Los días pasaron y creo que realmente no estaba lista para todo lo que pasaría después, yo solo tenía 14 años y una ola de emociones pronto invadiría mi tranquilidad o mi aparente tranquilidad. Realmente no se en que momento cambio todo tan repentino, al principio todo era bello, pero también pronto todo cambiaria.
Fue unos días después de aquella conversación con mi abuela, para ser precisos a inicios de Diciembre, estaba en la escuela con Bárbara y Carlos planeando una exposición, cuando Liria y sus seguidoras llegaron a molestarnos, aquel día nos encontrábamos en la cooperativa, en una de las mesas realizando nuestra exposición y ellas llegaron a tirar supuestamente por accidente un jugo sobre la mesa. Mesa en la que era más que claro que no estaban invitadas, toda la exposición la echaron a perder.
La exposición era para el siguiente día, así que ese día los tres tendríamos que trabajar hasta noche para sacar esa exposición, yo siempre era parcial al momento de repartir el trabajo, pero aquel día Bárbara y Carlos no me dejaron realizar el material. Era raro no se si es por que estaban compadecidos de que ellas siempre llegaran a molestarnos por mi culpa o porque presentían que algo pasaría al siguiente día.
Yo no dije nada y se los agradecí, pero realmente estaba bajoneada por no poder ayudarlos, ellos no querían que los apoyara con el material y eso me hacia sentirme inútil. No dije nada y cosa muy rara, al salir de la secundaria mi madre se encontraba afuera, me esperaba para poder llevarme a casa, yo al verla no dude en preguntarle, ¿Qué paso?, ¿Por qué estas aquí?, ¿Esta todo bien?, solo veía como la cara de mi mamá pasaba de estas preocupada a estar cansada, quería fingir que todo estaba bien, pero su rostro no decía lo mismo, ¿Qué pasa?, volví a insistir.
-Nada hija, esta todo bien, solo es que tu abuela se puso un poco mal y tuvimos que llevarla al hospital, pero ya pronto regresara a casa, solo es cuestión de minutos. Respondió mi madre.
-¿Estas segura que esta todo bien?, porque si es así y pronto saldrá, ¿Qué haces aquí? Pregunte.
-Iré a alcanzar a tu tía, le hare compañía mientras sale tu abuela y llegan tus demás tíos a verla, mientras necesito que te quedes en casa con tu hermana a cuidarla, me respondía mi mamá mientras su rostro se relajaba y me mostraba una sonrisa.
Ella me lo decía para que no me saliera a jugar fut, era un sacrificio, pero lo haría, sinceramente en ese momento no me sentía preocupada, pues no era la primera vez que mi abuela se ponía mal, siempre era la misma rutina. La llevaban a la clínica y de ahí cuando acababa la dosis de sus medicamentos, ella ya estaba estable y regresaba a casa, así que le creí a mi madre y me mantuve en calma.
El tiempo paso, nos calló la noche a mi hermana y a mí en la casa, y de un momento a otro, un dolor punzante se hacía en mi pecho, se me hacía raro que para ser unos minutos ya se habían hecho las horas y no había señal de mis padres. Opte por darle de cenar a mi hermana y cenar con ella, así lo hicimos, después levante los platos, quería mantener mi cabeza ocupada.
Pues dicho dolor punzante cada vez era peor, me dolía mucho mi pecho y mi cabeza comenzaba a crear escenarios catastróficos, me imaginaba lo peor, que algo malo les había pasado, que mi abuela había empeorado, que los habían asaltado, que no encontraban taxis, yo sabia que era solo cuestión de esperar, pero mi cabeza no paraba de pensar, y el que peor hacia ruido; era la idea de pensar que algo malo le había pasado a mi abuela.
Pasaron unos minutos después de recoger los trastes, y el celular sonó, era uno de mis tíos preguntando sobre el estado de mi abuela, yo respondí que aun no tenía razón de ella, pues aún no habían regresado mis padres, así que prometía regresar la llamada en cuanto regresaran. Y justo cuando estaba despidiéndome de mi tío, escuche la reja de la casa.
-Espera tío, ya llegaron mis papas, te paso a mi papá y que él hable contigo, respondí a mi tío.
Mi hermana y yo corrimos a la puerta y en cuanto abrimos, le grite a mi papá que respondiera el teléfono, se lo di. Al dárselo no lo vi a la cara, solo sentí como tomo el celular y se volteo para responderlo, mi madre entraba por la puerta con los ojos rojos, llorando y sollozando, en cuanto entro, supe que algo estaba mal y que quizás tuve que haberle dicho más a mi abuela.
Mi madre se sentó en el sillón y nos abrazo a mi hermana y a mi con fuerza, se sentía el miedo de lo que nos diría, se sentía la tristeza en su rostro, algo no estaba bien y no sabía ni como nos diría las cosas, aún éramos unas niñas, así que no lo tomaríamos a la ligera.
-¿Qué paso mamá?, ¿Porque lloras?, ¿Qué le paso a mi abuelita?, preguntaba mi hermana mientras se le escuchaba una voz quebradiza, pareciera que ella al igual que yo, ya presentíamos que algo malo acababa de pasar.
-Se nos fue, se nos fue la gordita, le dio un paro cardiaco y falleció, respondía mi mamá con voz entre cortada, mientras nos empapaba con sus lágrimas.
Al escuchar esas palabras mi hermana y yo comenzamos a llorar, yo solo pensaba que quizás nunca había hablado con ella lo suficiente y soy consciente que quizás era egoísta por querer que mi abuela siguiera con nosotros, ella realmente ya estaba cansada de sus enfermedades. Pero para nosotros era más doloroso saber que ella estaba muerta.
Mi hermana de inmediato comenzó a gritar, a maldecir a la vida, se la pasaba diciendo que no era posible que le quitaran a su abuela, a comparación mía, mi hermana solo tenia once años, así que no sería de extrañarse que le afectaría de una forma muy diferente que a mí, ella se tiraba al piso a llorar, gritaba, aventaba las cosas. Se notaba que aquel coctel de emociones le afectaba y que realmente no sabía cómo controlarlo.
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Editado: 23.10.2024