La Conspiración del Espiral - Libro 4 de la Saga de Lug

PRIMERA PARTE: Desaparecidos - CAPÍTULO 10

—Aquí estoy— anunció Tarma, subiendo por las escaleras hasta la glorieta.

—Gracias por venir— le respondió Dana, sentada en el banco de madera que surgía de una enredadera cubierta de fragantes flores—. Necesitaba hablarte a solas.

—Claro, ya sabes que puedes decirme lo que quieras.

Dana asintió y Tarma se sentó junto a ella en el banco.

—Ya ha pasado mucho tiempo— comenzó Dana.

—Dos semanas— confirmó Tarma—. ¿Has logrado comunicarte con él?

Dana negó con la cabeza.

—Algo está mal. He estado tratando de contactarlo varias veces al día, todos los días, y nada.

—¿Crees que alguien lo tiene aislado con balmoral?

—No, la madera de balmoral corta toda posibilidad de usar cualquier habilidad. Si estuviera aislado con balmoral, yo no lo percibiría en un contacto, sería como estar tratando de conectar con alguien que no existe o que no está en el Círculo. Cuando trato de contactarlo, siento su presencia, pero…

—¿Él sigue rechazando los llamados?

—No exactamente. Es extraño, siento que llego hasta él, pero no es él. Es difícil de explicar, es como si estuviera tratando de comunicarme con una versión anterior de él.

—No entiendo.

—Yo tampoco, pero eso es lo que siento. Es como si estuviera tratando de comunicarme con un Lug del pasado, un Lug que ya no existe, que ya no está en el lugar o en el momento en el que se produce la comunicación.

—¿Qué crees que signifique eso?

—Nada bueno. Lug está en problemas y debo ayudarlo.

—¿Cómo?

—Iré a buscarlo.

—Supongo que si me citaste aquí en secreto para decirme esto, no planeas hablar del asunto con tu padre— dijo Tarma, arqueando una ceja.

—Iré sola— declaró Dana.

—Lo que quieres decir es que irás conmigo— la corrigió Tarma.

—Tarma, no voy a discutir esto contigo. Mi decisión está tomada y no va a cambiar. Solo decidí contarte sobre mis planes para que alguien sepa que desaparecí por mi propia voluntad.

—¿Por qué haces esto? ¿Por qué no dejas que te ayudemos?

—No puedo poner en peligro a otros, especialmente a mi hijo y a mi padre. Además, me moveré más rápido sola y sin tener que explicar mis decisiones a nadie.

—¿Irás a Cryma?

—No, Lug me dejó órdenes estrictas de no ir allá. Además, él no está ahí.

—¿Cómo lo sabes?

—Me comuniqué con Colib. Me dijo que Lug había partido casi enseguida de Cryma, pero no quiso decir a nadie a dónde iba.

—¿Entonces? ¿Por dónde vas a comenzar a buscarlo?

—Conozco a alguien que puede localizarlo en la distancia, saber dónde está. Debo hablar con él.

—¿Por qué no simplemente te comunicas con él por un canal?

—Nunca lo he visto ni he tenido contacto con él antes, así que abrir un canal hacia él no me es posible. Debo ir hasta él en persona.

—¿Quién es?

—Alguien que no aceptará verme si aparezco con Nuada, Calpar y un ejército. Por eso debo ir sola.

—¿Es peligroso?

—Si Nuada o Calpar lo tuvieran al alcance, lo matarían sin titubear. Pero Lug trató con él y recibió su ayuda en el pasado, así que no sé qué pensar. Tengo la esperanza de que quiera ayudar a Lug una vez más. Si Nuada o Calpar se enteran de mis planes, harán todo lo posible por detenerme, así que debes prometerme que no les hablarás del asunto y que tampoco mencionarás Cryma.

—De acuerdo, pero no me gusta este plan tuyo de ir sola. ¿Por qué no dejas que te acompañe? Quienquiera que sea al que vas a ver, no tiene nada contra mí, y yo no represento una amenaza para él.

—Ya te dije que no, Tarma. Por favor no insistas.

—¿Qué hay de Llewelyn? ¿Vas a irte sin despedirte de él?

—Es mejor así. Si le digo que debo irme, querrá venir conmigo, y no es muy fácil de convencer.




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