El mismo día que se realizaron los rosarios, Juan me volvió a marcar, estaba furioso, pero para colmo, el marco cuando yo estaba con mi familia, y amigos que ya se habían hecho como si fueran parte de la familia. Todos ahí nos llevábamos bien, nos habíamos vuelto cercanos desde el nacimiento de la bebé, así que aquel día que había fallecido no sería la excepción que todos estuviéramos reunidos en el mismo lugar.
Todos estábamos reunidos en el patio del lugar donde sería el rosario, Juan marco gritoneándome, preguntando donde estaba y porque no respondía, incluso argumentaba que odiaba la idea de que yo me sintiera mucha cosa como para no responder. Le respondí que no quería volver a saber de él, el siguió gritando así que justo cuando iba a colgar, uno de los chicos que estaban con nosotros me quito el celular.
-Tu no tienes ningún derecho a gritarle, ¿Quién te crees tu como para gritarle?, si la vuelves a molestar o a amenazar, te juro que seré yo quien te ponga un alto, ella no esta sola, respondió con voz firme y autoritaria.
Yo solo lo mire con cara de asombro, él estiro la mano y me dio el celular pidiéndome disculpas por habérmelo quitado, ¿Qué acababa de pasar?
-Estuvo bien, él no tiene ningún derecho a hablarte de esa forma, que bueno que Ettan lo puso en su lugar, afirmo mi prima mientras me abrazaba.
Nadie dijo nada pues solo pasaron unos minutos y nos hablaron a todos para comenzar el rosario, todos y cada uno de nosotros tenia su dolor, cada quien sabía que le dolía, que era lo que le pesaba. Yo solo pensaba en que no era justa la vida como para llevarse a esa pequeñita y que realmente, aunque no lo decía quizás yo era la única ciega que no notaba la violencia que cometía Juan, y que tal vez, yo si valía la pena como mujer y como pareja.
Al terminar el rosario como de costumbre se reparte comida en agradecimiento por la compañía, así que comenzaron a repartir tamales, café, atole y pan. Yo no me quise quedar, así que me salí al patio, tenía mucho que pensar, pues me aterraba que Juan fuera a la escuela a buscarme, si bien me faltaban días para graduarme eso no evitaría que él pudiera ir.
Estaba sola en el patio sentada en una bardita, con la mirada perdida hacia el piso cuando Ettan llego, se quedo parado enfrente de mi mientras encendía un cigarrillo, se le notaba triste, pues él también era muy cercano a la niña, yo no pude evitarlo y comencé a llorar. Creo que no puedo lidiar sola con mis emociones por tanto tiempo, y al parecer cuando de verdad ya no aguantara, cuando fuera y donde fuera, simplemente explotaría.
Tenía ya varias emociones en mi pecho, pensamientos invasivos en mi cabeza, la presión de elegir una carrera profesional correcta, reciente mis fracasos amorosos, el miedo y sobre todo mi gran amiga la soledad. Porque, aunque aparentemente nunca estuve sola y siempre había gente a mi alrededor, realmente nunca estuve acompañada, lidiaba con lo peor de mi soledad, que eran mis pensamientos.
Ettan simplemente se sentó a mi lado, espero unos minutos apago su cigarro y me abrazo, no era un abrazo común, era un abrazo muy cálido, no era un consuelo simple, era más que eso. Era como si se llevara parte de lo que me pesaba para poder desahogar un poco lo que cargaba en realidad.
-Deja de llorar, se que te duele, es un patán y la niña esta en un mejor lugar, no pudimos cuidarla más tiempo, pero no fue culpa de nadie, vas a estar bien, serás una excelente licenciada, me susurraba Ettan al oído mientras yo continuaba sollozando.
-¿De que hablas?, ¿Cómo es que sabes todo lo que me pasa?, pregunte con voz entre cortada.
-Le he estado preguntando a tu familia sobre ti, me interesas mucho, pero entiendo y solo quiero que estes bien, respondió Ettan mientras me miraba.
Yo no dije nada, mi cabeza en ese momento no pensaba, me pareció un gesto lindo que preguntara por mi, supongo que algo le había llamado la atención, yo no dije nada solo me secaba las lagrimas y él me observaba. Escuchamos un balón rebotar y pronto todos sus primos estaban invitándonos a jugar Fut, pues creencias de ellos, cuando fallecía un niño o en este caso un bebé, para despedirlo se tenía que jugar, cualquier juego, pero jugar, eso para que no se fueran al cielo con energías negativas.
Así que todos nos pusimos a jugar, hubo un límite donde Ettan comenzó a coquetearme con intensidad, mi prima pregunto con interés ¿Por qué Ettan me miraba tanto? Ettan no lo dudo, yo me volteé para ir a recoger el balón y cuando me levante con el balón en las manos, Ettan se me acerco y comenzó a besarme, no me lo esperaba, de verdad que no me lo esperaba, me tomo de la cintura y me gustaba tanto la sensación que termine soltando el balón, el me pego a su cuerpo y yo lo deje que me abrazara.
No sabía que conexión era esa, parecía de película, pero era una película muy bonita, como aquellas películas románticas donde parece que la protagonista está a punto de volverse mala pero llega el príncipe y la rescata. Pues así fue, ambos nos comenzamos a frecuentar más de lo normal, en varias ocasiones mientras yo hacía tarea de la escuela, Ettan llegaba de sorpresa a visitarme.
Mi mamá apoyaba este amorío, pues ella decía que desde un principio él había demostrado que estaba preocupado por mí, era muy lindo, solíamos salir a caminar, siempre me escuchaba cuando le contaba de mi día y yo a él, le contaba como me acoplaba a la licenciatura y cuando algo me gustaba él al igual que yo lo aprendía. Ettan no tenía estudios, por cuestiones económicas había aprendido a trabajar desde pequeño, a comparación con Juan, Ettan vivía con sus padres, pero tenía una cultura de ahorro increíble.
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Editado: 23.10.2024