Después de haberme enterado que mi relación había sido parte de una apuesta, José, el primo de Eduardo ya era muy insistente en que quería intentar algo conmigo, muchas veces había incluso intentado besarme y todas ellas fueron sin éxito, nunca lo dejaba que se acercara pues no quería volver a enamorarme y fracasar.
Pero de esas ultimas veces que José se acerco, como que algo dentro de mi me decía que lo permitiera, yo lo dejaba que lo hiciera, varias veces Eduardo nos vio juntos y se molestaba por ver que José estuviera tan cerca. No podía reclamarme nada, no tenía ningún derecho, incluso entre ellos se encargaban de murmurar que José y yo éramos novios, yo nunca quise desmentirlo pues nadie tuvo nunca el valor de preguntármelo.
Varias veces Eduardo me hablaba y me intentaba tirar indirectas, en una de esas ocasiones incluso me exigió que le aclarara, que supuestamente yo solo había andado con él porque me quería acercar a su primo. Vamos vaya que le estaba doliendo, yo nunca quise decirle nada sobre la dichosa apuestas.
Era como si el demonio que vivía dentro de mi simplemente quisiera cobrar venganza, nunca lo había hecho, creo que jamás lo llegue a pensar, hasta que tiempo después muchas cosas tomarían sentido.
En una de esas tantas veces que salimos José me robo un beso, beso que Eduardo sin querer vio, yo solo vi como agacho su cabeza y se metió a su casa, ese beso realmente solo se dio, había nacido entre José y yo, el momento y las circunstancias hicieron que se propiciara dicho beso. José a diferencia de Eduardo, siempre quería que las cosas fueran a la voz de ya, así que no dudo en decírmelo y me pidió que fuera su novia, así que comenzamos a andar. Oficialmente ya nadie tenia duda de que andábamos y deje de saber de Eduardo por un tiempo, no paso mucho y mi mamá volvió a ser hospitalizada.
Pero en esta ocasión la promesa era que podía ser una visita más duradera, aquel día ella tenia consulta mensual, tenia ocho meses de embarazo recién cumplidos y se supone solo iba a una revisión. El problema es que aquella visita la retuvieron, ella estaba mal, sus análisis no habían salido como ellos lo esperaban así que tuvieron que internarla de emergencia.
Mi madre estaba muriendo y la alternativa de los médicos era, hay que sacar al bebé, ya sabíamos que seria una niña, así es seriamos tres mujeres, pero de verdad que sentir que mi mamá estaba dando su vida por darle vida a nuestra hermana me daba miedo. No quería perder a mi mamá, quería apoyar a mi papá, lo veía tan cansado, casi no dormía, casi no comía, se la pasaba corriendo de un lado a otro, todo entre el trabajo y ver por mi mamá.
Mis tías nos apoyaban yo ordenaba todos los días lo poco que podía la casa, revisaba que mi hermana se bañara, comiera y se mantuviera por lo menos vestida y yo acudía a la escuela. La bebé a comparación con mi mamá no tardo mucho en el hospital y de inmediato la dieron de alta, estábamos contentas con nuestra hermanita, pero preocupadas por mi mamá. Ambas intentábamos cuidar a nuestra hermanita.
Debo decir que tener también la dicha de que el amor que le tenias a una sola hermana sea creciente por otro ser más pequeñito si hace diferencia, en mi caso no puedo decir que tengo más preferencia por una que por la otra, pero si puedo decir que, siento que a etapas, debo apoyar más a una que a la otra. Y en este momento apoyar a la mayor era mi prioridad, pues la bebé era de cuidados, pero la que sentía que la desplazaban era la hija de en medio.
De la bebé mi tía era quien la cuidaba casi todo el tiempo, pero cuando ella cocinaba mientras la bebé estuviera despierta éramos nosotras quienes vigilábamos que no se arañara la cara, llorara o se ahogara con la leche, en fin cosas de bebés. Yo era la única de las dos hermanas a la que la dejaban cargarla, así que mi otra hermana se molestaba. Hacia berrinches porque no la dejaban acercarse a la bebé y yo tenía que hablar con ella para que entendiera las cosas, se que mi cansancio era nada comparado con el de mi papá, pero ya estaba agotada.
Mi mamá estuvo hospitalizada entre tres y cuatro semanas y para cuando ella fue dada de alta, yo estaba más que contenta, pues sabia que aun que mi mamá aun no estaba del todo bien, seria más tranquilo verla en casa que tener que ver a mi papá corriendo al hospital.
Para cuando mi hermana y yo volvimos a salir a jugar todos nos felicitaban por el nacimiento de la bebé y José estaba contento por ver que volvía a estar con él, se comportaba algo arrogante pero nunca le tome importancia. Después de lo de Eduardo, creo que agradecer que en esas tres semanas José no se hubiera comportado como él era más que gratificante.
Pocos días faltaban para acabar el año y como era tradición, en México acostumbran a conmemorar el fin de un año de fallecimiento de los familiares, no fue de extrañarse que mi familia igual lo hiciera. Al parecer tener este cabo de año dio a mi familia un rayito de luz, pues todos veían a la bebé como un regalo mandado por mi abuela, su cabo no fue del todo llanto, pues en casa había una bebita de solo días de nacida.
Así que supongo que ver a mi hermanita crecer con nosotras sería más que una bendición, esto también involucraba un sacrificio, después del nacimiento de la bebé mis papás tuvieron muchos gastos, habían ahorrado un dinero para celebrar mi cumpleaños, aquí en México también los quince años en las niñas tienen una gran relevancia. Pues son la forma de decirle a la sociedad que tu hija a crecido y que ahora es toda una señorita.
Bien mis quince años se habían vuelto un sacrificio, ya no los tendría, simplemente un día mi mamá que era quien había más que prometido hacerme mis quince años, se sentaba conmigo a hablar. Me pedía que fuera comprensiva que habían tenido que gastar en comprar cosas para la bebé, y que por el mismo motivo no sería posible hacer todo como se tenía en mente.
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Editado: 23.10.2024