuela.
— ¡Axel, usa tu telequinesis! No parece que este túnel tenga un final y no haremos mucho si estamos muertos —me grita Flinn muy aterrado y sin saber qué hacer.
— ¡No puedo hacerlo! Trato de hacerlo y no puedo, tendremos que esperar que nos salven o haya algo abajo —le grito sin poder saber que podemos hacer para no morir en la caída.
Parece que estamos cayendo por un agujero hecho especialmente para los intrusos porque es un círculo perfecto con paredes blancas con rayas de diversos colores y abajo hay una fuente de luz, tal vez sea una salida. Nadie de nosotros está gritando y pensamos que tal vez no vayamos a morir hoy, y como el túnel es muy llamativo no podemos evitar mirar lo psicodélico y alucinante que se ve, como si la Ciudad Purificadora fuera una especie de país de las maravillas en donde solo hay sorpresa tras sorpresa y no hay nada coherente y fijo en el lugar. Nos acercamos cada vez más al final, lo sé porque las luces tienen más intensidad cada vez, indicando que muy pronto caeremos y probablemente moriremos, pero veo algo azul brillante y que se mueve en el fondo. Puede que no sea una caída suicida, hay agua en el fondo.
— ¡Hay un depósito de agua del tamaño de una alberca! Hagan todo lo posible para caer verticalmente, caer de otra manera podría matarnos —les advierto para que no teman por sus vidas, ya lo tenemos controlado y lo único que podemos hacer ahora es aterrizar de la mejor manera en el depósito de agua para no lesionarnos.
Aterrizo de cabeza en el agua y con mis brazos formando un triángulo como los nadadores profesionales, se siente genial zambullirse en el agua fresca y que tiene 5 metros de profundidad como indica una marca en el fondo de la piscina, mi equipaje cae a un lado de mi sin hacerme daño o empujarme hacia otro lado por el efecto que hace al impactar y zambullirse como yo. Los demás van cayendo alrededor de mí y hasta alcanzo a escuchar un grito de emoción de Flinn, al nadar a la superficie tomando la maleta como un flotador improvisado veo que incluso se ríe, lo que me hace reír porque acabamos sumergiéndonos en una gran piscina después de asumir nuestra muerte, si no es una trama por lo menos hicimos una entrada fantástica a la Ciudad purificadora.
— A ustedes les tocó una de las mejores entradas del universo —nos confiesa Teresa que está en el borde del depósito exprimiendo su cabello—. Mi entrada fue muy aburrida comparada con la de ustedes, a mí solo me abrieron unos árboles y ustedes cayeron por primera vez en una enorme piscina.
— La caída fue genial, pero las únicas puertas están cerradas. No creo que ni de broma tengamos la llave de esas puertas —nos avisa Jayden que está fuera del agua sosteniéndose los pantalones para que no se caigan.
Salgo del agua como si fuera un niño de cinco años, una clara desventajas de ser muy bajito, y tiro mi equipaje cerca de la puerta para ver si hay una cerradura o algo para abrir la puerta, tengo suerte de tener una maleta y mi mochila con el material aislante, sino el diario de mi padre y todo mi equipaje estuviera casi inusable. La cerradura no está como tal en la puerta y no se necesita una llave, al lado de las puertas azules hay un pequeño pedestal de color azul que tiene un hueco cuadrado en el centro, tiene algunos relieves con formas de rayas que se asemejan mucho al cubo que tengo, el que es casi indestructible. Inmediatamente corro hacia mi maleta y la abro para encontrar ese cubo que tengo ahí guardado, al fin va a servir para algo y puede que ese ladrón-que-no-robó-nada sea mi padre por varias razones y porque él si compartiría ciertos rasgos que ese ladrón y porque ese cubo tiene sus iniciales. Saco el cubo, que está brillando al estar cerca de dónde se debe insertar, guardo todo lo que no necesito y cierro la maleta. El cubo es la llave y se los enseño a los demás para que vean el cubo, antes de insertar el cubo lo giro para que coincida con los relieves que tiene el hueco, eso podría afectar y podría activar una trampa. Inserto el cubo de una sola vez con un sonido seco, el cubo se ilumina cada vez más con un tono azul que ya he visto muchas veces en mi vida, la puerta se abre poco a poco, mostrando una pared blanca con una franja gris en la parte inferior con dos guardias, o lo que podrían ser, con un uniforme celeste con una franja dorada que están a los lados de la puerta. Ellos se sorprenden al vernos, pero se solo me miran a mí e ignoran a los demás, como si yo fuera el mismísimo presidente y estuviera en una visita, uno de ellos saca una radio se su bolsilla y dice un código que no distingo sin dejar de mirarme muy sorprendido, definitivamente mi padre debe ser alguien influente para que se impresionen al verme. No sabemos cómo actuar y qué debemos hacer, ni siquiera Teresa sabe qué hacer cuando ya ha estado aquí, solo nos acercamos más a la puerta sin salir de la habitación muy confundidos. Pasan cinco minutos y un señor de más de 60 años se asoma por la puerta, a diferencia de los guardias él tiene una vestimenta totalmente blanca y tiene un cabello café claro por las canas, tiene ojos de color café y tiene una expresión de sorpresa al igual que esos guardias. Es muy probable que sea por recibir a unos chicos por una entrada que prácticamente hemos descubierto por casualidad.