La Coneja Me Pertenece

capitulo dieciséis

Llevábamos un corto rato caminando y en el proceso el chico Addal nos iba hablando acerca de la manada de como fue creciendo esta luego de trasladarse desde Londres y todos los inconvenientes que tuvieron que pasar en el cambio, nos detuvimos un momento en el que unos lobos transformados se acercaron a Addal para hablar con él.

– Jovencita – una señora de edad se acerca a nosotros y hace una pequeña reverencia – hace mucho tiempo no veo un alma tan bella como la suya – sonríe cortamente.

– …ahh muchas gracias – confundida así me encontraba, volteo a mirar a Asra en busca de ayuda

Este hace una mueca hacia la señora y le responde – Señora, creo que se ha equivocado – sonrío un poco mas calmada creyendo que él me ayudara con la extraña situación – ella no es bella – mi cara tenia que ser todo un poema al ver como este apretaba un poco sus labios aguantando la risa.

Golpeo con mi mano su estomago y le hablo a la señora – discúlpelo el solo esta siendo un poco molesto – le dirijo una pequeña sonrisa

– Oh mi niña… te notas feliz – sonríe cariñosamente y estira su mano intentando tocar mi cara y Asra la detiene – lo siento tal vez no sepas quien soy, pero yo si te conozco –

Antes de que pudiera responderle algo Addal se vuelve hacia nosotros – señora Marcie – interrumpe la conversación – su esposo ha estado buscándola hace poco, pensó que había salido de la manada - es lo que dice este y la señora se empieza a alejar lentamente de nosotros hablando acerca de su marido.

– Lamento eso – se disculpa – la señora marcie siempre ha sido así – sonríe cortamente – a pesar de eso siempre ha sido una persona muy amable y cariñosa – lo dice con una corta sonrisa y una expresión melancólica.

Luego de eso empezamos a caminar hacia el lugar en el que dion se encontraba hospitalizado, aun en el camino Addal nos hablaba acerca de la manada y como han logrado vivir sin que la diosa luna pusiera en el camino de su Alpha a la otra mitad que ayudaría a mantener a flote a la manada.

– Es un humano – me sonríe – así como tú, aunque creo que aun no ha logrado sentirse cómoda en la manada –

Asiento con mi cabeza pensativa – de seguro solo necesita un poco tiempo y espacio – murmuro en voz baja.

– Creo que ya hemos llegado – pronuncia Addal

Dirijo, mi mirada hacia la gran casa que se encontraba delante de nosotros pensando que encontraría un hospital, pero no era así, se trataba solo de una casa con una diferencia que la hacía resaltar de las demás casas, y era el color que esta tenía.

– Ah…esto no – Asra me interrumpe.

– Claro, primero teníamos que venir a darle una ofrenda al gran Alpha – muestra una sonrisa ladina

– ¿Quieren pasar? – en el tono de hablar que utilizo era obvio que no era opcional el quedarnos afuera

Tomo una gran bocanada de aire para soltarla segundos después, me encontraba un poco nerviosa, tal vez el Alpha de la manda nos echaría o nos mandaría a la orca por haber invadido su manada e incomodado a las personas. En estos momentos no podía evitar acordarme de Javi y su actitud relajada, probablemente en estos momentos el estaría mas preocupado por su vestimenta al saber que conocerá a alguien de rango alto que por la probabilidad de que nos maten.

Luego de tomar un respiro doy un paso adelante con la intención de ingresar a la villa, pero Asra toma mi brazo – creo que preferimos quedarnos aquí – responde seriamente – esperaremos al Alpha con gran devoción desde nuestro sitio – sonríe hipócritamente.

– Seria un poco irrespetuoso irrumpir en la morada del Alpha inesperadamente – concluye.

– No tienen de que preocuparse – responde Addal – el Alpha los espera en su oficina – en su rostro se mostraba una sonrisa forzada

– Ya escuchaste - me toma de la mano para jalarme al interior de la villa.

Dentro de la villa era aún más resplandeciente, había muchas cosas que resplandecían como el candelabro que colgaba en medio de lo que parecía ser la sala o los muebles que se observaban en ella, al lado de los muebles había un ventanal grande con una puerta corrediza. Luego de entrar a la casa Addal nos pidió que esperáramos un momento. Realmente no habían pasado más de unos cinco minutos, luego de que Addal subiera las escaleras, repentinamente se abre la puerta corrediza por ella entra un chico alto guapo y tatuado con su torso brilloso por las gotas de sudor que bajaban de él.

Sentía como mis mejillas se ponían calientes e intentaba con todas mis fuerzas apartar mi mirada del chico guapo, entre mis intentos fallidos mi vista se ve obstruida por una mano, ocasionando que mi visión se volviera oscura.

– No mires, de seguro te embrujara si lo miras tan fijamente – me susurra aun con su mano obstruyendo mi vista.

– ¿Qué? Eso es lo más ilógico e idiota que has dicho – le susurro de igual

– si quieres me quito la camisa para que me veas – su rostro estaba tan pegado a mí que pude sentir como una sonrisa crecía en su rosto – si me miras a mí no quedaras embrujada –

Sentí como la calentura de mis mejillas subía hasta mis orejas quería decir algo para no sentirme tan ridícula, pero antes de que pudiera decir algo aun mas ridículo escucho una voz sumamente conocida, la había escuchado a lo largo de mi vida quejándose como lo está haciendo ahora.

Empujo rápidamente la mano de Asra de mi cara para así poder mejor a aquella persona de voz un poco chillona y alegre, también entraba por donde el chico tatuado paso antes, al parecer se conocían o algo así.

– ¿Javi? – pregunte un tanto temerosa de que realmente no se tratara de el y solo fuera mi imaginación jugándome una mala broma.

El chico volteo su mirada rápidamente hacia donde nos encontrábamos Asra y yo - ¿coneja? oh por dios ¿lizi? ¿Eres tú Eliza? – menciona un poco en shock

Se aleja del chico y se acerca a mi rápidamente y me alza en un gran abrazo – oh por las santas zanahorias… ¿de verdad eres tú y no una de esas cosas horrorosas? – sus ojos se encontraban un poco llorosos




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